Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

Un rodaje es un caos por descifrar. «Irma Vep» (Olivier Assayas, 1996)

Con motivo del aclamado remake televisivo Irma Vep (HBO, 2022) realizado por el director francés Olivier Assayas, hemos pensado que también sería interesante aproximarnos a la versión fílmica homónima que el mismo Assayas realizó antes que la serie en el año 1996.

La idea controladora del film es plasmada al comienzo. Nos encontramos en Francia, en unas oficinas donde un hombre habla por teléfono en un tono nervioso casi pasivo-agresivo. Se trata de un productor que intenta conseguir más financiación para la película que está realizando. Van entrando en plano otras tantas personas ensimismadas en sus preocupaciones. Se percibe cada vez más la tensión del ambiente. La hostilidad, el nerviosismo, el caos. Entre el barullo aparece la actriz Maggie Cheung  – se (re)interpreta a si misma- que busca -tímida- a alguien que la reciba o al menos que le pueda aclarar qué está sucediendo. Entonces, el film, parte desde el principio de la siguiente idea: el rodaje es un caos por descifrar, una imposibilidad, un ejercicio taquicárdico que fácilmente puede desmoronarse en cualquier momento.

René Vidal (Jean-Pierre Leaud) y Maggie (Maggie Cheung) conversan sobre cómo aproximarse a la reinterpretación de Les Vampires

El escritor Gabriel Ventura, en La nit portuguesa –diario de rodaje de la película Liberté (2019) de Albert Serra- intenta definir qué es un rodaje. Acaba sentenciando lo siguiente: «La esencia misma del rodaje es la interrupción, el lapsus, el impedimento. En un rodaje siempre hay problemas. Es más, un rodaje es un gran problema que solucionar«. La frase es idónea para designar el significado superficial del film de Assayas. Pero sabemos que Irma Vep no es la primera ni la última cinta metaficcional en abordar esta cuestión. de Federico Fellini (1963) es posiblemente uno de los films que mejor representen las dificultades de un rodaje.

Irma Vep no se queda atrás de la cinta del genio italiano. La trama gira en torno al (imposible) rodaje del remake de Les Vampires serie de películas realizadas por Louis Feuillade entre 1915 y 1916 sobre a una banda de criminales entre los que se encuentra la femme fatale Irma Vep, interpretada por la icónica actriz Musidora. Ahora la dirección de la nueva cinta corre a cargo de René Vidal, un realizador en declive que intentará realizar una obra digna de la emblemática cinta de Feuillarde. El mítico actor Jean-Pierre Leaud (rostro por excelencia de la Nouvelle Vague) interpreta a este atormentado director que pretende relanzarse junto a su antiguo equipo -que duda de él y le menosprecia- y de la nueva Musidora, Maggie Cheung a quien contrata Vidal después de quedar impactado por los movimientos de la actriz en una película de acción china.

Todo el equipo se reúne para comprobar las escenas rodadas

Olivier Assayas construye un relato metafórico a través del caos del remake de Irma Vep. Podríamos entender la obra como un retrato de una sociedad cambiante que se va acercando al final del milenio y que no ha aprendido nada del pasado. En un rodaje se genera una pequeña sociedad. Existen jerarquías y roles. Existe una moneda, una supuesta voluntad común. Existe la muerte y la vida.

En este rodaje todo gira en torno a la incomprensión y la incomunicación. La falta de entendimiento. René Vidal se «enamora» de Cheung por unas escenas de acción que ella misma no interpretó, sino que fue su doble de acción. Del mismo modo, la actriz acepta el trabajo tras ver (en video, como siempre apunta el personaje) las películas de Vidal sin entender nada. Aclara que a pesar de no comprender los diálogos, sí le gustan las imágenes. Nadie confía en nadie. Nadie confía en el proyecto. Todo es una batalla de egos, de dagas, de rencores. Nadie tiene el control real de la cinta. Ni siquiera Vidal sabe perfectamente cómo aproximarse a la reinterpretación del clásico francés.

René Vidal observa con rechazo las imágenes que ha rodado. El rodaje se vuelve cada vez más caótico y hostil.

Maggie Cheung se siente extranjera en Francia y en el propio rodaje. Tan solo Zoé, la directora de vestuario a quien da vida Nathalie Richard, supone una confidente para la actriz. En un momento de pura desolación, tras los insultos y gritos de Vidal rechazando todo el material filmado hasta el momento, el resto del equipo parte enfurecido dejando a la misma protagonista sola. Al final ella es quizá la única persona con esperanzas en lo que está haciendo. En su afán de intentar comprender su papel y situarse al mismo nivel artístico-emotivo que René Vidal, Maggie Cheung, se viste con el ajustado traje de Irma Vep y se embarca en un corto viaje nocturno a la psique del personaje a través de los pasillos del hotel donde se hospeda. Actor y actante se funden en uno mismo. Cobra vida la nueva Irma Vep. Escurridiza, silenciosa y testigo de los dolores y preocupaciones de distintas personas del hotel -personajes invisibles con los que desearíamos quedarnos para conocer y arropar- hasta que sale al exterior donde una imparable lluvia bautiza a la nueva creación, la nueva simbiosis.

Pero ya es demasiado tarde. René Vidal, en un ataque maniaco-depresivo, desaparece. El rodaje (ya entonces ruina) comienza a desmoronarse. En un último intento de reavivar la producción contactan con un nuevo director -José Mirano (Lou Castel)- que pretende cambiar todo lo que propuso Vidal. Entre esas decisiones está despedir a Maggie y contratar en su lugar a una actriz «realmente francesa» que «represente París».

Sobre los tejados de París, Maggie Cheung deviene en la nueva Irma Vep

La productora recibe entonces un paquete del desaparecido René Vidal. Una bobina con las escenas montadas por el director. Una bobina que cerrará el film dejando al espectador anonadado, extrañado y posiblemente disgustado. Pero me atrevería a decir, si me lo permiten a título personal, que quizá el final de Irma Vep sea uno de los desenlaces más evocativos del séptimo arte. Las imágenes que monta Vidal funcionan como el último grito de libertad del autor. Una vez ajeno a los contratiempos y presiones de la productora el artista consigue crear unas pinceladas llenas de completa libertad. Imágenes manipuladas que retratan el caos de un rodaje. Asimismo leo en esas imágenes otro de los discursos latentes en toda a película: la imposibilidad/dificultad de realizar un remake de una obra de arte del cine. Una vez aceptado que no (se) puede llegar a lo que fue Les Vampires se realiza una pieza ajena a todo ello, única, incomparable, libre.

Uno de los fotogramas de la pieza de René Vidal, su última gran obra.
 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *