Reseña película «El bosque maldito» (Lee Cronin, 2019)
Hoy en RIRCA reseñamos una película del género de terror de este año 2019 de la cual no hemos tenido una gran repercusión a nivel mediático pero que, sin embargo, deseamos comentar. Se trata de la película “El bosque maldito» (The Hole in the Ground) dirigida por Lee Cronin y coproducida entre Bélgica, Irlanda y Finlandia.
Después de la separación de la pareja, la maltratada Sarah se muda a vivir con su hijo Chris, dejando atrás su vida anterior que implicará un proceso de adaptación complejo para ambos: nueva casa, nueva escuela y, especialmente, nuevos patrones de conducta. La soledad de la familia y el lugar donde se han mudado ocuparán un lugar primordial en la construcción del horror a partir del vínculo materno-filial. En ese sentido, la ansiedad maternal porque todo salga bien llegará a ser asfixiante para su hijo. Sarah acabará siendo medicada por ello y, de manera simultánea, el comportamiento de Chris empezará a cambiar.
Alertados por su nueva vecina Noreen que se encuentran en medio de la carretera al principio de la película y, en adelante, al ir a visitarles – en forma de premonición narrativa– que supuestamente acusaba a su hijo de no serlo, es decir, había dejado de creer que era su hijo pues su comportamiento no se correspondía con el hijo biológico que conocía. A Sarah le sucede lo mismo: empieza a creer que su hijo no es su hijo, que es un impostor que ha suplantado su identidad y se percata de sus mentiras, le oculta que va al bosque, cuya prohibición estaba muy clara.
Utiliza clichés del género como el cronotopo de la casa apartada del mundanal ruido y conectada directamente con un bosque misterioso que alberga un secreto (avisamos de posibles spoilers): un hundimiento del terreno, es decir, un cráter en forma de círculo en mitad del bosque con árboles milenarios donde existe una posible especie debajo. La atmósfera irlandesa del filme tiene un toque típico del folk-horror, al acervo mítico irlandés en el cual la casa rural donde se han mudado se sitúa cercana a las malezas del terreno. El bosque, por tanto, se concibe como un personaje desde el cual emerge la maleza que dará lugar al horror: recoge en las entrañas del bosque una especie que es capaz de duplicar la identidad a toda persona que consigue llegar hasta él – y por ello, también, se hace incidencia en la importancia de los espejos en las casas, como cliché del género y por su significado en cuanto a reflejo de la identidad–.
Es precisamente lo que le pasó a Chris, acabó atraído por el bosque y llegó a su casa transformado, con un comportamiento siniestro, ajeno a su patrón de conducta habitual. ¿Quién mejor que su madre (en este caso) podría conocer más a su hijo? La película reseñada anteriormente “The Prodigy” (2019) también gira entorno a esta simple pregunta y también añade, ¿Es mi hijo un en realidad un impostor, que entroncaría con el trastorno de Capgras sufrido por Sarah? En ese sentido, la película puede beber de la leyenda irlandesa de los niños cambiados según la cual un niño es realmente el hijo de algún tipo de criatura fantástica que ha sido dejado en el lugar de un niño robado (en este caso, Chris se ha visto intercambiado por otro ente que adopta su misma identidad como hijo de Sarah pero que no es él). Los niños cambiados, en esta película, vivirían dentro del cráter y adoptarían la forma de otros niños que han estado jugando en el bosque.
Chris cumple con el estereotipo de niño creepie a la perfección, una apariencia aparentemente angelical que oculta un oscuro secreto: la suplantación de identidad de otra especie que se ha insertado en la vida humana, fingiendo ser el hijo de una humana. Podríamos recordar, en esta línea, personajes infantiles similares presentes en películas recientes, tales como “The Prodigy” (2019).
No obstante, en la película se vacila precisamente con ambas posibilidades: un ser salido de las profundidades de la tierra ha intercambiado el lugar de Chris, adoptando su físico y por ello se debe su comportamiento siniestro – tal como la advertencia que él mismo le hace a su madre y que solo escucha ella en el concierto navideño de la escuela –, o bien el juicio de su madre Sarah se está nublando tras haber sido víctima de maltrato que le ha dejado secuelas psicológicas y por las cuales está medicada.
Sea cual sea su premisa, Cronin juega acertadamente sus cartas en ofrecernos estas dos posibles lecturas y posicionando la figura de la madre y del hijo como un vínculo clave a nivel afectivo capaz de generar horror, en este caso, que bebe de folk y de las leyendas irlandesas.
Doctora en Filología por la Universitat de les Illes Balears (2022) y, anteriormente, becaria predoctoral con una tesis centrada en personajes infantiles creepies, discursos de maternidad contemporánea, New Horror y narrativa transmedia. Máster en Lenguas y Literaturas Modernas (especialización en estudios literarios y culturales, UIB); Máster en Formación del Profesorado (Lengua y literatura, UIB) y Posgrado en el uso del cine como recurso educativo (UNED). Interesada en las representaciones audiovisuales infantiles y las maternidades contemporáneas, además de la aplicación del audiovisual y la narrativa transmedia como recurso educativo.