Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

Vanessa Ives: «And we walk alone»

Acabó la segunda temporada de Penny Dreadful con el portentoso episodio «And they were enemies». Tal como nos comentaba Jesús Diamantino la semana pasada, los personajes se encuentran en un espacio hostil -el coven de Madame Kali-  que servirá para plantear una reflexión, casi casi en un mecanismo de «concertante» operístico, sobre el laberinto personal en el que se encuentra cada uno de los personajes que, siguiendo la terminología de Joseph Campbell en su viaje del héroe, han traspasado un nuevo umbral, en este caso extraordinariamente tenebroso, del que van a salir transformados.

Porque a diferencia de la primera temporada de la serie que tenía como premisa la reunión de esta liga de monstruos y creadores de monstruos extraordinaria enfrentándose a un ser maligno (Mina/ The Master), la segunda entrega  va a transformar la lucha entre Vanessa Ives y la suprema Madame Kali en un trabajo  de instrospección sobre todos y cada uno de los personajes que pivotan entre su apariencia (hombres y mujeres de acción) y su divided self: Ethan luchará contra su destino como hombre lobo y la maldición personal que eso supone para su vida privada; Sir Malcolm Murray y Victor Frankenstein deberán enfrentarse a sus remordimientos como seres egocéntricos en busca de su gloria personal, el primero a través de las expediciones, el segundo a través de la ciencia y su ingenua asunción del papel de Creador; y, finalmente, Vanessa Ives se enfrentará literalmente a  su propio «muñeco diabólico» que la tentará a abandonar a su Dios para poder conseguir lo que más desea en este mundo, la paz, el amor y una familia propia.

La primera parte del episodio nos mostrará de manera magistral cómo el mal es un fenómeno exterior, un concepto arraigado en el imaginario cultural de las audiencias a través de iconografías y personajes concretos que aparecen en la serie de manera ordenada y muchas veces tópica (las vampiras de serie B, la mujer que pacta con el diablo para conseguir la inmortalidad, el espacio laberíntico…) pero también nos mostrará, casi casi parafraseando a Jean-Paul Sartre, cómo el infierno está en cada uno de nosotros.

John Logan desnudará a sus personajes ante sus compañeros de aventuras y ante las audiencias que contemplarán a un frustrado Víctor enfrentándose a sus creaciones, masacrado por sus hijos (mejor dicho por  Lily que ya pertenece, como Dorian Gray, a la casta de los inmortales-amorales, quizá plasmando la decadencia de la sociedad burguesa y el nacimiento de la era industrial-modernidad) y convirtiéndose en un drogadicto autodestructivo con intenciones suicidas; verán a Sir Malcom acompañando el féretro de su fiel Sembene en un viaje expiatorio y quizá sin retorno, al menos como el Sir Malcolm que conocemos; se emocionarán ante la carta de despedida de Ethan Chandler a Vanessa  mientras es extraditado a su país, un regreso al que teme más que a cualquier otra cosa; y, finalmente, contemplarán a Vanessa Ives sola en la inmensa casa londinense, sola físicamente y espiritualmente porque ya no cree en nada renegando de la religión… Y también verán a Hécate irse de un coven en llamas, con el libro de conjuros bajo el brazo y anunciando al nuevo ser maligno de la tercera temporada, o, al menos, su importante participación en ella.

En esta segunda temporada, Logan y el equipo de Penny Dreadful han conseguido no solo cumplir con la premisa inicial de la serie (machacar al maligno de esta antología del terror) sino también diseñar nuevas líneas de narración en el gótico postmoderno y, sin duda alguna, neobarroco. Mientras otras series de televisión  -y nos referimos a American Horror Story– construirán nuevas mitologías contemporáneas del horror, Penny Dreadful reconducirá las normas del género para ofrecer al espectador una nueva lectura del mismo en la que personajes y acciones servirán para poner sobre la pantalla el vasto mundo literario original de los personajes y acercarlos de manera natural  al espectador contemporáneo. Y ese es uno de los grandes valores de Penny Dreadful: la perfecta combinación del interés por las acciones que se nos cuentan de manera muy atractiva con la rigurosidad en la utilización de los materiales literarios en los que se basa sin ningún atisbo de concesión populista a Wilde, Shakespeare, Clare o Mary Shelley.  Una joya, en definitiva.

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Muchas incógnitas se abren para la tercera temporada: ¿Qué será de cada uno de los personajes?, ¿Cómo volverán a reunirse, si es que lo hacen?, ¿Quiénes formarán el equipo ahora que parece que algunos de los personajes han desaparecido de la escena?, ¿Será Hécate la maligna de la temporada continuando la persecución a Vanessa Ives?, ¿Qué nuevo personaje literario se unirá a la serie tal como ha anunciado John Logan?, ¿Formarán Dorian y Lily una pareja creadora de nuevos seres inmortales a la conquista del mundo?,¿Conseguirá Vanessa Ives la paz realmente? y así sucesivamente. En cualquier caso tendremos que esperar un largo año o unos largos meses para saberlo. Mientras tanto, podemos seguir revisando las temporadas y destriparlas pormenorizadamente porque Penny Dreadful es, al menos para mí, una de las mejores series de televisión de los últimos tiempos.

Lo peor: que tendremos que esperar lo más pacientemente posible a la tercera entrega de la serie

Lo mejor del capítulo: aunque parezca mentira porque el personaje era un poco melifluo, Victor Frankenstein. Y evidentemente, todos los personajes que le rodean: sus criaturas

Lo magistral del capítulo: cómo ha solucionado Logan la presencia de Mary Shelley en la serie, y solo en un par de fotogramas.

Lo más scary: la conversación de Vanessa Ives con su muñeco, pone los pelos de punta.

 

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