The Big Bang Theory: reseña del episodio 16, de la temporada 12
Parece que, conforme se acerca el final de la serie, ésta quiere dejar despedirse a algunos de los personajes secundarios que han tenido, no obstante, un papel relevante a lo largo de los años de su emisión. En esta ocasión, se concede esta oportunidad a quien puede considerarse el antagonista de Sheldon, Wil Wheaton. Y es que, como ya vimos en un episodio anterior, éste fue elegido para encarnar al Dr. Proton en el programa para niños que lleva su nombre. Como trata sobre ciencia, recibe como invitados especiales a dos investigadores que pueden ser ganadores del próximo Premio Nobel, que no son otros que nuestra querida pareja, Sheldon y Amy. Por unos instantes, me invadió la esperanza de que, si explicaban la teoría que podía darles el pase a tan preciado reconocimiento -la superasimetría- al público infantil, por fin podría entenderla yo también. Pero ésta se desvaneció en unos segundos; los mismos que pasaron hasta que Sheldon empezó a exponerla, que deja a dos velas tanto al público real -en el que me incluyo- como al ficticio: el de los niños espectadores del programa de ciencia Dr. Proton.
Podríamos pensar que el objetivo principal de dicho programa infantil no se consigue, pues, pero no es así. Lo mejor estaba por venir y consistía en la sorpresa que iba a llevarse Sheldon al abrir la puerta del ficticio laboratorio (no sin antes negarse a hacerlo para demostrar a los niños que no deben abrir la puerta a desconocidos) y encontrarse cara a cara con uno de sus actores más admirados: nada menos que William Shatner, el Capitán Kirk de Star Treck. El pobre Sheldon no puede ocultar su enorme entusiasmo, especialmente cuando el actor le llama “Oficial Científico Cooper”, momento en que ya no puede controlar ni los alimentos ingeridos, que salen vomitados en tropel sobre el Capitán.
Tras el desastre causado, Sheldon decide ir a disculparse a casa de Wil, donde pone en práctica su triple llamada intercalada por el apóstrofe al dueño del hogar. Aunque vuelve chorreando porque Wil lo echa poniendo en marcha los aspersores de agua, lo hace también con una valiosísima información para todo el grupo: Wil estaba jugando a Dragones y Mazmorras nada menos que con Shatner, entre otros posibles famosos. Los amigos no tardan en diseñar un esquema al más puro estilo científico, que combinan con un análisis del Instagram de Wil para tratar de deducir qué otros conocidos pueden completar el sexteto de participantes. Así, aunque no tienen claro quiénes son los demás famosos, sí que descubren que en una foto aparece o bien una especie de fantasma o Stuart (pobre Stuart).
Esto da lugar a una escena graciosa en la que el grupo de chicos recibe a Stuart en la cocina de Howard (recordemos que se acopló a vivir en su casa) al más puro estilo mafioso, al que no nos tienen para nada acostumbrados. Pero, a pesar de ello, parece dárseles bien, pues consiguen amedrentar a Stuart hasta el punto de que prefiere abandonar su honroso sitio en juego a sentirse bajo la presión de mantener el secreto entre estos «mafiosos». El resultado es que queda un sitio libre que Wil ofrece, de nuevo en secreto, a Leonard. Durante la partida, que comparte con el anfitrión y toda una ristra de cameos que hacen de sí mismos (Shatner, Joe Manganiello, Kevin Smith y Kareem Abdul-Jabbar), Leonard no puede salir de su asombro y alegría. Y esta se mantiene al volver a casa, donde, aunque Penny no muestra ni el menor interés en saber nada de su participación en la partida, cuenta su experiencia a su mujer, a la que -por el contrario- se le ilumina la cara al escuchar el nombre de Manganiello, protagonista de Magic Mike. Aunque no conozcáis la peli -como me ha ocurrido a mí-, viendo la complexión del actor y el modo en que lo tratan las chicas (que consiguen que, una vez expulsado Leonard por chivato también, Wil las invite a la partida), podéis deducir que su admiración no es precisamente del mismo tipo que la (principalmente intelectual) que sienten por sus chicos. Se da en este episodio, pues, uno de los casos de inversión de roles cada vez más numerosos en la televisión contemporánea, de forma que el hombre es abiertamente convertido en un mero objeto de deseo. Además, también vemos cómo Penny ridiculiza la adulación masculina diciendo a su emisor: «Me gustan tus palabras de abuelo».
En resumen, este episodio da varios giros tanto de roles de género como argumentales, siendo el último de ellos protagonizado por Wil Wheaton, quien, en lugar de pedir que las chicas también guarden el secreto de esta partida, decide difundir la reunión en una foto que, además, envían a sus chicos. Ellos, que suelen aplicar la lógica a sus pensamientos, como buenos científicos, terminan reconociendo que se merecen lo que les ha pasado, según recogen las palabras de Leonard. Episodio interesante, pues, y bien construido. Lo único es, eso sí, que no hace referencia alguna a algunos temas que estaban desarrollándose, como es la relación de Raj y Anu, que ni aparece ni se nombra… Veremos si resurge en próximos episodios antes de que llegue el -temido, por mi y por muchos seguidores- final de la serie. Nos quedará el consuelo de seguir con El joven Sheldon, que ha sido renovado por dos temporadas más.