Una demoledora distopía contemporánea. Imprescindible «Mr.Robot».
En junio de 2015 se estrenaba Mr. Robot, una serie producida por USA Network y creada por Sam Esmail, un showrunner más conocido como guionista y con solo dos películas en su haber, Comet y Mockingbird, ambas de 2014.
La serie aparentemente nos cuenta la historia de Elliot Alderson (Rami Malek), un técnico informático que trabaja en Allsafe, una de las grandes empresas dedicadas a la ciberseguridad , drogadicto, que tiene serios problemas de interacción social por lo que debe ir a terapia, que recuerda constantemente a su padre, muerto por una negligencia cometida por la corporación E-corp por intereses económicos, y al que contemplamos hackeando a personas cercanas o no tan cercanas a él a los que, bien intenta salvar de los peligros que les acechan, bien los denuncia a la policía por realizar actividades delictivas en la red. Este es el comienzo del episodio piloto de Mr. Robot. Así planteado, no cabe duda de que la premisa nos deja -a mí me dejó- bastante fríos porque no hace más que repetir los clichés de las historias de vigilantes (algunos de ellos en nuestra memoria y con nombres como Dexter o John Reese solo por mencionar a los más recientes). La historia de un técnico de seguridad transformado en cibervigilante no es, pues, un tema extraordinariamente novedoso para una serie que, ya desde el piloto, había renovado para una segunda temporada.
Sí que ya desde las primeras imágenes se adivinaba un tono oscurísimo en el que Fincher se encuentra con Cronenberg para la historia de este personaje solitario que va vestido de negro y que deambula como una sombra por la ciudad de Nueva York. Un ser aislado a pesar del bullicio de las calles al que solo acompaña una banda sonora claustrofóbica como reflejo de un comportamiento paranoico. Sin embargo, a los primeros diez minutos siguió el gran giro argumental de la serie: el encuentro del joven Elliot con Mister Robot (Christian Slater) quien, desde un arcade abandonado está planeando un ataque cibernético para cambiar el orden mundial. El principal objetivo es la destrucción de la gran corporación, la E-corp (Evil Corporation).
Desde este momento, Mr.Robot mostrará a las audiencias todos y cada uno de los elementos que la han convertido en serie revelación de 2015 en el Gotham Independent Film Awards y en los Writers Guild Awards, además de alzarse con el premio a la mejor serie televisiva en la 73 edición de los Golden Globe Awards y en la de los Critics’ Choice Awards. Todos y cada uno de los elementos que la están convirtiendo en candidata a «serie de culto» por audiencias y críticos.
Y es que Mr. Robot se convertirá en una fuerte crítica de una sociedad paranoica en la que las grandes corporaciones controlan no solo la economía mundial sino también los destinos y las vidas de los individuos que engrosarán las bolsas de pobreza y marginación. El contraste entre los barrios y personajes marginales que acompañarán a Elliot en su viaje (como Shayla la suministradora de droga, Darlene la hacker revolucionaria, Romero el hacker en busca de notoriedad y la emigrante iraní Trenton con su fuerte decepción personal hacia el american dream contemporáneo) y los integrantes de las corporaciones en el poder (con Tyrell Wellick y su esposa Joana a la cabeza o Terry Colby, el falto de escrúpulos directivo de E-corp) va a ser uno de los motores de la serie. Visto así, la lucha entre ambos mundos, por otra parte igual de sórdidos, va a ser equiparable al presentado por otros productos calificados como cyberthrillers conspirativos que presentan, en definitiva, distopías contemporáneas que proponen casi siempre la gradual construcción de un new world order, poco importa en estos momentos si es totalitario (como el caso de Person of Interest) o revolucionario como el caso que nos ocupa.
Muchos de los elementos argumentales esbozados en la serie, como las manipulaciones de las multinacionales, la incidencia de las acciones de la banca en la ciudadanía o la financiación de grupos terroristas por intereses corporativos, resultarán familiares a las audiencias al ocupar buena parte de los noticieros actuales o de la vida cotidiana. Y tampoco resultarán extrañas las imágenes y presupuestos de la organización político-ciudadana fsociety liderada por un ser enmascarado con claras concomitancias con el Anonymous de V de Vendetta, un film siempre presente en la mente del espectador de la serie y un nuevo cliché con el que se juega de manera muy consciente y dosificada a lo largo de los episodios.
Elliot se verá sumergido en la vorágine del proyecto de Mister Robot que se sucederá de manera simultánea a su viaje personal, al descubrimiento de su propia identidad, un elemento sobre el que pivotará toda la temporada. Un viaje en el que le acompañará buena parte de los personajes y del que no podemos decir nada más. Y es que, si algo tiene de difícil la redacción de este post, es que necesariamente debe ser críptico: nada puede decirse que no se transforme inmediatamente en un spoiler o, peor aún, en el destripamiento literal de la inusual complejidad narrativa de Mr. Robot.
Porque una de las características de esta distopía contemporánea es la creación de la empatía, entendida no tanto como un mayor o menor grado de complicidad o entendimiento con los personajes sino como una auténtica vivencia del estado paranoico de la sociedad. La utilización de la música o de la ausencia de ella, de la planificación en el más puro «estilo imposible» iniciado por American Horror Story, de las características físicas de los actores, del contraste en la creación de los personajes, de las situaciones delirantes psicológicamente hablando por las que atraviesa Elliot van a producir auténticos pálpitos y, en buena medida, un estado de ansiedad en las audiencias. Aún así, no podemos apartar la mirada de la pantalla que nos atraerá de manera hipnótica.
Una fascinación a veces difícil de digerir pero que es innegable y a la que contribuyen de manera incuestionable todos los actores en un espléndido trabajo coral. A la perturbadora interpretación de Rami Malek (Elliot Alderson) y de Martin Wällstrom (Tyrell Wellick), se unirán las creaciones de Carly Chaikin (Darlene), Portia Doubleday (Angela Moss), Michael Gill (Gideon Goddard) y la corta pero espectacular intervención de B.D.Wong (Whiterose). Sobre todas ellas la inconmensurable figura de Christian Slater (Mr. Robot), sin duda uno de las mejores adquisiciones de la serie y muy, pero que muy alejado de su imagen de sex-symbol de finales de los ochenta por cuyo papel ha obtenido este año un más que merecido Golden Globe al mejor actor secundario.
En estos momentos, ya se están barajando en las redes sociales hipótesis para la segunda temporada que se emitirá en 2016, entre ellas el aumento de oscuridad en la serie (algo que nos cuesta imaginar vista la primera) y el desarrollo de personajes que han funcionado muy bien dramáticamente como es el caso de Whiterose encarnado por un irreconocible B.D Wong (sí, el psicólogo de Law & Order: Special Víctims Unit) o de Joana, la enigmática esposa de Wellick que tanto nos recuerda en cuanto a planteamientos a Claire Underwood de House of Cards. A ellos se unirán nuevos actores y actrices de entre las que destaca Grace Gummer a quien hemos visto en American Horror Story. Sea como sea, Mr. Robot es una serie de visionado imprescindible, de lo mejorcito que está emitiendo en estos momentos.
Doctora en Filología Hispánica por la Universitat de les Illes Balears. Ha sido investigadora principal del grupo RIRCA y ha dirigido tres proyectos de investigación nacionales competitivos financiados por el gobierno español. Actualmente forma parte del proyecto «Ludomitologías» liderado por el Tecnocampus de Mataró (UPF). Trabaja en ficción audiovisual en plataformas diversas, especialmente en temas de arquitecturas narrativas. Tiene una especial debilidad por el posthumanismo y ha publicado distintos trabajos en revistas indizadas y editoriales de prestigio internacional.