“Sense8” o la hibridación del género
Este mes de junio llega a su fin Sense8 (2015-2018). Esta serie de ciencia ficción creada por Lana y Lilly Wachowski para Netflix ha sido quizás una de las apuestas más arriesgadas de estas famosas cineastas, en las que el fenómeno de la ficción transnacional tan en boga actualmente es llevada a un nivel superior. Con un elenco internacional con actores como Aml Ameen, Freema Agyeman, Anupam Kher, Max Riemelt, Miguel Ángel Silvestre o Brian J. Smith, Sense8 sigue la historia de ocho desconocidos de diferentes partes del mundo que, de repente, ven cómo sus vidas se entrecruzan a causa de una “mutación”. De la noche a la mañana, los ochos protagonistas están mental y emocionalmente vinculados. Doona Bae interpreta a Sun, la hija maltratada de una adinerada familia de Seúl, deportista y karateka. Brian J Smith (Gossip Girl) interpreta a un policía americano, Will, con gran corazón y capaz de expresar sus emociones o llorar con la misma rapidez que desenfunda su pistola. Miguel Ángel Silvestre (Sin tetas no hay paraíso) da vida a Lito, una estrella de cine de acción mexicana secretamente homosexual. Max Riemelt es Wolfgang, un heterosexual berlinés con una infancia tormentosa y sin escrúpulos que se enamora de una joven india, Kala, y acaba en un relación mmf. Jamie Clayton, la actriz transgénero estadounidense, interpreta a Nomi, una pirata informática a punto de ser lobotomizada por su condición. Y así hasta completar un elenco de ocho protagonistas.
Sense8 tiene como objetivo revisitar y explorar el género en todas sus acepciones, como si las hermanas Wachowski se hubieran servido de la mismísima RAE. Sense8 explora la noción de género como especie humana, criticando abiertamente las miserias del homo sapiens, quienes ya no están en lo más alto de la pirámide evolutiva. Explora también la noción biológica de este concepto, como taxonomía que agrupa a especies que comparten ciertos caracteres, abordando con naturalidad teorías queer o gender fluid. No deja de lado tampoco el género desde un punto de vista sociocultural y, por supuesto, el género como una de las distintas categorías o clases en las que se pueden catalogar las artes, entre ellas la cultura popular audiovisual.
Esta serie es el resultado directo de la globalización y la hibridación del género audiovisual transnacional. La ruptura en el mundo moderno que supone este fenómeno se materializa en una ruptura del continuo tiempo-espacio, lo que nos permite establecer relaciones y asimilar prácticas de culturas distantes. Sense8 propone una revisión de las técnicas narrativas actuales, en las que los protagonistas, por ejemplo, no tienen por qué necesariamente vivir en la misma ciudad para ver sus destinos entrelazados. Para las hermanas Wachowski, por tanto, nuestra identidad no es un concepto fijo en el tiempo y limitado por el espacio, sino un mecanismo translocal de asimilación y apropiación. Un proceso, ya sea dicho de paso, presente en nuestros hábitos y prácticas diarias gracias al acceso a los medios como Internet o la televisión.
La premisa es clara, tanto la identidad de los personajes como la propuesta audiovisual en sí mismas son híbridas y fluidas. En otras palabras, si entendemos nuestra identidad como una entidad híbrida en la que se solapan diversos aspectos como el género, la edad, la etnia, la sexualidad, que no reside en un punto fijo limitado por fronteras geográficas, entendemos que cualquier cultura es el resultado de un proceso de hibridación. Nuestra identidad y la de los personajes en la serie, por tanto, es construida a través de un proceso de articulación junto a otros aspectos como clase social, género, sexualidad, o etnia. La hibridación estructural –la interacción social o étnica (entre otras) en términos espaciales– e hibridación cultural –la recepción, legitimación o resistencia hacia modelos culturales foráneos– son las bases sobre las que se construye Sense8.
Sin embargo, hacer malabarismos con ocho arcos narrativos tan dispares no es una tarea fácil, y aunque Sense8 no se apoya particularmente demasiado en estereotipos culturales, la mayoría de sus personajes se adscriben a la reinterpretación de un tropo familiar. El gay armarizado, el gánster sin piedad, el indio bailando al más puro estilo Bollywood…. No obstante, lentamente dichos personajes evolucionan para convertirse en entidades más complejas a medida que la historia avanza. Debemos señalar, por ejemplo, que no siempre el punto de partida son estereotipos culturalmente aceptados. Así, dos relaciones consolidadas en la ficción desde su inicio son relaciones homosexuales y transgénero.
En definitiva, si bien no es perfecta, resulta altamente recomendable, casi de cumplido visionado.