Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

Arriésgate en un viaje apasionante: Ve Kon-Tiki

La película noruega Kon-Tiki, fue nominada a los Óscar en 2013, en su 85ª edición, en la categoría de mejor película de habla no inglesa. No en vano, el documental en que se basa este film, realizado por el propio aventurero y antropólogo noruego Thor Heyerdahl, también titulado Kon-Tiki, consiguió la preciada estatuilla en su categoría en 1952. El contenido de ambas recoge la arriesgadísima iniciativa de un investigador que, no sólo cree en sus descubrimientos, sino que, como el protagonista dice en algún momento de la película, «los vive». Y los vive con tanta intensidad que no duda en arriesgar su vida y dejar atrás a los que más quiere (su mujer y sus dos hijos), con tal de demostrar que, al contrario de lo que todos los eruditos han aceptado siempre (y aún sigue sin estar claro este aspecto), los primeros en llegar a la Polinesia no fueron los asiáticos (desde el oeste de la Polinesia), sino los sudamericanos (desde el este de la Polinesia, donde nace el sol -«Kon-Tiki» en el idioma de sus habitantes). Y para probar su teoría, Thor Heyerdahl, en 1947, recreó fielmente el modo en que tendrían que haber llevado a cabo este hazaña los peruanos pre-incas de hacía 1500 años. Con ese fin construyó una balsa de madera en la que, con otros seis aventureros, se lanzó al mar para atravesar nada menos que 5.000 millas, una distancia similar a la existente entre Chicago y Moscú.

Se trata de una historia apasionante. Aunque sabemos el final, los muchos impedimentos y problemas a los que se tienen que enfrentar este grupo de arriesgados exploradores, así como la magnitud de los mismos, alcanzan momentos dramáticos de intensidad máxima. En los más de cien días de viaje que recoge la cinta, no faltan ni la amenaza de tiburones y gigantescas ballenas, ni tormentas escabrosas de las que parece imposible escapar.

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Pero sus creadores también nos regalan preciosas fotografías donde la mente no puede sino reflexionar sobre la belleza de todo lo creado. En medio de esas bellas estampas, uno puede llegar a pensar que, quizá estos hombres no están tan locos al llevar a cabo esta extraordinaria iniciativa, sino que quizá lo están más los que permanecen en la rutina y la monotonía de la tierra firme y del cemento gris de la ciudad. Creo que personas así, como las que protagonizan esta historia, suelen atraer la atención de todos.

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De ahí el reconocimiento académico y la buena recepción que ha conseguido tanto el documental, como el libro que escribió Thor sobre esta experiencia (que vendió más de 50 millones de copias y se tradujo en casi 70 lenguas diferentes), y la película que aquí comentamos, que -además de los méritos alcanzados ya comentados- se convirtió en un auténtico fenómeno en Noruega -llegando a ser vista por 1 de cada 5 noruegos.

En esta época de superficialidad y borreguismo que nos ha tocado vivir -sálvese quien pueda-, creo que viene bien ver ejemplos de personas diferentes, capaces de luchar por sus nobles, legítimas y bien fundadas convicciones -Thor, antes de emprender su aventura dedicó diez años de su vida a estudiar sus teorías- a pesar de que la masa y los poderosos -de distinta índole- no les entiendan ni apoyen. Me atrae esa idea general. Yo, no obstante, no arriesgaría mi vida por demostrar quién fue antes a la Polinesia, pero quizá haya otras causas por las que sí merezca la pena esforzarnos, y películas como esta animan a hacerlo.

 

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