Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

Representación LGBTI en las series de Ryan Murphy

Parte de las series adolescentes americanas de los noventa y la ficción neogótica del nuevo milenio mantienen un tono sexualmente ambiguo, reforzando positivamente roles de género más inclusivos, revisando la masculinidad adolescente en sus personajes, tematizando el cuerpo masculino, y criminalizando la violencia poniendo el foco sobre sus consecuencias. Glee como comedia musical no es la primera incursión de Murphy en el género adolescente, sino la serie Popular (1999-2001). Pero sí es Glee la que más transcendencia internacional obtiene en los medios. El arranque de la serie, así, obtuvo una media de 9,91 millones de espectadores en Estados Unidos durante su primer año, atrayendo hasta unos 13,5 millones de espectadores en 2010. La serie, que gira en torno a la compleja dinámica social de unos inadaptados en el coro del instituto McKinley, resulta todo un éxito por el discurso inclusivo que propone. Por otro lado, en American Horror Story, Murphy promueve una revisión de la masculinidad hegemónica en la que tiene cabida el cuerpo masculino como objeto de deseo para el espectador, al igual que para otros personajes masculinos y femeninos de la ficción televisiva, tematizando dicho objeto de deseo. Con picos de audiencia de hasta 7 millones de espectadores tan solo en Estados Unidos (Nielsen, 2011-2016), AHS se adscribe estéticamente a una lumbersexualidad gótica en el que el cuerpo masculino se erige como centro de atención. El cuerpo, en definitiva, resulta central, siendo un elemento con entidad propia que debe ser controlado para establecerse en el marco de las relaciones adolescentes y sociales.

Las chicas y Kurt cantan «Bad Romance» en Glee

Con un elenco de actores que interpreta un espectro social amplio de inadaptados –diversidad étnica, identidad sexual y género–, Glee suscribe un mensaje de aceptación que ha sido alabado tanto por los medios de comunicación, como bien recibido por un público joven. Desafortunadamente, el análisis crítico de la serie revela una agenda ideológica cuestionable, a pesar de los grandes avances que proporciona en el ámbito de la visibilización LGBTI. En este sentido, podemos criticar la representación de la diversidad funcional en Glee al escoger para el personaje de Artie a un actor no parapléjico. El tratamiento de las cuestiones de género, sexualidad y su representación no son menos polémicas que las cuestiones raciales o de diversidad funcional, particularmente en lo que se refiere a la representación estereotipada de personajes LGBTI. Según Robert McRuer, el capitalismo neoliberal ha llegado a adoptar una cierta flexibilidad, en la que lo queer y las personas con diversidad funcional son representadas en el panorama audiovisual bajo “un clima discursivo de tolerancia, que valora y se beneficia de la ‘diversidad’ siempre y cuando estén subordinados a personajes heterosexuales sanos” (McRuer, 2006: 18). Ryan Murphy en Glee se alinea así con el discurso patriarcal y fracasa a la hora de subvertir con éxito los esquemas heteronormativos que subyacen sobre la representación audiovisual de una masculinidad hegemónica, principalmente, porque la serie incide en una visión del género poco poliédrica y encasilla toda diversidad sexual dentro de la homonormatividad como discurso válido.

Finn canta para Kurt y su novia  en Glee

Bajo esta dinámica, en Glee Kurt es estereotipado como una chica más en el instituto McKinley debido a su performatividad afeminada y a su homosexualidad (The Power of Madonna, 1×15, 2010; Theatricality, 1×20, 2010), lo que contrasta con la masculinidad de los integrantes del equipo de fútbol como Finn Hudson, su hermanastro y representante de la masculinidad hegemónica en el Glee Club. Sin alterar la dinámica social establecida en el instituto McKinley, Finn es llamado a defender constantemente a Kurt, quien asume un rol vulnerable y pasivo en una sociedad patriarcal en la que el hombre tiene el cometido y la responsabilidad de defender a su mujer (Furt, 2×08, 2010). Así Finn interpreta la canción de Bruno Mars Just The Way You Are, interpretación que canta tanto para Kurt como para su novia. En esencia, Kurt solo es capaz de obtener cierta agencia en el instituto McKinley gracias a la aceptación y protección que le proporcionan Finn, inicialmente, y posteriormente su novio Blaine. Por tanto, el concepto de tolerancia supedita y limita la libre representación de otras masculinidades no estereotipadas, reafirmando la posición de que los homosexuales son inferiores, incapaces de realizarse bajo los patrones de una masculinidad hegemónica con éxito, y que deben ser protegidos del mismo modo condescendiente que una mujer, otro aspecto también problemático en cuanto a la representación de género se refiere. Todo ello, por supuesto, legitima una concepción dual del género sobre la que se cimienta el sistema heteropatriarcal actual.

Chad y Patrick en American Horror Story: Murder House

En American Horror Story este mismo esquema se repite en los matrimonios de Chad y Patrick (Halloween: Part 1, 1×04, 2011; Halloween: Part 2, 1×05, 2011), y Ally y Ivy (7×01-7×08, 2017). En este sentido, Ryan Murphy ha recibido numerosas críticas a causa de la escasa variedad performativa que ofrecen sus personajes homosexuales, cayendo en un discurso estereotipado y homonormativo que reduce las posibilidades poliédricas de la identidad sexual y de género. American Horror Story propone, a través de siete escenarios distintos en un mismo universo narrativo (cada temporada narra una historia diferente), revisitar los cimientos de la cultura norteamericana, en especial la familia, sexualidad y género. Así, la relación de Chad y Patrick resulta desde luego muy poco estable en términos de representatividad inclusiva. Estereotipos como una sexualidad exacerbada, promiscuidad, infidelidad, culto al cuerpo, o el interés por la decoración reproducen una visión neoliberal y capitalista de la realidad homosexual (Halloween: Part 1, 1×04, 2011). La performatividad de género activo-pasivo (hombre-mujer) que hemos visto anteriormente en Kurt y Blaine aquí es motivo de conflicto. Quizás el único aspecto interesante de esta relación es la imbricación de la vida sexual de Patrick y Chad en su relación, y por tanto su visibilización en la serie (a pesar de que no se muestra en pantalla). Bajo estas mismas premisas, siguen una estela similar personajes bisexuales como Will Drake (Flicker, 5×07, 2015), o Ally y Ivy.

Ally y Ivy repiten los mismos patrones heteropatriarcales en American Horror Story: Cult

Gays, lesbianas, bisexuales y trans han sido, por norma general, relegados a series de televisión de temática LGBTI como Queer as Folk, The L-Word, o Will y Grace con dispar resultado. En este sentido, la representación de sendos aspectos (género y sexualidad) en Glee y American Horror Story resultan más complejas que la tradición audiovisual previa, aunque abusan de estereotipos homonormativos, e incluso homofóbicos, en el ámbito de unas relaciones afectivosexuales que casi siempre caen en el pastiche. Es loable, no obstante, la visibilización de distintos modelos inclusivos que ambas series promueven, a pesar de resultar reduccionista en ocasiones.

 

 

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