“El joven Sheldon” episodio 9, temporada 3
Este noveno episodio se titula “A Party Invitation, Football Grapes and an Earth Chicken”, haciendo referencia a tres de los pilares de su “trifásico” argumento. En esta ocasión, voy a ordenar mis comentarios siguiendo los pasos marcados en el título. El primer sintagma -«A Party Invitation»- hace referencia a la invitación que se recibe en casa de los Sheldon para el cumpleaños del vecinito Billy. La tarjeta (por cierto, qué gusto da ver el uso del papel en la comunicación, tan denostada en nuestros días por internet y especialmente por los temibles chats de padres) va dirigida únicamente a Missy.
Mary ve tan lógico que se invite también a Sheldon (quizá el hecho de ser gemelos fomente considerablemente su asociación espontánea), que llama a Brenda (madre de Billy) para decirle que cree que se ha perdido la invitación de Sheldon. Los ojos tratan de salírsele de las órbitas (como suele ocurrirle bastante frecuentemente) al oír la explicación de la organizadora del evento, quien, sin tapujos, le espeta que no quiere que los invitados vean a su hijo -ya de por sí rarito- en compañía del aún más raro de Sheldon. En este contexto, tiene gracias la reacción de George, cuando dice que cómo puede preocuparle Sheldon a la madre de Billy, que tiene como únicos amigos a los pollos (y aquí entra en juego el tercer sintagma del título).
Mary encuentra el modo de solucionar este conflicto que no ha podido resolver cara a cara: hacer que el pastor Jeff hable de cómo ser buenos vecinos en su sermón dominical. Tan evidente es la intención de su homilía, que Brenda se da directamente por aludida en mitad del servicio religioso, pero en lugar de enfadarse, decide poner en práctica lo allí aprendido. Pero eso sí, en su línea de personaje borde y desagradable, Brenda aclara a Mary que, si van dos niños, debe llevar dos regalos y -esto tiene gracia- no pueden ser plastilina porque se la come.
Pero la tarea de Mary no termina con este logro, sino que, al volver a casa, se encuentra con que Sheldon no quiere ir al cumpleaños. No obstante, los dos llegan a un acuerdo al permitir al genio ir vestido de Spock, que va como observador del “mundo terrícola” del cumpleaños de su vecino (esto genera escenas muy graciosas como aquellas en las que -como visitante de otro planeta que se supone que es- analiza a una niña y después a los pollos del corral). El final de este conflicto demuestra una vez más cómo los niños saben solucionar sus problemas solos mejor que cuando intervienen los mayores, al ver a los dos niños disfrutando de su mutua compañía sin ningún tipo de resquemor, que sí que era más que evidente entre las madres “rivales”.
Las uvas de fútbol mencionadas en el segundo sintagma se refieren a las que el Dr. Sturgis lleva a “su amigo” George para picar mientras ven el fútbol (la cara de Georgie es todo un poema mientras es testigo de la divertida escena). Y es que, aunque primero rechazó la propuesta de volverse a encontrar para charlar (de Connie, por cierto, pues sigue enamorado de ella), George, después, termina aceptándola. Esto ocurre tras asociar este rechazo al que podría recibir su hijo Sheldon, cuyo perfil social no tiene nada que envidiar al del anciano profesor.
El episodio concluye dando a entender que, con un poco de esfuerzo, podemos hacernos la vida más agradable. Ya lo hizo en el ámbito relacionado con el protagonista, en la parte del argumento ya comentada; y ahora lo hace con respecto a los personajes adultos. Y es que, para nuestra sorpresa, en la sala de televisión entra ni más ni menos que la abuela: Connie. Esta, no solo no sale espantada al encontrar en la casa de su familia a su exnovio, sino que accede gustosa, incluso a sentarse con los dos hombres a ver el partido. Resulta raro emplear estas expresiones entre abuelos, pero la verdad es que parece que la química entre estos dos tortolitos no se ha extinguido. Recordemos que Connie estuvo esperando al Dr. Sturgis hasta su salida del hospital, y que este la dejó, no porque no la quisiera, sino por todo lo contrario: porque no quería hacerle sufrir en caso de que sufriera una recaída en su estado de salud mental.
Así que, en este estado de cosas… puede que en la próxima entrada tengamos que hablar de reconciliación… Aunque Connie (también cuesta hablar de esto en relación a estas “elevadas” edades), esta empezando a salir con Dale, el entrenador de béisbol de Missy. En fin… ¡qué vida amorosa tan ajetreada! Le deseamos lo mejor (aunque, siendo sincera, le deseo que vuelva con Sturgis: porque me parece más gracioso y porque a Sheldon le encantaría).