“Rumbo al infierno” (Netflix, 2021): el terror social que elogia la “supuesta” bondad
La nueva serie coreana “Rumbo al infierno” (Hellbound y, en coreano, Jiok) estrenada para Netflix España este mes de diciembre se ha posicionado como una de las mejores series del 2021, siguiendo la estela que ha dejado la también serie coreana “El juego del calamar” (Netflix, 2021). Si bien en esta última, el juego trataba de “premiar” al ganador de unos juegos organizados por un sistema patriarcal que se burla, en cierto modo, de las personas en situación de riesgo o vulnerabilidad y convirtiéndolas en peones de ajedrez; la nueva serie pretende elogiar, supuestamente, la bondad desde una visión sectaria y burlar, a su vez, a quien infringe las normas sociales.
El código que utiliza “Rumbo al infierno” se sitúa en el drama policial situado en Seúl, con toques sobrenaturales a través del cual la bondad de la ciudadanía es premiada en tanto que la premisa narrativa consiste en que existe una nueva religión que idolatra las acciones que son vistas como “justicia divina”. Ésta se entiende como respuesta de Dios ante acciones perversas ejecutadas por el hombre. Las personas que han cometido un acto, a los ojos de Dios, perverso, serán castigadas y seres monstruosos de naturaleza sobrenatural serán los encargados de entregarles el mensaje, es decir, serán los mensajeros del destino divino y les avisarán del día y de la hora exactas de su muerte que, a diferencia con “Los juegos del calamar” será siempre utilizando el mismo modus operandi: carbonizando su cuerpo y arrastrando a las víctimas al infierno. Esta nueva religión va acompañada de un ferviente y creciente fanatismo por parte de algunos sectores de la población, incluidos los jóvenes y algunos influencers de Youtube. Se inician persecuciones y un terror social que burla, incluso, las retransmisiones en directo de la hora de la muerte de algunas de las víctimas, convirtiendo las dinámicas sociales en una especie de “Purga” (la saga de terror) permanente entre los fanáticos y los detractores de la “Nueva verdad”.
No obstante, la policía encabezada por el detective Jin Kyunghun y, especialmente, un bufete de abogados, representado por Min Hyejin serán los que trabajarán, en primer lugar, por encontrar a los responsables de los crímenes y, en segundo lugar, para entender la verdadera identidad sobrenatural de los mismos. El punto de mira se situará en conocer y entrevistar al líder de “La Nueva Verdad”, Jung Jinsu, quien verá crecer cada día su “ejército” de adeptos, fanáticos y justicieros.
La población está sumida al terror social y, si todos los adeptos a la religión consideran justificadas las muertes, el punto de inflexión para ellos será la llamada o aviso condenatorio que recibe un niño recién nacido el cual no ha podido ser corrompido ni ha podido cometer ningún pecado por el cual la justicia divina deba interceder pues, ¿qué pecado puede haber cometido un recién nacido, si apenas ha tenido tiempo de vivir y de “pecar”? Este caso causa revuelo social e insta, más si cabe, a que tanto la policía como el bufete de abogados investigan para conocer la verdad y rescatar al bebé. Sospechan, en el último episodio, que el líder del grupo religioso esconde un secreto que lo condujo a crear una nueva religión para poder escapar y evitar su propia muerte, aunque es esperable una segunda temporada para indagar de manera más profunda esta teoría.
En suma, asistimos a la representación de un comportamiento sectario de la sociedad donde el fanatismo se hace latente, especialmente, a través de redes sociales, de plataformas como “Youtube” y a través de los distintos medios de comunicación de masas para expandir una religión inventada, vestida de justicia divina televisada. Resulta aterrador también observar el modo en que las personas son capaces de combatir su propio miedo ejerciendo violencia sobre los demás, tachándolos de “pecadores” para sentirse más poderosos y exentos del juicio divino. La resolución del enigma sitúa al espectador en la creencia de una razón empírica de los asesinatos, en un primer lugar, o bien a la creencia de la existencia de los seres sobrenaturales, en segundo lugar. Se deja lugar a la violencia y a lo siniestro como características propias de las más recientes series de Corea del Sur y parte de su sello distintivo, aunque en este caso lo paranormal centrado en las figuras monstruosas que aparecen son los verdaderos protagonistas, demonios que funcionan como las Parcas para ejecutar el plan del Destino o Fatum y que reflexiona sobre la bondad, la culpa, la vergüenza y la venganza. La atmósfera, además, asfixiante y deprimente se logra, también, por la sensación de una inminente llegada del fin del mundo o la sensación de la población de despertarse al día siguiente con la llamada condenatoria en la que se describe la cita, es decir, el día y hora exactas de su muerte. La serie también nos ofrece una lectura reflexiva sobre la sociedad de la inmediatez donde el discurso, a veces populista, transmitido por redes sociales, resulta ser una visión sesgada de una realidad que es más ambigua y compleja de la que se refleja, superficialmente, en redes y, en términos de Bauman, de una modernidad líquida caracterizada por el cambio constante, la incertidumbre y la transitoriedad que se retrata a través de la ficción.
Doctora en Filología por la Universitat de les Illes Balears (2022) y, anteriormente, becaria predoctoral con una tesis centrada en personajes infantiles creepies, discursos de maternidad contemporánea, New Horror y narrativa transmedia. Máster en Lenguas y Literaturas Modernas (especialización en estudios literarios y culturales, UIB); Máster en Formación del Profesorado (Lengua y literatura, UIB) y Posgrado en el uso del cine como recurso educativo (UNED). Interesada en las representaciones audiovisuales infantiles y las maternidades contemporáneas, además de la aplicación del audiovisual y la narrativa transmedia como recurso educativo.