Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

Reencuentro con «The Big Bang Theory» de “El joven Sheldon”

El decimosexto episodio de esta tercera temporada, titulado precisamente “Pasadena”, es nuestro “pase” a una de las series favoritas, al menos, de quienes seguimos su precuela: es decir, a The Big Bang Theory. Y es que en él se da la circunstancia de que Sheldon niño va con su padre, George Sr. a la sede de la citada serie: Pasadena, California. Van allí con la intención de asistir a una conferencia en impartida por el admirado científico Stephen Hawking (aunque no sale en pantalla), gracias a la financiación de la Universidad del Dr. Sturgis, pues tienen interés en que el niño siga asistiendo a ella.

Para los que añoramos Big Bang resulta reconfortante volver a ver los lugares que solía frecuentar el Sheldon adulto en el Instituto de Tecnología de California, especialmente la cafetería donde pasaba tantas horas con sus amigos y a la vez colegas Leonard Hofstadter, Howard Wolowitz and Rajesh Koothrappali. [Por cierto, estoy usando verbos en pasado porque Big Bang ya ha acabado, a pesar de que nos referimos al Sheldon “del futuro” en relación al protagonista de El joven Sheldon]. Es entonces cuando un ejemplo de foreshadowing que pienso utilizar en mis clases de análisis de textos tiene lugar en la conversación entre el padre y el hijo. A la afirmación del niño: “Imagínate las conversaciones tan interesantes que se deben llevar a cabo en estas mesas. Me imagino estudiando aquí algún día”; el padre responde: “Estoy seguro de que encajarías aquí a la perfección”.

Esta “reconexión” con nuestra amada serie nos llena de emoción. Pero si ese es el efecto que ocasiona a los espectadores, mayor fue el producido a uno de sus creadores, Steve Molaro, que reconoce en una entrevista que, tras 10 meses sin visitar estos escenarios de Big Bang, volver allí para rodar esta escena de El joven Sheldon le hizo romper en lágrimas. Y es que, en efecto, como explica Molaro, el escenario es exactamente el mismo, con los mismos elementos que sirvieron para toda la serie. Tanto es así que, como detalla él mismo, en el museo de la Warner donde se guardaban algunas de sus piezas, ese día había un hueco y un cartel indicando que lo que faltaba se había prestado a El joven Sheldon [“On loan to Young Sheldon”].

En anteriores entradas he señalado que la serie suele ofrecer alguna especie de enseñanza positiva. En esta ocasión, tenemos la sensación de que el Sheldon adulto (presente en la precuela solo por su voz en off, eso sí) que, además de más mayor es padre, desde este otro momento de su vida ve a su padre de distinta forma, puede entenderlo mejor y valorarlo más. Creo que esta es una experiencia que compartimos muchos de nosotros, y reconocerla puede ser un tributo bonito hacia nuestros progenitores, después de todo lo que han hecho por nosotros. Y es que, aunque las referencias a George Sr. no suelen ser muy positivas en The Big Bang Theory, parece como si el Sheldon aún más adulto de la voz en off de su precuela, hubiera terminado viéndolo de otro modo. En este episodio se hace especialmente evidente, no solo en las escenas que he comentado una vez ya en la que sería su Universidad, sino desde el inicio del trayecto hacia allí. Ya dentro del avión, se muestra cómo los esfuerzos del padre por estrechar su relación y confianza con su hijo, que ya hemos comentado en anteriores episodios, fueron dando su fruto. Ahora, George Sr. demuestra saber cómo afrontar incluso los miedos y angustias de su peculiar hijo. Así, ante el ataque de pánico que sufre el pequeño en el avión (era su primer vuelo) al escuchar las instrucciones de la azafata en caso de accidente, consigue clamarlo a su manera, para lo que recurre a su idolatrado señor Spock. Le pide que reacione como si fuera él, que encarne su papel como piloto de nave espacial y… ¡funciona!

Aunque me he centrado en la conexión entre Big Bang Theory y El joven Sheldon presente en este episodio, cierto es que en su trama se incluyen también otras cosas interesantes. Por ejemplo, el otro George (Jr.), es pillado por su madre, Mary, planeando ir a casa de una amiga especial mientras sus padres no están. No obstante, también de esta experiencia, en principio negativa, acabarán sacando los personajes algo positivo. En esta ocasión, el afianzamiento de la relación entre la madre y el hijo. De este modo, no solo Georgie, sino todos nosotros conocemos a una Mary que no nos esperábamos en lo referente a su pasado. Según ella misma, no siempre fue al mujer piadosa y comedida que vemos en la serie, sino que llegó a hacer cosas sorprendentes como robar el coche a su abuela y estrellarlo contra un árbol, robar cerveza para irse a beberla a la furgoneta de su novio que, además, no era George en ese momento; y se tuvo que casar a prisa en un juzgado porque se había quedado embarazada a consecuencia -entre otras cosas- del tequila. Como se puede inferir fácilmente, estas confesiones producen un efecto positivo en la relación materno-filial que se había deteriorado considerablemente a consecuencia del espionaje telefónico casual de Mary. Final feliz, como siempre, y útiles mensajes subliminares. Genial, como siempre también.    

 

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