Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

Cinco razones para ver “Krypton”

Con el reciente estreno de Avengers: Infinity Wars se recrudece aún más la guerra abierta entre DC y Marvel por el control de la gran pantalla. Ambos bastiones de la cultura popular moderna llevan años desarrollando estrategias comerciales de todo tipo para dominar el mercado y es, sin duda, la expansión de sendos universos narrativos una de las claves en esta pugna. Una de las últimas producciones en el mercado, la serie Krypton, pone una piedra más en este camino, ¿o es más bien un obstáculo? Veamos cinco razones de peso a tener en cuenta.

Secuelas, precuelas, spin-offs, segundas partes o reinterpretaciones de cualquier universo narrativo constituyen el pan nuestro de cada día en el cine y la televisión contemporáneos. Pero es quizás en la pequeña pantalla en la que el subgénero de las precuelas ha calado con más fuerza en los últimos quince años. Series como Gotham o Smallville son dos exponentes en este sentido. Inicialmente, los estudios rechazaron producir una serie sobre el pequeño Bruce Wayne y se decantaron por Smallville, a la vista del contrato millonario entre los estudios y Nolan para producir su caballero oscuro. Pero más allá de las decisiones estratégicas y comerciales de los estudios, las precuelas heroicas comparten un conjunto de características ya consolidadas. Entre las más interesantes destaca la falta de superpoderes. Esta fue una de las claves en Smallville, que si bien están presentes en la trama, no son esenciales para el desarrollo del universo narrativo. De hecho existen numerosas entrevistas que confirman una de las líneas rojas de la teleserie, Clark no debe convertirse en Superman. Algo similar ocurre en Gotham, en la que el joven Bruce a duras penas es capaz de salir victorioso en una pelea callejera. Así Krypton parte de la misma premisa, los superpoderes son un lujo que sus guionistas han desechado en favor de otros elementos que permiten construir el súper-capital cultural de este universo narrativo con más aplomo que con unos meros efectos especiales. Como en todas las precuelas, ya conocemos cuál será el final de sus protagonistas y, en este caso, del planeta Krypton. Ahí es donde radica la grandeza de un buen desarrollo narrativo. Al espectador le interesa ver el paisaje, no llegar a término. Es pronto, sin embargo, para saber si el desarrollo del capital cultural de esta serie o su súper-lore estará a la altura de lo esperable.

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Como buena serie de ciencia ficción, Krypton explora las luces y sombras de la sociedad moderna. Ambientada en un planeta alienígena, la serie no es sino una excusa más para reflexionar sobre los problemas del mundo real a través de una óptica diferente. Krypton está lejos de ser la utopía que generalmente se cree que es. En este sentido, resulta un gran acierto por parte de productores y guionistas situar la sociedad kryptoniana bajo una dictadura y al borde de la guerra. Páramos congelados, la ciudad abovedada de Kandor, su gestión energética, o su sistema jerárquico literalmente vertical son cuestiones que pasan de un segundo plano a ser gradualmente centrales en la trama. A simple vista en Krypton no se evidencia racismo o sexismo, pero sí se postulan divisiones socioeconómicas y religiosas importantes. Las divisiones de clase, genéticas, la institución del matrimonio, o la reproducción asistida como sistema oficial para la procreación son particularmente interesantes. Si bien, están esencialmente arraigadas en toda tradición distópica, desde Gattaca hasta Divergente o los Juegos del Hambre.

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La Voz de Rao, el tirano teocrático que gobierna Krypton

Otro de los puntos fuertes de esta serie es su archienemigo Brainiac. Mucho ha evolucionado este personaje desde su primera aparición en 1958. Brainiac se representa típicamente como un androide extraterrestre verde con numerosos electrodos o protuberancias tecnológicas que salen de su cabeza. Su aparición en esta primera temporada es quizás uno de los elementos del súper-lore más arraigados. Sin embargo, debido a las múltiples revisiones del universo DC, éste es quizás uno de los archienemigos que más transformaciones ha experimentado desde los años cincuenta. En la serie Krypton, Brainiac se aleja de su característica forma humanoide pero continúa tratando de apoderarse del planeta con la ayuda de parásitos e inteligencia artificial. Este último aspecto, la inteligencia artificial, es una de las cuestiones que, a nuestra forma de ver, debiera ser explotada con más detalle. Un tema, desde luego, de candente actualidad que posibilita un debate complejo e interesante, como postula Westworld. Enriquecería esta serie tridimensional exponencialmente. Por tanto, si bien existen multitud de Brainiacs disponibles en el universo narrativo de Superman, su representación debería pasar a un segundo plano para poder explorar cuestiones más profundas como el papel de la inteligencia artificial y sus consecuencias directas sobre una sociedad cambiante.

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Brainiac en los cómics

Si estás esperando con ansia la última temporada de Juego de Tronos, Krypton te ofrece las mismas intrigas procedimentales a 27,1 años luz del planeta Tierra. Su sistema jerárquico y sus intrigas palaciegas, sistemas legislativo y legal corruptos, milicias y grupos terroristas, o el tirano teocrático conocido como la Voz de Rao son elementos que reverberan en torno a cuestiones como hegemonía, poder y prácticas normativas. Todo ello aderezado con un ambiente prebélico que anticipa la destrucción de la sociedad kryptoniana desde sus primeros episodios.

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Intrigas palaciegas

Damian Kindler y David S Goyer, cocreadores de la serie, han logrado reconfigurar con éxito una extraña estética extraterrestre, lo que destaca como el elemento más sólido de Krypton. Sin embargo es pronto para saber si superará las expectativas del fandom como logró Smallville. Pero no nos equivoquemos, los prejuicios iniciales y los juicios de valor en torno al capital cultural de la serie por parte del fandom durante la emisión de la primera temporada de Smallville, no obstaculizaron la continuidad de la serie durante diez temporadas. Habrá que darle tiempo a Krypton para que se asiente en el imaginario colectivo. Y sin duda las claves de su éxito radicarán en la construcción de un capital cultural sólido con guiños a toda producción previa, sin dejar de desarrollar nuevos elementos que enriquezcan dicho universo narrativo más allá del canon ya establecido.

 

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