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Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

«Santa Clarita Diet» o la crisis de la clase media americana

Tengo que comenzar diciendo que no soy yo un gran fan de la teratología zombie y sus manifestaciones televisivas, pero quizás gracias a Santa Clarita Diet le dé una oportunidad a estos seres que regresan de la muerte para incluirnos en su menú. La nueva serie de Víctor Fresco para Netflix parte de esta mismísima premisa, pero como todo mito universal resulta original gracias a adoptar una perspectiva innovadora entre todo el imaginario zombie de una parrilla televisiva cargadita de remakes y tópicos eternos.

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Póster promocional de la serie

El matrimonio formado por Sheila y Joel, dos agentes inmobiliarios de Santa Clarita (California), se despierta un buen día para caer en la cuenta de que Sheila ya no está viva, pero tampoco muerta. Vamos, una zombie de manual. Si bien tratan de ignorar la realidad, el creciente apetito de Sheila y su constante transformación harán que toda la familia tenga que replantearse su modo de vida. Con altas dosis de comedia y diálogos incisivos, el aspecto más interesante de esta producción radica en el estrato social acomodado de la familia Hammond. En definitiva, la serie remueve conciencias e intenta trasladar al espectador la fragilidad de dos instituciones americanas como la familia y la clase media que se desmoronan con engaños, hipotecas, asesinatos, festines, cuernos y juegos de poder. Todo siempre con un tono irónico y ácido, sin perder de vista el humor negro. Casi todo el audiovisual zombie nos remite a que todos los males que afectan a nuestra sociedad, desde el consumismo compulsivo, hasta nuestra fijación por la violencia sin sentido, provienen del sistema neocapitalista en el que vivimos. Santa Clarita Diet es quizás mucho más clara y desternillante en la representación de esta alegoría.

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El matrimonio Hammond antes de un asesinato

Otro aspecto interesante de esta producción es que el argumento comienza in media res, con lo que todo el proceso de contagio – un aspecto central en las narrativas zombies – se pasa prácticamente por alto para dar mayor énfasis a otros discursos críticos más acuciantes: la vida y la muerte, el contrato social del matrimonio, el poder del consumismo en la clase media como catalizador del Capitalismo, o incluso cierto debate en torno a los roles de género. Y es que la repentina enfermedad de Sheila cambia su visión de la vida. Su corazón parece haber dejado de latir, pero tiene más energía que nunca, un impulso sexual insaciable, menos inhibiciones … y anhelos muy distintos. Una metáfora que ya tenía ocupados a los escritores románticos y góticos del XVIII y XIX. Se siente liberada de toda conducta social hegemónica y de los roles de madre, esposa y mujer de clase media-alta de un suburbio californiano.

El capitalismo en crisis desde luego también es objeto de crítica constante en el imaginario de esta serie que se atreve con la policía, la doble moral vecinal, el mercado inmobiliario, o el contrabando de cadáveres en la morgue. No se trata de ver a una Drew Barrymore abalanzarse a la garganta de todo lo que pilla. Se centra más bien en cómo ella y su familia se ajustan a su nueva normalidad e intentan luchar contra las reglas establecidas por el Capitalismo, al tiempo que intentan pasar desapercibidos. Es un viaje del héroe en toda regla, salvo que sin héroe y con monstruos.

Así mismo, como meta-serie explota desde un punto de vista esperpéntico todos los mitemas que abundan en torno a la teratología zombie gracias a Eric, el joven vecino de los Hammond, experto friki en la materia. Tanto diálogos como argumento resultan relativamente ligeros si permanecemos en un visionado superficial. Sí, también es una comedia para pasar un buen rato. Sin embargo, no todo es lo que parece. Tras unos efectos especiales con un toque kitsch y un presupuesto limitado, Santa Clarita Diet resulta tremendamente surrealista tanto en lo estético como en lo narrativo. El ritmo trepidante de una narración diseccionada en diez capítulos ayuda a su digestión sin tener que echar mano de una manzanilla.

Santa Clarita Diet

Es la hora de comer, ¿no tienes hambre?

En cuanto al casting, Barrymore no es quizás la primera actriz en la que necesariamente piensas para una comedia grotesca como esta. Pero la química entre Barrymore y Olyphant sin duda traspasa la pantalla. El único aspecto negativo, a mi modo de entender, es la actuación de Liv Hewson en el papel de Abby Hammond, la hija predilecta. Su constante ceño fruncido y su limitado registro de emociones recuerda a una joven Julia Stiles en Ten Things I Hate About You.

Víctor Fresco, en definitiva, no deja de sorprender. Tras éxitos a sus espaldas como My Name Is Earl o Better Off Ted, Fresco vuelve a acertar con una comedia de humor negro y bajo presupuesto con la que le auguramos un gran éxito. La segunda temporada de Santa Clarita Diet ya está confirmada para el 2018.

 

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