Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

‘The Flame In The Flood’: un desesperante survival

The Flame In The Flood es un juego de supervivencia y roguelike desarrollado por The Molasses Flood (2017) para múltiples plataformas que empezó desarrollándose como proyecto independiente a través del micromecenazgo. Sin embargo, los autores no son completos desconocidos: son responsables, de entre otros títulos, Bioshock Infinite, Halo, Rock Band, Titan Quest y Guitar Hero.

Sin tiempo de largas introducciones, The Flame in the Flood mete directamente al jugador en una ignota y desolada región de América. Lo único que acertamos a saber es que una gran inundación ha acabado con la sociedad como la conocemos. Sólo queda un gran río, donde en ocasiones encontraremos pequeños núcleos de civilización, u obstáculos como edificios y vehículos atrapados por la corriente.La naturaleza se ha cobrado su venganza y todo rastro de civilización es prácticamente testimonial.

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El jugador encarnará a una chica llamada Scout, que, junto a su perro Aesop, intentan sobrevivir en este suave postapocalipsis.  Siguiendo una vaga señal de radio, nuestra tarea será de mantener a los protagonistas con vida, mientras se abren camino por la inundación y los peligros que los acecharán cuando se detengan a buscar recursos.

El juego, pues, se estructura en base a la gestión de los recursos (agua, alimentos, antibiótios) y a la creación de nuevos objetos (crafteo, como se conoce en el argot videojueguil) que permitan, a su vez, optimizar la recolección de esos recursos. Es importante también la gestión del tiempo (día, noche), así como estar preparado para las inclemencias del tiempo (lluvia, especialmente), que harán que nuestra salud se resienta.

Los peligros serán muchos y diversos: animales salvajes, envenenamiento por beber agua estancada, enfermar por estar a la intemperie, morir de debilidad por no dormir o por inanición… Las posibilidades de que todo salga mal son infinitas.

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Quizá éste es el problema de este videojuego. El diseño, que juega con un estilo sencillo pero de líneas duras, y que recuerda un poco a las animaciones de Dave McKean, es suntuoso y uno de los grandes aciertos del juego. Su ambientación está muy bien conseguida, y es muy evocadora. Los escenarios están bien conseguidos y la música que acompaña, sencillas tonadas folk de estilo campamento, nos mete en la historia. Pero su dificultad lo hace poco recomendable para los jugadores no habituales: hay pocos puntos donde salvar la partida y una gran parte del recorrido es configurado al azar, de manera que no hay dos partidas iguales. Eso le da bastante rejugabilidad, pero también deja al jugador en manos de la diosa Fortuna: puede que la aparición de nuevas localizaciones le favorezca o (lo que será lo más habitual) le desfavorezca. Así que uno no puede evitar pensar que el juego consiste básicamente en cuánto podrá uno avanzar, o resistir, antes de morir.

He muerto ahogada, de frío, de hambre, picada por una araña, herida por jabalíes salvajes… Aún así, el handicap del juego no es tanto el hecho de morir muy frecuentemente, sino que eso empieza a restarle jugabilidad al juego de forma muy rápida. La tensión entre lo frustrante de cada expedición y fracasada y las ganas de volverlo a probar puede romperse rápidamente si el jugador siente que no tiene sentido nada de lo que hace.

The Flame in The Flood es, en definitiva, un juego interesante, gráfica y estilísticamente impresionante, que sin embargo pierde muchos puntos en sus mecánicas.

 

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