Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

Reseña de «Sexed Up: Theorising the Sexualization of Culture».

Fue en octubre pasado (2015), cuando el sindicato de actores norteamericanos sacó a la luz unas clausulas de contrato que los figurantes de la nueva producción televisiva de la HBO, Westworld, debían firmar. En ellas se les advertía, o exigía, que estuvieran dispuestos a protagonizar escenas de sexo explícito. Si bien el canal de televisión es conocido por la máxima “It’s not Porn, it’s HBO” con la que se ha publicitado, reclamando su identidad-marca que precisamente se distingue por combatir los prejuicios éticos y estéticos de la representación del sexo y la violencia,  y si bien es sabido que es en las cadenas privadas el escenario perfecto dónde poner en crisis dichos tabú, la noticia no dejó de conmocionar a parte de la opinión pública por la explicitación de sus demandas, precisamente.

No es ahora el momento de entrar en polémica, ni juzgar si unos pecan de ‘puritanos’ u otros de ‘explícitos y contraculturales’. Pero quizá el modo más justo de contextualizar los reclamos que la agencia de casting de la ficción y el porqué la explicitación ha pasado a ser una marca de la casa HBO, es hacer referencia al artículo de Feona Atwood “Sexed Up: Theorising the Sexualization of Culture” (2006).

En su artículo la autora analiza la importancia que los discursos sexuales tienen en nuestra contemporaneidad, de qué modo se articulan en lo audiovisual y lo cotidiano, y analiza los procesos por los cuales hoy la sexualidad, más que responder a un ejercicio de democratización sexual, se ha convertido en una suerte tropo normativizador y reduccionista.

Feona Atwwod afirma que hoy vivimos en un momento en el que la sexualidad explícita y supuestamente transgresora se ha convertido en algo convencional. De hecho, la sexualidad ha traspasado las fronteras de lo privado para acomodarse en el espacio público. Hoy consumimos sexo y sexualidad de un modo normalizado en distintas narraciones mediáticas y merchandising: en relatos eróticos y relatos pornográficos; en obrase de arte y discursos publicitarios; en artículos de opinión en revistas de moda, en artículos especializados; en sex shops y boutiques eróticas,… Pero si aparentemente este es un ejercicio democratizador, también debemos tener en cuenta que en este trasvase de esferas la mercantilización y la cultura del consumo tienen un papel clave. Por ello, refiriéndose a los autores como Kenneth Plummer y Brian McNair, habla de la “pornographication of culture” y “the streaptese culture” respectivamente. Con ello, la autora da cuentas de la dimensión y trascendencia que hoy el discurso de la sexualidad ha adquirido en los procesos de regulación social actuales.

Gracias la continuada representación y comercialización, hoy la sexualidad se ha convertido en una suerte de estilo de vida que fractura las líneas que separan la realidad de la ficción, lo privado de lo público, y lo real y lo representado. Y como estilo de vida, el discurso de la sexualidad y su representación y legitimación en el espacio público interviene en los procesos de construcción y promoción de las identidades culturales.

Por supuesto la autora no debate acerca de la conveniencia o inconveniencia de este fenómeno a nivel moral. Pero sí en su dimensión estética no exenta de implicaciones que tienen que ver con la regulación social y, por lo tanto, con relaciones de poder. En este sentido, Feona Atwood advierte que esta democratización de lo sexual puede ser analizada como una estrategia postmoderna y capitalista que intenta dar respuesta a unas prácticas de acceso y participación social que se demandan urgentes y populares que, precisamente por su carácter generalista, suponen una imposición y regulación de una determinada sexualidad.

Celebrar la democratización del discurso de la sexualidad, promocionar y comercializar la sexualidad a modo de estilo de vida, y alentar la autorepresentación o self-sexualization como si se tratara de un nuevo modelo de confesión de las identidades culturales y sexuales,  supone una descontextualización de lo sexual. Asimismo, supone un proceso de construcción y regulación de la sexualidad de un modo sexista  y clasista. A este punto, la autora, referenciando a Mark Jankovick, apunta al concepto petit bourgeoise, destaca que la sexualidad cada vez menos tiene que ver con un discurso ético o experiencia, sino estético. Proceso por el cual la sexualidad se va convirtiendo en un artificio que define, limita y empaqueta conductas y experiencias a modo de sofisticación y distinción cultural. Entonces es necesario poder cuestionar la democratización sexual que se ha instalado en la esfera mediática y comercial, promovida por la cultura  celebrity, la publicidad y la industria de la moda entre otras, precisamente por escribirse desde unos parámetros heteronormativos, occidentales y sexistas. Ademas, precisamente porque el discurso de la sexualidad pretende ser estandarte de unos procesos de acceso y participación social populares, implican un fuerte proceso de autoregulación cuando no autoimposición.

En este marco la autora contextualiza los procesos de hipersexualización con los que se construye la feminidad contemporánea. Procesos que no solamente normalizan y normativizan la cosificación de las mujeres en el imaginario sociocultural, sino que también son el reflejo de toda una serie de ansiedades, procesos de auto-regulación, y pérdida de la propia identidad en negociación con las estructuras de poder, a los que las mujeres se ven sometidas para culminar su visibilidad o participación social. Es también en este contexto en el que la autora advierte de cómo la cultura de la sexualidad va perdiendo su función –físico, placer, reproducción- para convertirse en un concepto que resuelve la participación individualista, narcisista y hedonista que tanto demanda el proyecto cultural del neoliberalismo.  

Finalmente, de lo que Feona Atwood nos advierte, es de que economía o política sexual sigue escribiéndose de una forma tradicional, que solamente es subvertida por el valor de su representación explícita y espectacular. Entonces, la transgresión de la nueva industria y cultura de la sexualidad no es tal, puesto que invisibiliza la diversidad sexual, normativiza el deseo, y sigue reasignando los mismos roles de género. 

Referencia bibliográfica:  Atwood, Feona. (2006) “Sexed Up: Theorising the Sexualization of Culture” en Sexualities, Sage Publications Vol. 9 Núm. 1 pp.77-94 [sexualities.sagepub.com/content/9/1/77]

 

One thought on “Reseña de «Sexed Up: Theorising the Sexualization of Culture».

  1. ¡¡Bravo!! Me ha encantado la reseña y estoy deseando leer a esta autora, descubrir qué otros escritos ha publicado… ¡un saludo!

     

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