Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

5 razones para ver ‘Carlos, rey emperador’

A tan solo unas horas de haberse estrenado la serie Carlos, rey emperador, producida por RTVE, nos atrevemos a proponer cinco razones para verla. Sin embargo quisiera hacer, como es mi costumbre, una confesión que a algunos les parecerá casi casi herética: no he visto Isabel. El piloto me pareció de una gratuidad absoluta, no me interesaba ni el personaje ni el entorno como tampoco la construcción del guión. Reconozco que no le di ninguna oportunidad y que es una asignatura pendiente  -como otras muchas que duermen en mi estantería de series- vistas las críticas y las opiniones de amigos míos de cuyos gustos y criterios me fío completamente. Por eso ayer por la noche me senté ante el televisor, puse la primera cadena y me dispuse a ver la nueva producción histórica a las que últimamente nos tiene acostumbrados RTVE, algunas de ellas comentadas en este mismo blog, como es el caso de El Ministerio del tiempo que ha ocupado dos de nuestras entradas en series y otra en cinco razones.

1. La especialización de la ficción televisiva española -al menos de la televisión pública-  en series históricas en formatos más o menos extensos. En las últimas décadas, las reconstrucciones históricas muy del estilo de la televisión británica con series que deben considerarse como referentes de las españolas -como The Tudors– , han invadido nuestras pequeñas y ya no tan pequeñas pantallas. Hemos crecido con los Alcántara en su deambular por la más reciente historia española, hemos combatido con nuestro particular ninja-Assassin’s Creed llamado Águila Roja y se nos ha intentado abducir para viajar por el tiempo gracias a ese Ministerio tan particular por el que pululan los personajes más dispares -desde Velázquez hasta Jordi Hurtado- que son contratados como agentes por sus responsables. Independientemente de su grado de ficcionalización, no cabe duda de que el filón histórico está dando muy buenos resultados alcanzando cotas de audiencia importantes situadas en 4,626.000 espectadores para el capitulo final de la primera temporada de Isabel (un 22.6% de share) y ayer mismo de 2,783.000 (15,5% de share) para Carlos, rey emperador.

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Antonio Alcántara en la transición política española

 2. Enseñar deleitando vs deleitar enseñando. De este modo -bueno, no con estas frases que pueden parecer un tanto pasadas de moda- se expresaba ayer el director de la serie Oriol Ferrer en el documental de presentación de la misma: entretenimiento y didactismo son, pues, dos constantes en las más recientes producciones televisivas de carácter histórico y así se hace patente en la gran cantidad de elementos transmediáticos que han ido generando a lo largo de las respectivas emisiones y que son dignos de ocupar un tercer apartado de este post. Evidentemente el didactismo no tiene porqué corresponderse con la veracidad histórica ya que estaríamos hablando de otro tipo de texto audiovisual. Quizá por este motivo lleguen a resultar cansinas las explicaciones eruditas -en algunas ocasiones pseudoeruditas-  que se ofrecen a los espectadores tras las emisiones de los respectivos episodios semanales como es el caso de El Ministerio del Tiempo. En cualquier caso, sí que es destacable el intento de creación de elementos identitarios o, en su defecto, del intento de reconstrucción identitaria nacional más o menos correcta, certera, totalmente inverosímil o ideológicamente tendenciosa. El entretenimiento se centrará, de manera especial, en los devaneos sentimentales de sus protagonistas como no podría ser de otro modo.

3. Los transmedia. Resulta absolutamente pasmosa la cantidad de materiales trasmediáticos generada por las ficciones televisivas más recientes: documentales, mapas conceptuales, juegos, programas de televisión alternativos o complementarios de los contenidos semanales, música de la época  -sobre todo de los 80-, revivals de programas de la época, juegos de mesa, novelizaciones de los argumentos… Una visita a la página  oficial de Carlos, rey emperador resulta, en este sentido, imprescindible

Captura de pantalla de la web oficial de RTVE

 4. La continuidad argumental. Evidentemente la referencia cronológica a Isabel es del todo inevitable ya que  la sucesión al trono va a ser el inicio de la nueva serie de televisión estrenada ayer. La llegada del extranjero Carlos a España se convertirá en el inicio de una nueva ficción que tendrá un spin-off cinematográfico, La corona partida en la que se narrarán los acontecimientos históricos tras la muerte de la reina católica, el matrimonio de Fernando con Germana de Foix y los problemas dinámicos protagonizados por Juana la Loca. Un ejercicio narrativo muy loable y nunca visto hasta el momento en la televisión española; sin duda, una muestra de que la ficción televisiva «marca España» está entrando en los esquemas de la televisión de calidad. Una muy buena forma de venta del producto que no podemos dejar de mencionar, aunque a veces se ofrezcan demasiados spoilers en los documentales promocionales antes de las emisiones de los episodios o del estreno de las series.

5. La ambientación y la dirección artística. Sin duda Carlos, rey emperador es una serie que entra por la vista. La cuidada reconstrucción histírica del vestuario, el rodaje en espacios naturales alejados de los platós y estudios constituyen uno de sus grandes méritos. La combinación de las historias que acontecen en territorio nacional se combinan ya desde el primer capítulo  -un poco precipitadamente desde mi punto de vista-  con las historias de los conquistadores en tierras americanas pronosticando, sin duda, un complejo tapiz histórico pero también estético.

La corte del rey de Francia

Así, seguiremos con gusto los avatares que le acontecerán a Carlos durante sus 41 años de reinado. Bastantes temporadas, sin duda alguna. Un viaje que se inició ayer.

 

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