“Recursos inhumanos” (2020): una crítica descarnada del ámbito laboral capitalista
La miniserie francesa es una adaptación de la novela homónima de Pierre Lemaitre, protagonizada por Éric Cantona (protagonista del largometraje “Buscando a Éric” de Ken Loach, 2009) para la plataforma Netflix, centrada en el personaje Alain Delambre, quien fue director de recursos humanos antes de ser despedido en sus cincuenta años por un “ajuste” (buen eufemismo el utilizado), con lo que ello supone en el mercado laboral liberal y capitalista. El desempleo entre personas de media-avanzada edad es, por tanto, la premisa narrativa que se sigue y que es un hecho tangible en nuestra sociedad. Tanto es así que en cualquier país del “primer mundo” con liberalismo capitalista siguen existiendo distintos estratos sociales en los cuales las personas son sustituidas por números y la representación de una sociedad de cada vez más deshumanizada que aboca a las personas trabajadoras a tomar decisiones equivocadas desde una desgarrada desesperación (como también puede plasmarse en otras películas del mismo director, Ziad Doueiri en “El insulto”, 2017).
Alain está sujeto a serios problemas económicos como el pago de la hipoteca de un pequeño estudio, reformas necesarias en su casa antes de que pueda deteriorarse completamente y hacerla inhabitable. Fruto de la desesperación tras seis años en el paro y con trabajos precarios, temporales e intermitentes y de sentirse apartado de su relación de pareja y de sus propias hijas mayores e independientes, su salud mental acaba fuertemente afectada. Ha conseguido algunos trabajos precarios y no cualificados que, incluso, le han supuesto un problema judicial por enfrentarse a uno de los jefes, quien le humilló y le pegó y él le pegó también. Aunque su mujer Nicole trabaja, los ingresos no son suficientes para hacer frente a todos los pagos mensuales y la situación provoca una gran desazón y hastío para él y la pareja. Tampoco se siente útil a nivel social en tanto que todas las empresas a las que ha estado enviando sus candidaturas y CV para trabajar, le han rechazado, incrementando su sensación de “inutilidad” no solamente a nivel de pareja y familiar (donde todos los miembros, mujer, hijas y sus respectivas parejas son afortunados por tener un trabajo) sino también a nivel social y económico.
No obstante, Delambre se presenta a un puesto de recursos humanos en la multinacional francesa más puntera dentro de la industria aeronáutica, Exxya que, más allá de un primer examen de acceso dentro del proceso selectivo, planteará a los candidatos otra prueba: intentar simular una situación límite y de resistencia a los mandos ejecutivos de la empresa mediante la puesta en escena de una toma de rehenes que tiene parte de verdad y parte de juego de rol. Aquello que desconoce es que Dorfmann, CEO de Exxya acaba de salir en prensa por perder una oferta de negocio multimillonaria lo cual supondrá recortes de personal de más de 1200 trabajadores. Así pues, la oferta de trabajo a la que se presenta Delambre esconde un plan maquiavélico y cruel, el de utilizar a los candidatos al puesto para valorar a los ejecutivos donde se contratarán a un grupo real de terroristas para que los tomen como rehenes, llevarles a situaciones límites para intentar descubrir si hay algún topo en la empresa.
En ese sentido, las habilidades de persuasión y manipulación serán esenciales para poder obtener el trabajo. Sin embargo, esto llevará a Alain a obsesionarse con intentar obtener el puesto con tanta ansia que acaba pidiendo dinero a su hija, 25.000€ para que un policía retirado le enseñe cómo se debe actuar en una toma de rehenes real y, de ese modo, ser el candidato elegido. Esta situación incómoda tensará el matrimonio y la relación con sus hijas, especialmente con Mathilde porque, antes de pedirle el dinero a ella, se lo pidió a su marido y éste, al negarse, recibió un puñetazo.
De este modo, si bien en los primeros tres capítulos se retrata su situación vulnerable y de miseria y en búsqueda de un trabajo que le permitan volver a tomar las riendas de su vida, en la segunda parte (últimos tres capítulos) es donde se puede apreciar que Delambre se ha equivocado en su estrategia de la prueba de rehenes, se ha extralimitado en las funciones supuestas y ha terminado por secuestrarlos de manera real hasta el punto de intervenir las fuerzas policiales que lo meterán en la cárcel por secuestro. En los últimos dos capítulos, pasa de la miseria en casa a la miseria y crueldad de la cárcel, donde no tiene a nadie con quien hablar. Empatizar con el personaje y su miseria resulta inevitable (y más teniendo presente una situación de pandemia donde la precariedad social está en alza), aunque sus métodos impulsivos y sus acciones resultan incorrectas.
Doctora en Filología por la Universitat de les Illes Balears (2022) y, anteriormente, becaria predoctoral con una tesis centrada en personajes infantiles creepies, discursos de maternidad contemporánea, New Horror y narrativa transmedia. Máster en Lenguas y Literaturas Modernas (especialización en estudios literarios y culturales, UIB); Máster en Formación del Profesorado (Lengua y literatura, UIB) y Posgrado en el uso del cine como recurso educativo (UNED). Interesada en las representaciones audiovisuales infantiles y las maternidades contemporáneas, además de la aplicación del audiovisual y la narrativa transmedia como recurso educativo.