Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

Réquiem por un hombre solo: «Esterno Notte» (Marco Bellocchio, 2022)

El 16 de marzo de 1978, las Brigadas Rojas secuestran al presidente de la Democracia Cristiana Aldo Moro. Tras casi dos meses de encierro en una cárcel del pueblo, el cadáver de Moro es encontrado en el maletero de un Renault 4 rojo aparcado entre las sedes del Partido Comunista y de la Democracia Cristiana. Entre marzo y el 9 de abril en que se halla el cuerpo de Moro, se suceden una serie de comunicados de los secuestradores, cartas del político secuestrado a miembros de su partido así como también del resto de partidos de espectros ideológicos diversos, cartas destinadas a su familia y al Vaticano, y fotografías del secuestrado. Sin duda alguna la imagen de Aldo Moro frente a la bandera de las Brigadas Rojas forma ya parte del imaginario colectivo y de la historia contemporánea. Pero también se produjo una fuerte actividad en la prensa italiana que, siguiendo las indicaciones gubernamentales, se hacía eco de un hipotético estado anímico enajenado del prisionero y de su manipulación por la banda terrorista, fomentando la posición de no negociar en ningún caso con los brigadistas. Todos estos elementos ya de por sí son materiales susceptibles de ser trasladados a la pantalla en ficciones audiovisuales que van desde la reconstrucción de los hechos y el encierro de Moro dentro de los esquemas más típicos del thriller político hasta las implicaciones en los políticos italianos coetáneos, pasando por semblanzas biográficas del presidente de la DC. Buena muestra de ello son, entre otras producciones, Il caso Moro (Giuseppe Ferrara, 1986), Piazza delle cinque lune (Renzo Martinelli, 2003), Aldo Moro, il presidente (Gianluca Maria Tavarelli, 2008), Il Divo (Paolo Sorrentino, 2008) o el docudrama Aldo Moro, il professore (Francesco Miccichè, 2018).

Aldo Moro (Fabrizio Gifuni) en el primer episodio de la miniserie

Sin embargo, más allá de los acontecimientos descritos, el secuestro y posterior asesinato de Moro están plagados de lagunas a las que no son ajenos los distintos posicionamientos políticos durante el cautiverio o las injerencias extranjeras, por una parte, pero especialmente están plagados de posibilidades interpretativas de los distintos textos a los que nos hemos referido anteriormente y que ofrecen panoramas muy distintos a la pura linealidad de los hechos, por otra parte. Una lectura transversal de estos textos recogida por el escritor y ex-diputado Leonardo Sciascia en su más que interesante libro El caso Moro —publicado originalmente en 1978 y editado en España en 2010— en el que reconstruye la trama de pensamientos de Moro durante su encierro y su proceso tanto de relación como de decepción con su partido. Justamente en estas coordenadas debe situarse la miniserie Esterno Notte dirigida por Marco Bellocchio para la RAI, estrenada en 2022 en el Festival de Cannes y formada por seis episodios que se diseccionaron en dos partes para su estreno cinematográfico en Italia. Una miniserie que está disponible desde hace pocas semanas en Filmin. Y una perspectiva no lineal ya esbozada por el propio director en Buongiorno, notte (2003) donde la historia de Moro es enfocada desde la perspectiva de dos miembros de las Brigadas Rojas.

El ministro del interior Francesco Cossiga (Fausto Russo Alesi) en un momento de la miniserie

El primer episodio se inicia en la sede de la Democracia Cristiana en Roma donde tiene lugar un enconado debate acerca de la posibilidad de coalición entre la DC y el Partido Comunista liderado por Enrico Berlinguer para poder formar un gobierno que ofrezca la estabilidad al país. Mientras el ala fascista de la DC se niega en redondo ante esta posibilidad, la intervención de un moderado, orador convincente y negociador Aldo Moro (Fabrizio Gifuni) presenta la necesidad de dicha operación. Una presentación de personaje en toda regla, así como del ambiente contestatario de la población, y de  la aparición de los dos integrantes de las Brigadas Rojas. Esta presentación se verá inmediatamente seguida de la escenificación del secuestro y masacre, tal como comentan los propios brigadistas, de la escolta de Moro. Un primer episodio de ritmo lento y a veces extraordinariamente monótono como el personaje central de la historia que deriva hacia las acciones/inacciones y reacciones del entorno político, religioso y familiar de Moro ante el secuestro como tal. De esta manera, el ministro Francesco Cossiga (Fausto Russo Alesi), el papa Pablo VI (Toni Servillo), los brigadistas Adriana Faranda y Valerio Morucci (Daniella Marra y Gabriel Montesi), y Eleanora Moro (Margherita Buy) ocuparán los episodios de la miniserie que, de manera circular retornará en el episodio final a Aldo Moro.

El Papa Pablo VI (Toni Servillo) protagoniza el tercer episodio de la miniserie

Así, la propuesta de Bellocchio resulta ser caleidoscópica en la que el centro conceptual, Aldo Moro, apenas aparece como parte activa de la historia. Sin embargo, es una figura omnipresente ya sea como recuerdo vivencial al que no es ajena la idea casi premonitoria de la muerte (en el caso familiar), como fantasmagoría paranoide (para Cossiga), como sacrificio humano que carga con los pecados de la Democracia Cristiana (en su vertiente político- religiosa) y  como enemigo cuyas creencias y espiritualidad se tienen que respetar (para Faranda) y que debe tener unas condiciones dignas dentro del cautiverio (para algunos brigadistas). Igualmente es caleidoscópica la construcción narrativa de Esterno Notte en la que se rompe la linealidad en favor de la simultaneidad en las acciones/reacciones de los personajes de cada uno de los episodios de modo que el espectador reconstruye los elementos de la historia —con mayúsculas y minúsculas— en un ejercicio cercano al requerido por la dramaturgia brechtiana. Esta simultaneidad se concentra en escasas acciones, presentes en todos los episodios: el secuestro, la recepción de los comunicados de las Brigadas, la recepción de las cartas personales a familiares y «amigos» políticos, las publicaciones en prensa, las peticiones personales de liberación ante la negación a negociar y el asesinato de Moro. Todas y cada uno de ellas tienen su reflejo en la construcción de los personajes en los que repercutirá de manera contundente. El ministro del interior Cossiga se define como una persona sin iniciativa, bipolar, paranoide, hasta cierto punto supersticiosa y dependiente de las opiniones de los asesores norteamericanos. Una aparición, la de la inteligencia americana que puede parecer anecdótica pero que se entronca con la especulación de la  posible intervención estadounidense en el secuestro por la desestabilización geopolítica que suponían las negociaciones de Moro con el eurocomunismo. Una línea conspirativa que se une a la configuración de un gélido primer ministro Andreotti (Fabrizio Contri) y a la hipocresía de la DC con Benigno Zacagnini a la cabeza (Giorgio Alberti).

El episodio protagonizado por Noretta Moro (Margherita Buy) es uno de los mejores de la miniserie

El debate establecido en Esterno Notte se centra, pues, no solo en la dicotomía entre la intransigencia del gobierno a la negociación —como signo de una hipotética fortaleza del estado— y el inicio de conversaciones por razones humanitarias en una sociedad donde la pena de muerte está abolida sino, especialmente, en plantear la oportunidad de eliminación de Aldo Moro desde una perspectiva utilitarista para un partido instalado en el poder, con fuertes raíces totalitaristas y esencialmente corrupto. O, si se prefiere, la conversión de Moro en un chivo expiatorio que carga con los males y pecados seculares del partido que lo quiere convertir en mártir y, por tanto, en mito. Dos vertientes que se reflejarán en el debate interno de las propias Brigadas Rojas, así como en los intentos del Vaticano —con un Papa semi moribundo, con remordimientos de conciencia y que se flagela— de actuar como intermediarios en el caso, por una parte; y en la rebeldía de Eleanora Moro ante el hecho de la constatación de la conveniencia política de la muerte de su esposo, por otra parte. En cualquier caso, mientras la clase política es retratada monolíticamente, para el resto de personajes, la ausencia-presencia de Aldo Moro supone una especie de epifanía personal ya sea como decepción ante una lucha armada sin futuro ya sea como recuperación del amor nostálgico unida a la decepción ante la falsedad de un partido que sacrifica al esposo como forma de falsa purificación. Sin ningún género de duda, el episodio dedicado a Noretta (con una deslumbrante Margherita Buy) es de los mejores de Esterno Notte. Una epifanía que también alcanza a Aldo Moro quien, en sus últimos momentos en la cárcel del pueblo ya condenado a muerte y en una traslación religiosa evidente, se rebela contra un destino propiciado por el abandono del Estado como entidad suprema , omnipotente e invisible.

Aldo Moro en la fantasmagoría de Pablo VI durante la preparación del Via Crucis vaticano

Por todo ello, Esterno Notte puede definirse, utilizando una idea planteada por Sciascia, como un «réquiem para un hombre solo». Un réquiem que no es solo narrativo sino que tiene su reflejo en la puesta en escena. Así, la fotografía de Francesco di Giacomo establece las tonalidades de cada uno de los espacios-escenarios-emociones o falta de ellas de los personajes que protagonizan los distintos episodios de la miniserie. Como también marca las distintas fases del via crucis de los personajes presentes y especialmente el ausente Aldo Moro el montaje de Francesca Calvelli y Claudio Misantoni que delimitan casi imperceptiblemente el eje de las simultaneidades temporales de la acción y de la historia —de nuevo con mayúsculas y minúsculas. Pero no debemos olvidar que el requiem es eminentemente una fórmula religiosa para los difuntos con un fuerte componente musical con partes extremadamente delimitadas que se cumplen escrupulosamente en Esterno Notte y en la magnífica composición de Fabio Massimo Misantoni. En definitiva, una propuesta compacta y de múltiples capas que puede no ser del gusto de todos pero que es una pieza de orfebrería. De lo mejor de 2022. Una propuesta que encaja a la perfección con el compromiso social de Marco Bellocchio en su filmografía y en su trabajo en el Laboratorio Farecinema —desde 2017 una Fundación para la alta formación cinematográfica— y el Festival de Bobbio iniciado en 1995.

 

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