Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

El cine de Drake Doremus o cómo amar locamente

Durante los últimos años, el cine independiente norteamericano ha conseguido desarrollándose con gran fuerza. Festivales como el de Sundance, Tribecca o Toronto ya comienzan a ser (casi) igual de reconocidos a nivel internacional como los grandes festivales de cine como Cannes, Berlin o San Sebastián. Incluso, no es extraño encontrarse protagonizando películas más modestas a grandes estrellas hollywoodenses como, por ejemplo, Matthew McConaughey y Reese Witherspoon en el film Mud (Jeff Nichols, 2013) o Colin Firth y Emily Blunt en Arthur Newman (Dante Ariola, 2012), entre los cientos de producciones que se me ocurren.

Yo, me considero una fanática del cine indie. Sinceramente, he visto auténticas joyas cinematográficas, que nada tiene que envidiar al cine de la industria más comercial. Por eso, hoy me gustaría hablar y dar a conocer a uno de los directores que más me han sorprendido en los últimos años – y que ya ha pasado a ser uno de mis favoritos – un joven director nacido en Los Ángeles: Drake Doremus. Con seis películas en su filmografía, este cineasta licenciado por el American Film Institute se ha convertido en poco tiempo en uno de los directores más interesantes del cine de bajo presupuesto.

Tras varias producciones que pasaron por festivales sin pena ni gloria – como Moonpie (2006), Spooner (2009) y Douchebag (2010) – en 2011 triunfó en el Festival de Sundance con su cuarto film, Like Crazy: la historia del amor entre dos estudiantes, Jacob y Anna, que se ven obligados a vivir su relación a distancia. La película se alzó con el Gran Premio del Jurado y el Premio Especial de Interpretación Femenina para Felicity Jones, que la catapultó como una de las grandes actrices emergentes del momento.

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Una de las muestras de amor de Anna y Jacob en Like Crazy

El director californiano alcanza la madurez creativa con Like Crazy, un drama romántico protagonizado por una pareja de jóvenes, sin caer por ello en la sensiblería de productos más convencionales – véanse, sino, las adaptaciones al cine de las novelas de Nicholas Sparks comenzando por el éxito de The Notebook en 2004, y que desde hace cinco años, tenemos cada año en cartelera una película de este autor: The Last Song (2010), Dear John (2011), The Lucky One (2012), Safe House (2013), The Best in Me (2014) y The Longest Ride (2015). Parece que Hollywood piensa que los espectadores andamos faltos de amor…

Sin embargo, lo que nos ofrece Doremus en Like Crazy es algo más profundo que una simple historia de amor, hasta el punto de que el espectador parece estar presenciando una especie de «cámara oculta» que nos muestra la vida y relación de Anna y Jacob. La esencia del film se basa en el realismo que los dos actores  – Felicity Jones y Anton Yelchin – aportan a la pareja. De hecho, una de las características principales del trabajo de Doremus es la libertad que deja a sus actores a la hora de improvisar. Chistes, miradas, risas, gritos, llantos, silencios, besos, caricias… todo lo que acabamos viendo en el film es obra completamente de Yelchin y Jones, que se «convirtieron» (casi literalmente hablando) en Jacob y Anna durante las escasas tres semanas de rodaje.

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Uno de los encuentros clandestinos de Guy Pearce y Felicity Jones en Breathe In

Dos años después del éxito de Like Crazy, llegaría su quinto film que supondría la consolidación de Doremus como uno de los directores más prometedores del panorama independiente americano: Breathe In (Qué, como apunte personal, pasó a formar parte de mi top 10 nada más terminar…) Como no podría ser de otra manera, Doremus se pone al timón de otra historia de amor imposible, tremendamente dolorosa para sus personajes, colaborando por segunda vez con Felicity Jones como protagonista femenina.

Pero, esta vez, la complejidad de la cinta irá más allá de la historia de amor y desamorBreathe In relata la desintegración de una familia neoyorquina – formada por los actores Guy Pearce, Amy Ryan y Mackenzie Davis – aparentemente ejemplar ante la llegada de Sophie (Felicity Jones), una estudiante de intercambio inglesa, que pondrá sus cómodas vidas patas arriba, con el tema de la infidelidad como telón de fondo. El romance que surgirá entre el patriarca de la familia y Sophie tendrá su inicio en una mutua admiración que evolucionará en una especie de enamoramiento intelectual muy profundo entre los dos.

Con un concepto muy parecido al de su anterior film donde cada mirada, cada gesto o cada roce dicen mucho más que mil palabras, Breathe In muestra un estilo completamente diferente, muchísimo más sensorial y, sobretodo, con una estética más elaborada y nada improvisada, como lo haría en Like Crazy. Una fotografía más cuidada, precisa y estudiada – obra de John Gulesorian, con el que Doremus ya había colaborado en Like Crazy – aporta la sordidez y madurez que la historia demanda.

Aunque los desenlaces de ambas películas nos sean del todo happy endings made in Hollywood – bueno, para algo son films hechos fuera de la industria – lo importante para Doremus es el explorar todas las facetas de las relaciones de pareja (desamor incluido). En el caso de Like Crazy, tenemos la locura del primer amor y el qué pasaría si descubrieras que ese primer amor no es tu otra mitad, al fin y al cabo; mientras que en Breathe In, nos topamos con otro tipo de amor loco mucho más oscuro, una mezcla de atracción genuina y amor por despecho, donde la comodidad se antepondrá a los deseos personales.

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Fotograma oficial de su nueva película, Equals

Para disfrutar de la siguiente cinta de Doremus tendremos que esperar hasta finales de este año o principios del año que viene. Esta vez sin «su musa» Felicity Jones, presenta en el próximo Festival de Venecia su nuevo film romántico Equals, la historia de una pareja (Kristen Stewart y Nicholas Hoult) que encuentra el amor en una sociedad futura y aséptica donde cualquier tipo de sentimiento es considerado ilegal. Sin duda, otra oportunidad que nos presenta Doremus de explorar todas las facetas del amor.

Bueno, mientras esperamos a Equals, todavía nos quedan las historias de amor de Anna y Jacob y de Keith y Sophie, ambas grandes en su pequeñez, agridulces como la vida misma, que se han convertido en citas indispensables para los amantes del mejor cine independiente americano.

 

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