«The Big Friendly Giant» (BFG), entre Dahl (1982) y Spielberg (2016)
El galardonado Steven Spielberg (Puente de los espías, La lista de Schindler, Rescatando al soldado Ryan y no olvidemos la clásica E.T.: El Extra-Terreste) junto el guion de Melissa Mathison (E.T.: El Extra-Terreste, El caballo negro) nos deleita con The Big Friendly Giant, película basada en la novela homónima de Roald Dahl (1982) la cual lleva el sello de sus creadores y del bagaje de los mismos como serían E.T.: El Extra-Terrestre en el primer caso y, en el segundo caso, Charlie y la Fábrica de Chocolate y Matilda y está coproducida por Walt Disney Pictures, Dream Works Pictures, Amblin Entertainment y Walden Media.
Sin pretensiones de hacer demasiados spoilers, Spielberg nos ofrece casi a modo de cuento la historia fantástica de una jovencita inglesa, Sophie (Ruby Barnhill) que vive en un orfanato y de un gigante que le presenta tanto las maravillas como los peligros del País Gigante (Giant Country). El Big Friendly Giant (interpretado por Mark Rylance), lejos de encarnar un monstruo al que todo niño teme (o no) por sus grandes dimensiones, sus enormes orejas y su agudo sentido del olfato no es como el resto de habitantes del país si no que su carácter solitario (casi ermitaño) y su bondad (que, digamos, rozaría sutilmente un estado transitorio de ingenuidad y pocas luces) lo hace ciertamente especial. Además, mientras otros gigantes como Bloodbottler (Bill Hader) y Fleshlumpeater (Jemaine Clement) que son el doble de grandes que él y provocan el doble de miedo ya que comen carne humana, él prefiere alimentarse de Snozzcumber y Frobscottle.
Presenciamos, como podría entreverse si hiciéramos una visión retrospectiva de la filmografía spielbergiana, una infancia vulnerable que se dibuja como ciertamente “problemática” al estar inserta en una estructura familiar poco estable (un estado de orfandad, por ejemplo) donde la inocencia propiamente dicha desaparece para dejar lugar al desarrollo de personajes protagonistas sensibles y, según consideramos, con una alta capacidad de resiliencia y, en consecuencia, con una gestión que implica un grado de responsabilidad más que destacable y que excede, en algunos casos, los territorios atribuidos socio-culturalmente a la edad infantil.
La fantasía será la llave y la respuesta en algunas de sus obras audiovisuales y la imaginación infantil será también la que reinará esta película. Si al principio Sophie desconfía del misterioso BFG, después se percata de que no supone ninguna amenaza para ella sino que, en realidad, emprenden juntos una gran aventura que forjará, a lo largo del film, una amistad con este gigante (como pasaría, si se nos permite el paralelismo, con Elliot y E.T. los cuales, después de sorprenderse y asustarse al instante por ser diferentes el uno y el otro, acabarían sintiendo que pese a sus diferencias, compartían cosas en común y podían aprender el uno con el otro). Nuestra protagonista tendrá muchas preguntas (y no podemos evitar hacer referencia al carácter de Matilda a tal respecto) porque nunca había tenido la ocasión de encontrarse con un gigante y quería saciar su curiosidad antes de la aventura.
El BFG llevará a Sophie al País de los sueños (Dream Country), un lugar maravilloso donde residen los sueños y donde se envían a los niños para que aprendan todo sobre la magia y el misterio de los éstos. Sin embargo, la presencia indeseada de la protagonista en el mundo alerta a los gigantes de los cuales ella podrá conocer en primera persona su mundo, cómo viven, cómo son, cómo se comportan y cuáles son los peligros que comportan que las actuaciones, que de cada vez son más molestosas. Sophie y BFG salen de Londres para ver a la Reina (Penelope Wilton) con el fin de advertir de la precaria situación que se está viviendo aunque previamente han tenido que convencerla de su existencia para después poder deshacerse de sus actuaciones.
En definitiva, el film de Spielberg nos permite imaginar un mundo donde, en una buscada sutil simplicidad, se ensalza el valor de la amistad entre dos personajes entre sí, una niña (que no deja de ser una heroína) y un gigante quienes son capaces de luchar en una aventura fantástica, por conseguir derrotar al enemigo juntos, a pesar de sus diferencias lo cual nos otorga una moraleja de carácter universal que bebe de la literatura a través de un espectáculo audiovisual extraordinario.
Doctora en Filología por la Universitat de les Illes Balears (2022) y, anteriormente, becaria predoctoral con una tesis centrada en personajes infantiles creepies, discursos de maternidad contemporánea, New Horror y narrativa transmedia. Máster en Lenguas y Literaturas Modernas (especialización en estudios literarios y culturales, UIB); Máster en Formación del Profesorado (Lengua y literatura, UIB) y Posgrado en el uso del cine como recurso educativo (UNED). Interesada en las representaciones audiovisuales infantiles y las maternidades contemporáneas, además de la aplicación del audiovisual y la narrativa transmedia como recurso educativo.