Regresión (2015): miedo sugestivo en el nuevo largometraje de Amenábar
Después de seis años, Amenábar lanza su nuevo largometraje Regresión, líder en taquillas en el que los espectadores depositan unas altas expectativas. El film no está exento de una crítica poco unánime y ya cuenta con ciertas discrepancias en las redes sociales como Twitter por el euro de la discordia.
Sin mayores pretextos, centrémonos en el análisis que nos ocupa: la acción se enmarca en pequeño pueblo de Minnesota en 1990 en el que John Gray (David Dencik) ha sido arrestado por el delito confeso de haber abusado sexualmente de su hija Angela (Emma Watson). Sin embargo, la confesión no convence al detective Bruce Kenner (Ethan Hawke) ya que el arrestado admite abiertamente su culpa pero parece no saber corroborarlo con sus recuerdos a los cuales es casi imposible acceder. Por ese motivo, precisan de la ayuda del prestigioso psicólogo Dr. Raines (David Thewlis), el cual intenta que John recuerde a través de una regresión que se le practica mediante un metrónomo que sirve de punto fijo y marca el compás de aquello que el psicólogo le pregunta a medida que intenta introducirse e indagar dentro de su mente para descubrir lo que en verdad pasó.
Un desconcertado John inculpa a un agente de policía de la comisaría del pueblo y una frágil Angela empieza a recordar dolorosamente las visitas a su habitación de una señora mayor y de una gran número de encapuchados con túnicas negras cuyos rostros eran reconocibles por ser habitantes del pueblo (proporcionando verosimilitud a la trama), quienes formaban parte de una supuesta secta satánica que invocaba al Diablo y organizaba orgías, violaciones y sacrificios de animales y niños.
Angela, presuntamente violada, utiliza el chantaje emocional con Bruce besándole y diciéndole que es el único que tiene en su vida con el fin de obtener su confianza y consolidar su imagen de chica frágil y víctima cuando, por el contrario, ella es quien se ha autolesionado dibujándose una cruz inversa propia de un rito satánico y es también quien le llama por las noches, empezando a crearle un miedo real a través de los recuerdos. El detective que investiga el caso empieza a ser víctima de esos recuerdos donde es difícil discernir la realidad tangible de la realidad inducida basada en una “falsa memoria” y donde ya no sabe qué creer. Éstos parecen situarse en un plano de realidad en el que los habitantes y los medios de comunicación publican y emiten noticias que conspiran acerca de la existencia de una secta satánica activa a escala nacional, que es capaz de captar a nuevos “fieles” mezclándose entre el resto de la población y mirándoles fijamente para captarles.
El miedo parte de la sugestión y juega con sus exponenciales víctimas desde las acusaciones que se hacen en el interrogatorio a John el cual señalan a priori como culpable, aceptando como válido el testimonio y los argumentos de Angela, sin ponerlos en tela de juicio. El entorno, por tanto, lo marca como culpable (como ocurría en el film de Dick Lowry Forgotten Sins, 1996) y examinando las pruebas, diciéndole que su hija ha confesado mediante una nota y también verbalmente, lo sugestionan a que crea que, en efecto, es el culpable. Las regresiones le conducen a revivir recuerdos inducidos que forman parte de una “falsa memoria” que nunca existió como recuerdos vitales sino como trazos inventados y del que beberá el miedo colectivo donde falsamente residen en aquello que podemos considerar nuestros recuerdos.
Este “miedo social” compartido en el que subyacen, gracias a su mediatización, los ritos satánicos y la lógica de una secta y que puede derivar al pánico o histeria colectiva apela a lo que se ha llamado la “esencia del miedo” o, en términos psicológicos, los miedos primarios que nos inducen a creer en la existencia de monstruos o la imaginación de ellos desde nuestra infancia y a sentir miedo, al que todos nos hemos visto expuestos en alguna ocasión pues, el ser humano, es vulnerable y puede que el thriller de Amenábar apunte a que todos, niños y adultos, podemos ser sus víctimas.
En definitiva, Regresión gravita entre el mundo psicológico de los recuerdos y el inconsciente donde influye sustancialmente el entorno y el sectarismo al que se asocian rituales satánicos con violaciones y asesinatos incluidos que van a ser investigados, utilizando una trama detectivesca-policíaca donde fluctúa la huella y la esencia del miedo como instinto primario que no abusa ni de efectismos ni de sustos sino que se sugiere y se desvaneciendo a medida que se pierde tensión dramática.
Doctora en Filología por la Universitat de les Illes Balears (2022) y, anteriormente, becaria predoctoral con una tesis centrada en personajes infantiles creepies, discursos de maternidad contemporánea, New Horror y narrativa transmedia. Máster en Lenguas y Literaturas Modernas (especialización en estudios literarios y culturales, UIB); Máster en Formación del Profesorado (Lengua y literatura, UIB) y Posgrado en el uso del cine como recurso educativo (UNED). Interesada en las representaciones audiovisuales infantiles y las maternidades contemporáneas, además de la aplicación del audiovisual y la narrativa transmedia como recurso educativo.