5 razones para ver: «The White Lotus» (HBO, 2021-)
A lo largo de su historia, las ficciones cinematográficas y televisivas han visto en el mundo de la hostelería todo un abanico de posibilidades para explorar los corsés genéricos a los que busquen adherirse los productos. Desde los inicios experimentales e ingenuos de L’Hôtel des voyageurs de commerce (Georges Méliès, 1906) hasta la exploración de los complejos tejidos urdidos en la memoria personal de Aftersun (Charlotte Wells, 2022), pasando obligatoriamente por el romanticismo más idílico de A Room With a View (James Ivory, 1985), la extravagancia estilística y aventurera de The Grand Budapest Hotel (Wes Anderson, 2014), la irresistible y absurda comedia de Barb and Star go to Vista del Mar (Josh Greenbaum, 2021) o la fantasía más clásica y fabulosa de Three Thousand Years of Longing (George Miller, 2022), las habitaciones de los hoteles cinematográficos han visto reproducirse en sus limitados confines un sinfín de historias cuyas características son capaces de satisfacer tantas demandas como uno pueda plantearse. Lo mismo puede decirse de las ficciones estrictamente televisivas, con productos como Fawlty Towers (BBC, 1975-1979), Twin Peaks (ABC, 1990-1991) u Hotel Europa (Arbor Films & Zeitsprung Pictures, 2021): todas y cada una de ellas destinadas a demostrar que el universo de los hoteles y sus representaciones ficcionales goza de una estupenda salud y suponen un espacio privilegiado en el que desarrollar narrativas que van desde lo dramático o cómico, hasta lo fantástico y surrealista.
The White Lotus (HBO, 2021-) va de eso: de la recontextualización de un conjunto de individuos en un espacio que no conocen, con unas costumbres que les resultan ajenas y con toda una serie de problemas que traen consigo ya desde casa. Son espacios narrativos que se crean para favorecer unos cambios que, para bien o para mal, van a operarse en las psiques de los protagonistas. Ya sea un joven adicto a los videojuegos que redescubre el mundo a través de los paisajes de Maui en la primera temporada o una pareja cuya integridad se ve puesta en tela de juicio por sospechas y celos en la segunda, The White Lotus nos lleva a través de varias historias de autoconocimiento que pivotan constantemente entre el drama y la comedia, aunque debemos reconocer que Mike White, su creador, tiene un poco más de debilidad por el segundo género que por el primero. Ofrecemos aquí 5 razones para ver The White Lotus, una serie que de momento solo cuenta con dos temporadas, pero que ya hay indicios de que se han puesto manos a la obra con el rodaje de una tercera.
1. Puro escapismo. Más allá del fantástico entretenimiento que supone The White Lotus, sus historias y, sobre todo, sus localizaciones y paisajes nos llevan a un espacio en el que se nos permite escapar de nuestras preocupaciones diarias y dejarnos absorber por las playas de Maui o la longeva cultura mediterránea de Sicilia. Y es que hay que tener en cuenta que la primera temporada de la serie se estrenó en julio de 2021, unas coordenadas temporales que todavía podríamos caracterizarlas como pandémicas. Fue en esta coyuntura de confinamientos y pánico social donde surgieron esos grandes productos que tenían como principal objetivo el transportar al consumidor a universos conocidos, pero alejados de nuestras circunstancias, como pueden ser los de la serie de la que aquí hablamos o Animal Crossing: New Horizons (Nintendo, 2020). Por lo tanto, The White Lotus se levanta como una oportunidad magnífica para aquella genta que quiera sentarse delante de su dispositivo de elección y, simplemente, dejarse llevar por una ficción absorbente.
2. La convivencia de sus personajes. Uno de los principales atractivos que tiene la serie radica en cómo todo el plantel de personajes va relacionándose a lo largo de sus episodios y va creando tensiones —sexuales y no tan sexuales— que se desarrollan por caminos que, quizá, uno no se espera. Las relaciones entre los protagonistas de la serie no solo se utiliza como vía para el entretenimiento, sino que también dedica un valioso espacio al tratamiento de cuestiones que están a la orden del día en lo que a sociedad y cultura respecta. De esta manera, personajes como Quinn y Paula, pertenecientes a la primera temporada, o Mia y Lucia, pertenecientes a la segunda, serán los encargados de manifestar los bordes de sierra que ensucian —en tanto que plantean problemáticas propias de la sociedad o del lugar— la preciosa e idílica estampa de los espacios habitados por los protagonistas.
3. Un progreso que tiende a la hipérbole. Una consecuencia de que la naturaleza de la convivencia entre personajes responda a principios algo excéntrico es el hecho de que el porvenir de la serie apunta a una apoteosis algo salvaje, pero muy acorde con todo aquello que ha ido construyendo a lo largo de la temporada. Es, quizá, el punto más criticable de la serie: toda la tensión se construye con unas ciertas maneras y, al final, todo sucede de forma algo atropellada y quedas con la impresión de que ese colofón debería haber durado algo más. Sin embargo, ¿merece la pena esperar hasta el final? Absolutamente sí. El problema comentado solo supone una pequeña mancha en el historial de una serie que no deja de ser notable en, prácticamente, ninguno de sus momentos.
4. Jennifer Coolidge. Pero si algo queda claro a lo largo de la serie es que Jennifer Cooldige es, definitivamente, la estrella. No suele ser usual que una sola actriz acarree sobre sus hombros gran parte del peso de un producto de ficción. Incluso en series con grandes protagonistas como pueden ser Breaking Bad (AMC, 2008-2013) o The Sopranos (HBO, 1999-2007), encontramos otros elementos y personajes que comparten algo de estrellato con la figura central. Sin embargo, desde bastante pronto queda claro que la Tanya de Jennifer Cooldige va a ser la sustancia que lubrique y redondee una serie que ya apuntaba hacia lo más alto desde el principio. No es por desmerecer el trabajo de los otros profesionales, pero si hemos considerado oportuno plantear a Jennifer Cooldige como una de las cinco razones por las que ver The White Lotus, pues por algo será.
5. La carta secreta: el whodunit. Entendemos por whodunit aquellas historias cuyas tramas tienen un elemento de misterio enredado —preferiblemente, un asesinato— en el que los protagonistas, normalmente miembros del cuerpo policial, deben tratar de esclarecer los detalles y encontrar al culpable. Entre todo lo que hemos contado de The White Lotus, este es uno de sus elementos más prominentes: cada una de las dos temporadas de momento existentes abre con la revelación de que hay un cadáver. Sin embargo, en lugar de añadir un personaje que se encargue de encontrar al culpable, será el espectador quien vaya atando cabos y saque una conclusión, que igualmente se revela al final de cada temporada. La gracia es que la manifestación de este cadáver consiste en un flashforward, de manera que lo que veremos en la serie es cuál ha sido el proceso que ha llevado a que haya habido un asesinato.
Intrigas económicas, tensiones sexuales, envidias, revelaciones, muertes y otras tantas cosas aguardan en los confines de la todavía breve vida de The White Lotus. Algunas fuentes hablan sobre cómo la tercera temporada de la serie no se estrenará hasta el final del primer semestre de 2024, de manera que quien lea esto y todavía no se haya visto la serie creada por Mike White, presente en la plataforma de HBO Max, tiene de tiempo de sobra para dejarse llevar por los idilios de unos espacios de ensueño y los enredos de unos personajes con una cantidad algo preocupante de problemas por resolver.
Graduado en Lengua y Literatura Españolas por la Universidad de las Islas Baleares (UIB), donde también cursó el Máster en Lenguas y Literaturas Modernas —especialización en Estudios Culturales— y el Máster de Formación de Profesorado y donde se encuentra actualmente realizando un Doctorado en Filología y Filosofía. Interesado en el panorama ‘queer’, la ecocrítica y las representaciones discursivas y ficcionales de la otredad, acude a la llamada de las artes en busca de refugio y santuario para evitar perder el poco juicio que le queda.
