Una película de ensueño: «Origen» (2010)
Normalmente me siento influida por el tipo de película que veo, de tal modo que, por ejemplo, si es dramática, salgo del cine un poco triste; si es romántica, siento (aún más) la importancia del amor; si es fantasiosa, echo de menos el mundo irreal y colorido en el que he estado inmersa durante un par de horas aproximadamente; y así sucesivamente. Pero ese efecto me dura casi lo que tardo en llegar a casa. Sin embargo, en el caso de Origen, me he quedado «pillada», «muy pillada». No sé ni cómo empezar a explicar por qué. Su contenido se apoya en la difusa frontera entre el sueño y la realidad, tema que no sólo da forma a Origen sino que, partiendo del propio Platón y pasando por Sigmund Freud, ha inspirado a gran cantidad de autores tanto cinematográficos como literarios, entre los que destaca Calderón de la Barca y su famosa obra teatral La vida es sueño. La película está tan bien hecha y muestra de forma tan meridianamente clara que es difícil distinguir qué es la realidad, que, cuando concluye, el espectador/a se queda, de veras, preguntándose qué está viviendo. Su complejidad y minuciosa elaboración no nos sorprende teniendo en cuenta que quien la ha creado es nada menos que Christopher Nolan, autor también de grandes trabajos como Interstellar (2014) o Memento (2000).
En Origen, el protagonista, Dom Cobb, interpretado por Leonardo DiCaprio, es un extraño profesional: se dedica a intervenir en los sueños de los demás, algo realmente atractivo a los ojos de poderosas empresas, que lo contratan para «robar» ideas de los dirigentes de las que son su competencia. De este modo, a uno de ellos, llamado Saito (Ken Watanabe), se le ocurre ir un paso más allá, pidiéndole que, en lugar de extraer una idea del poderoso heredero de una compañía rival, Robert Fischer Jr. (Cillian Murphy), le implante la idea de que la fraccione, con el fin de que pierda así su fortaleza. La propuesta le resulta especialmente atractiva dado que su cliente le promete que si lleva a cabo la operación con éxito, le facilitará la entrada a los Estados Unidos (donde se encuentran sus hijos), que tiene vetada porque está acusado de haber matado a su esposa, Mal (Marion Cotillard). Y es la proyección de esta, precisamente, la que va a apareciendo en los sueños que Cobb entreteje para tratar de cumplir el cometido que le han encomendado, pero saboteando los planes de éste. No obstante, será principalmente otra mujer, la arquitecta de laberintos de los sueños del equipo expertos que consigue reunir para llevar a cabo su plan, llamada Ariadne (Ellen Page), como la mujer que ayudó a Teseo a escapar del laberinto del Minotauro en el mito griego, quien le va a ayudar a contrarrestar la influencia negativa de la anterior. El resto de los miembros de su excepcional equipo lo constituyen su principal colaborador, Arthur (Joseph Gordon-Lewitt); Yufus, el químico que facilita con sus composiciones el sueño (Dileep Rao); y el falsificador Eames (Tom Hardy). El elenco de estrellas se completa con la presencia de Cillian Murphy, Tom Bergenger y el mismísimo Michael Caine.
Si, con solo lo expuesto hasta ahora, la complejidad de la película ya es evidente, más aún lo reconoceréis al tener en cuenta que ésta se ramifica con sueños dentro de sueños que llegan hasta varios niveles, y de los que se sale de distintas formas. Me he sorprendido a mí misma al comprobar que, a pesar de que no suelen atraerme las películas cuajadas de disparos, explosiones, peleas, bombardeos… en esta película no me han molestado. Sí que me parece curioso el que todos los sueños de este grupo estén llenos de estos elementos (¿ningún personaje tiene sueños plácidos?). Pero quizá el hecho de saber que son solo sueños, y el de que no aparecen escenas realmente cruentas o sanguinolentas (como solía hacer Agatha Christie), ha hecho que no surja en mí el rechazo que normalmente me suelen provocar. No obstante, quizá porque no suelo ver este tipo de escenas, hay ocasiones en las que me he perdido al resultarme difícil reconocer, por ejemplo, quién dispara o persigue a quién, sobre todo en el nivel de sueño que tiene lugar en la nieve, y donde los personajes van tan camuflados que incluso las metralletas son blancas… Pero la mayor confusión presente en la película es la que afecta, como decía antes, a la distinción entre qué es sueño y qué es real. Conforme se desarrolla el filme, podemos cambiar esas coordenadas varias veces, pues las interpretaciones no son cerradas. Ni siquiera lo es el final… y aunque se ha interrogado a Nolan en numerosas ocasiones sobre ello, nunca ha dado una respuesta definitiva. Su película necesita más de un visionado, como podéis estar concluyendo, sí; pero no tengáis la esperanza de aclarar los enigmas que plantea. Podréis reflexionar sobre ellos, pero, a su vez, surgirán nuevas curiosidades y dudas. Esto es lo que me ha pasado a mí y lo que Nolan ha querido que pase, según deja ver en declaraciones suyas en las que explica que, como el potencial de la mente humana es infinito, y estamos hablando de sueños, la dimensión de la película tenía que sentirse también infinita, inabarcable.
Aunque, como habéis podido comprobar en lo escrito hasta aquí, lo que más me ha impresionado es el contenido de este trabajo de Nolan (no en vano se dice que tardó diez años en terminar de escribirlo), no puedo dejar de destacar, antes de concluir, otros elementos de mérito considerable. Entre ellos, señalaré sus efectos especiales, gracias a los cuales podemos ver cómo las calles de París se reduplican, doblan, giran y contorsionan (aunque la película no sólo está grabada allí, sino también en Inglaterra, Japón, Estados Unidos, Marruecos y Canadá) o cómo los personajes se mueven sin que les afecte la fuerza de la gravedad (entre otras muchas escenas sorpendentes); y también la banda sonora, que intensifica e incluso ayuda a aclarar el significado de diversas escenas gracias al espléndido trabajo del compositor Hanz Zimmer, que ya ha colaborado anteriormente con Nolan.
En resumen, el éxito de taquilla de Origen y su envidiable posición en los ránquines de las mejores películas está más que justificado. Una película de ensueño.