Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

«Señor, dame paciencia» (Álvaro Díaz Lorenzo, 2017). Del cliché costumbrista a la crítica social.

La premisa de Señor, dame paciencia,  la comedia española de este verano de Álvaro Díaz Lorenzo es muy sencilla: un banquero gruñón de derechas retirado, con ideas anquilosadas y aficionado del Real Madrid (con la interpretación de Jordi Sánchez) debe conseguir reunir a sus hijos y a sus respectivos yernos para cumplir con la última voluntad de su mujer (interpretada por Rossy de Palma), es decir, viajar juntos en una furgoneta hippie con una Senyera a un lado para pasar un fin de semana en Sanlúcar de Barrameda y esparcir allí sus cenizas en el Guadalquivir.

No obstante, el objetivo se dibuja ciertamente complicado por su actitud en la que se ponen de manifiestos todos sus prejuicios que le impiden tener una buena relación con sus hijos y/o aceptar la elección de sus respectivas parejas. Los personajes estarán seleccionados para cumplir con la identidad que precisamente se les presupone en tanto que ocupan una mezcla de diversos clichés conocidos por la audiencia: por su procedencia (madrileño, andaluz, catalán o vasco), por su condición social y/o ideológica (antisistema vago, padre irresponsable, pijo pepero…) y también por su orientación sexual (heterosexualidad, homosexualidad, .etc.)

Se exacerban las diferencias entre todos dibujando una concepción de personajes corales que responden a esquemas preestablecidos, acercándonos de forma más sutil a las (casi) caricaturescas películas como Ocho apellidos vascos (2015), Ocho apellidos catalanes (2016) que beben, irremediablemente de Bienvenue chez les Ch’tis (2009) y a su remake Bienvenuti al Sud (2010) las cuales se nutren, por tanto, de las diferencias tópicas entre los del norte y los del sur en fórmula cómica.

Rossy de Palma

Los respectivos yernos junto con  el suegro serán los principales personajes que encajarán (al menos, a priori) en los clichés del catalán tacaño (el cómico y actor David Guapo), un perroflauta antisistema (Salva Reina), un homosexual negro y vasco (Bore Buika) y, ciertamente, un facha de derechas seguidor del Real Madrid e incapaz de ver más allá de sus propias ideas (Jordi Sánchez).

Las dos hijas e hijo querrán llevar a cabo los deseos póstumos de su madre a toda costa pese a que ello pueda suponer tener que soportar algunas críticas de su padre por sus parejas aunque será su precisamente Gregorio quien sufrirá una mayor evolución psicológica en tanto que aprenderá a respetar a los demás, a desterrar ideas de rechazo, de aversión o incluso de odio “al otro”, al diferente; a aceptar  las decisiones de sus hijos y a apreciar los deseos de su mujer de ser una familia unida, lucha por la cual ya sufrió su primer infarto. Gregorio, por tanto, se dejará “aconsejar” por las visiones de su fallecida mujer, por los consejos de sus hijas y también por el hecho de que su yerno vasco negro gay le salvase antes de atragantarse y le dijera que él habría hecho lo mismo. Ciertamente, este hecho se establece como una diferencia sustancial en la que empieza a respetar a los demás y a convertir su enfado y odio en comprensión y amor hacia su familia.

señor dame paciencia

Pese a estar construida sobre clichés que favorecen discursos contrapuestos de modo que la dicotomía es una posición fácil y efectista a nivel cómico y que configuraría un retrato costumbrista de la sociedad española contemporánea, Señor, dame paciencia también permite su utilización como lectura hacia una crítica social desde la comedia y los tintes dramáticos. En ese sentido, ésta puede constituirse como una muestra en que la sociedad es capaz de reírse de sí misma en un intento de termómetro de “todos los males de este país” (como señalaban los civiles en la película) aglutinados en la película.

Al fin y al cabo, éstos permiten poner de relieve algunos temas que preocupan y afectan a la sociedad española de un modo menos polémico y más agradable tales como el racismo, la intolerancia, la homofobia, el respeto por la multiculturalidad, la construcción de la identidad cultural y lingüística, la diversidad en clave de comedia mediante la dulcificación de esos temas, tratándolos de un modo “amable” por el tono luctuoso y dramático con el que empieza la película y la matización de los clichés a medida que transcurre la trama. Si bien sus diálogos resultan, en ocasiones, demasiado predecibles y puede residir en la superficialidad del cliché, la película ofrece una posibilidad que va más allá del simple retrato costumbrista español para poner en tela de juicio temas de crítica social que se derivan y que cabe repensar.

 

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