Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

¿Recuerdas a Jason Bourne? Estreno de la 5ª entrega de la saga

Una década después de su última aparición en la gran pantalla, vuelve uno de los espías más populares – con permiso de James Bond e Ethan Hunt – y más perseguidos de la ficción: el escurridizo agente de la CIA, Jason Bourne. Matt Damon regresa a la franquicia bajo las órdenes de Paul Greengrass, uno de los cineastas más prometedores del género de acción que retoma al personaje creado por el escritor de novelas negras Robert Ludlum en 1980. Esta vez, después de un gran éxito comercial y tras convertirse en una de las sagas de acción más reconocidas, ambos se enfrentan a la quinta entrega de la franquicia que, por primera vez, tendrá nombre y apellido. Pero, mejor vayamos por partes.

Sería en el año 2002 de la mano del director Doug Liman y del guionista/productor Tony Gilroy cuando el público mayoritario conocería la historia de este misterioso miembro de los cuerpos especiales del Servicio de Inteligencia Americano con terribles episodios de amnesia postraumática como consecuencia de sus experiencias como un letal agente de campo y que iniciará la búsqueda de su verdadera identidad, así como la búsqueda de su paz interior. Así, The Bourne Identity (El Caso Bourne) será el primer capítulo de una trilogía en la que el espectador acompañará a Bourne en su viaje personal y en su investigación hacia la verdad de su condición en la que destapará, a medida que éste vaya recuperando la memoria, un programa encubierto de la CIA – el Proyecto Treadstone – que modificará las capacidades físicas y las conductas morales de sus agentes para convertirlos en superhombres y auténticas máquinas de matar. Paul Greengrass tomará el relevo de Liman en The Bourne Supremacy (El Mito de Bourne, 2004) en la que Bourne descubrirá su verdadero nombre – David Webb – y más información sobre su oscuro pasado; y en The Bourne Ultimatum (El Ultimátum de Bourne, 2006) donde se expondrá al público otra operación secreta del gobierno – el Proyecto Blackbriar – y en la que la misión por descubrir la verdad de Bourne se daba (casi) por concluida.

Entonces, tras el videojuego desarrollado para Xbox y PS3 The Bourne Conspiracy (High Moon Studios, 2008) que terminará de unificar el universo Bourne y el que nos llevará a algunas misiones de campo previas a las películas, y la especie de spin-off de la trilogía original, The Bourne Legacy (El Legado de Bourne, 2012) en la que otro agente de la CIA – Aaron Cross (Jeremy Renner) – asignado a una operación llamada Outcome que destapará una conspiración en la que el Departamento de Defensa utilizará píldoras experimentales con sus soldados para alterar sus habilidades físicas y mentales; Jason Bourne abrirá un nuevo capítulo en la vida del agente más difícil de capturar de toda la historia del cine.

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Matt Damon vuelve como Jason Bourne

La acción nos situará diez años después de los acontecimientos de The Bourne Ultimatum donde un ya aislado y en paradero desconocido Jason Bourne no tendrá más remedio que volver a la carga para seguir investigando sobre su identidad tras recibir nuevas informaciones de una antigua compañera de andanzas, Nicky Parsons (Julia Stiles), que le llevarán todavía más cerca de la verdad. Siguiendo las premisas argumentales y metodológicas de la trilogía original, se añadirán al reparto tres grandes nombres del celuloide: Tommy Lee Jones tomará el relevo de antiguos “jefazos” gubernamentales como Brian Cox, David Strathairn o Edward Norton en el papel de Robert Dewey, nuevo director de operaciones de la CIA; Vincent Cassel será el activo que tendrá como objetivo asesinar a Bourne como ya lo fueron Clive Owen, Karl Urban o Edgar Ramirez en su momento; y la (casi) omnipresente en la cartelera de los dos últimos años, Alicia Vikander, interpretará a Heather Lee, hacker profesional y jefa del Departamento de Cyberoperaciones que andará tras la pista de Bourne sustituyendo a otras mujeres de la saga como Franka Potetne, Joan Allen, Rachel Weisz o la propia Julia Stiles.

Si bien la película seguirá la línea argumental sobre la finalidad del Proyecto Treadstone y de las incógnitas que rodean al pasado de Bourne como base ficcional de la trama, la cinta tendrá mucho en común con elementos reales que han ido surgiendo en la política internacional en los últimos años, como la mención del caso de Edward Snowden o la proliferación de grupos populistas y extremistas violentos – ¿me diréis que es casualidad que la primera persecución se produzca en medio de una manifestación en la plaza Syntagma delante del Parlamento griego en Atenas? Si en las tres últimas películas se focalizaban en los años de gobierno de Bush y la guerra contra el terrorismo, en esta ocasión, la acción en la que se situará la nueva “búsqueda y captura” de Bourne se verá enfrascada dentro de una guerra tecnológica con el cibervigilantismo como telón de fondo y el surgimiento de los tecnócratas como nueva clase política. Jason Bourne centrará todos sus recursos al eterno debate entre privacidad vs seguridad donde los derechos civiles se pondrán en entredicho. Una temática que está de rabiosa actualidad en la ficción audiovisual con producciones como Person of Interest, Mr Robot, el videojuego Watch_Dogs o la reciente – y magnífica – Eye in the Sky.

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Heather Lee (Vikander) y Robert Dewey (Jones) en una misión en busca de Bourne

Sin embargo, dentro de este contexto, el film posee un problema bastante importante: ¿y si, más bien fuese al contrario? ¿Y si dijéramos que la película habla sobre el cibervigilantismo con Jason Bourne como telón de fondo? El comienzo de desvirtualización de Bourne frente al personaje torturado configurado en las anteriores entregas y su búsqueda interna – que, en este punto, se sigue una fórmula repetitiva – quedan bastante eclipsados por la contundencia de las temáticas que la película trata. Desde el momento que la trama se pudiera desarrollar perfectamente sin su protagonista… ahí hay un problema de conceptos.

A pesar de la dispersión de la trama en términos puristas del desarrollo del personaje de Bourne, podemos disfrutar de las constantes de la saga que, reconozcámoslo todos, es el verdadero motivo por el cual nos encantan estas películas: peleas igual de impresionantes y de que inverosímiles, trepidantes persecuciones al más puro estilo “el gato y el ratón” – donde el ratón siempre acaba escapando -; y espectaculares carreras a gran velocidad por las ciudades de medio mundo – en esta ocasión tocan Atenas, Berlín, Londres y Las Vegas (ésta última, realmente es un auténtico descargue de adrenalina). Además de utilizar todos los recursos y gadgets tecnológicos – pantallas, cámaras de vigilancia, drones, mirillas – para crear un nuevo lenguaje de cyberthriller que aporta el dinamismo que requiere la historia.

No me malinterpretéis. Jason Bourne es una muy buena película. El regreso del personaje conjuntamente con Greengrass y su equipo era un acontecimiento que muchos fans de la saga esperábamos con impaciencia. Y, en verdad, la cinta a cumplido con las expectativas. Acción en estado puro con un mensaje de reflexión política detrás. Y con la posibilidad que dejaron caer sobre la mesa Damon y Vikander que repetirían para una sexta entrega si Paul Greengrass estuviera al mando. Esperemos que el director se decida rápido, porque somos muchos los queremos ver a Jason Bourne en acción una vez más.

 

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