Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

The Big Bang Theory: Reseña del episodio 19 de la temporada 12

Ya venía señalando en referencia a episodios anteriores cómo Sheldon, a pesar de sus dificultades naturales para socializar y empatizar, estaba progresando adecuadamente y convirtiéndose en una persona mucho mejor. Le hemos visto ir esforzándose, especialmente, por preocuparse más por su esposa, actitud que, además, se ha hecho extensible a veces hacia otros personajes de la serie. Pero es en ella en quien se centra su atención en este decimonoveno episodio, titulado «The Inspiration Deprivation» («La falta de inspiración»).

Como comenté en mi última entrada, en el episodio anterior, Amy perdió los nervios en la reunión de personalidades premiadas con el Nobel al encontrarse con los que ella acusó a voz en grito de impostores. Tanto fue así que, en este nuevo episodio, el Presidente Siebert convoca a Shamy a Recursos Humanos, donde su directora, Ms. Davis (representada por la oscarizada Regina King), les llama la atención sobre su comportamiento inapropiado y sobre cómo éste puede privarles de conseguir el tan preciado galardón, que sería extremadamente beneficioso, no sólo para la propia pareja, sino también para la Universidad a la que pertenecen.

Pero la reprimenda no se queda ahí, sino que, por si Amy no se sentía ya lo suficientemente presionada, Ms. Davis le recuerda que, si consiguiera el Nobel, sería la cuarta mujer en la historia en conseguirlo, remarcándole de paso las consecuencias que ello tendría para su influencia sobre las mujeres del mundo entero, especialmente las jóvenes. Cuesta entender por qué esta señora, en lugar de tratar de tranquilizar a Amy para evitar nuevas escenas iracundas e inapropiadas, lo que hace es poner aún más presión sobre sus hombros. Sólo puedo pensar que se trate precisamente de una sátira hacia este tipo de Departamentos, como también se deduce del hecho de que Ms. Davis diga exactamente lo mismo que el enfadado Presidente Siebert, pero con una voz y tono calmado propios de su condición profesional. Así se lo explica a Sheldon cuando le hace esta misma observación.

En este estado de cosas, Shamy, como en otras ocasiones, acude a su pareja de vecinos y amigos: Lenny. Estos son informados del estado crítico en que se encuentran: Amy ha llegado incluso a gastar toda una barra de desodorante en una hora -luego sabremos que, además, era de hombre. Tras prestarles la debida atención, les hacen una serie de sugerencias para calmarse, entre las que escogen adentrarse en una cámara/cápsula de asilamiento sensorial. Para nuestra sorpresa, aunque Sheldon no puede mostrarse al más puro estilo Sheldon cuando revisa todos los términos y condiciones de su cápsula antes de adentrarse en ella y cuando se burla del nombre de la encargada, sin embargo, luego le vemos relajado y disfrutando de la experiencia aconsejada por sus amigos. Y también para nuestra sorpresa, Amy, sin embargo, sale de la cápsula aún más estresada de lo que entró, ya que dentro no ha hecho sino ver (imaginándolas, claro) imágenes de mujeres que le reprochan que no gane el Nobel, empezando por la propia Ms. Davis. Pero, al final del episodio comprobamos que, como siempre, el sentido común es más útil que la tecnología e incluso que la información que se pueda obtener de internet, cuando Sheldon, conmovido por el malestar que siente su esposa, se siente a su lado, la abraza, y le canta su canción favorita: «Lindo gatito…», consiguiendo, por fin, que sienta mucho mejor. De nuevo, en la serie, reina el amor. ¡Yuju!

¿Y qué pasa con el resto de los personajes en este episodio? Ya sabemos que siempre hay una historia paralela y en esta ocasión no podía ser menos, aunque tiene mucho menos peso que lo contado hasta ahora. Resulta que Howard echa de menos la scooter que tenía antes de que Bernadette le obligara a venderla, así como los buenos momentos que vivió con ella y compartió con su amigo Raj. Así que no puede resistirse a comprarse una que está en venta en el aparcamiento de su universidad. Esto da lugar a momentos en que no he podido evitar soltar una carcajada, como cuando Bernadette, que vuelve de dar un paseo a sus hijos, ve en las manos de Howard un casco. A éste, tras ser preguntado por dicho objeto, no se le ocurre otra cosa que deshacerse de él lanzándolo nada menos que a un contenedor de basura, como si de una bomba se tratara. En ese mismo momento, tras intentar sin éxito contactar con Raj, éste aparece subido en la moto, para desaparecer de inmediato, cambiando su trayectoria repentinamente al ver a Bernadette, dando la impresión de que más bien ha visto al mismo diablo. Pero de nada sirven estas acciones: poco después vemos a Howard entregando el dinero -hasta un billete que ha intentado quedarse- que ha recibido del profesor al que ha tenido que revenderla, presionado por su mujer. Este asunto queda así  resuelto; y el de Amy se zanja con una visita en la que ésta se muestra más segura de sí misma ante la directora de Recursos Humanos, hasta el punto de terminar tomándose un trago con ella. Responde, pues, el episodio a esta nueva ola de programas, series y películas que muestran a la mujer en un papel mucho más activo y «empoderado» -por usar esta palabra tan de moda- que en el pasado. A ver lo que dura, y a ver si esto se traduce en un paralelismo en la realidad o es un mero espejismo.

 

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