«Enter the Void» (Gaspar Noé, 2009): el hombre como nuca errante
Gaspar Noé firma Enter the Void (2009), injustamente tratada por el público en su momento y que transita ahora de boca en boca el camino hacia un posible reconocimiento como película de culto. Eso gracias a la potencia innovadora de una propuesta mucho más profunda y trascendente de lo que a priori podría parecer por estética o en una aproximación superficial. Se trata de un texto cinematográfico que algunos críticos ubican en el ámbito de lo experimental y deslumbrante, tanto por lo visual como por lo auditivo. Recoge en sus casi tres horas de duración la cruda historia de los hermanos Linda (Paz de la Huerta) y Oscar (Nathaniel Brown) en el Tokio de los neones, los apartamentos inmundos, los bares de mala muerte y los clubs nocturnos. Ella stripper; él traficante de poca monta y consumidor habitual de sustancias tóxicas. Ambos unidos desde críos por un hondo trauma y un pacto sincero de atención mutua, incluso desde el cielo.
Alguien preguntó hace tiempo si Enter the Void era el retrato del hombre moderno. Responder de manera positiva implica asumir que el varón actual fotografiado en la imagen se caracteriza más por su nuca que otra cosa. Oscar, el sujeto masculino protagonista, aparece casi en exclusiva encuadrado de espaldas o directamente transformado en punto de vista subjetivo, a veces aéreo, como alma errante, una vez muerto a manos de la policía en el baño de un tugurio, al ser traicionado por su amigo Victor (Olly Alexander). En consecuencia, Oscar desaparece como hombre para emerger como observador de su parte femenina, encarnada en su hermana Linda, a la que, tal y como se había comprometido cuando eran niños, contempla desde lo alto, desde un amor auténtico. Gaspar Noé se nutre del Libro tibetano de los muertos, introducido explícitamente como parte de la trama en los primeros minutos de la narración. Al morir, el alma vaga a merced de los aires en busca de la siguiente reencarnación. Incapaz de despegarse de Linda, Oscar flota en la inmensidad de Tokio, poético escenario fluctuante de luces lisérgicas.
A pesar de resultar demasiado extensa, Enter the Void posee bastantes momentos de impacto. De hecho, es una película que en ocasiones resulta difícil de mirar por su aspereza. Drogadicción, abuso, aborto, prostitución, locura, desamparo o sexo explícito son algunos de los aspectos contenidos en el texto, que acercan la ficción a la realidad cruda de la vida. Gaspar Noé logra uno de esos encontronazos con el espectador en la escena que se sitúa en un hotel del amor, en cuyas habitaciones diversos seres humanos dan rienda suelta a sus apetencias con el alma flotante de Oscar como testigo mudo. Él ha llegado hasta allí para cerrar el círculo y aferrar su espíritu a un nuevo embrión de vida, algo que va a tener lugar precisamente en el útero de su hermana, que está siendo amada-inseminada por Alex (Cyril Roy). Se trata del verdadero amigo de Oscar y quien le había regalado el Libro tibetano de los muertos. El personaje actúa en la narración como macho biológico necesario para la concepción de la vida, para que el ciclo de las reencarnaciones humanas continúe girando en esta dimensión de la realidad.
Desde el punto de vista del determinismo atemperado, aquel que entiende la masculinidad como una especie de esencia innata en equilibrio con la convención social (Jociles 2001), Alex podría ser leído como la representación ponderada de los diversos arquetipos masculinos que luego cada cultura acaba combinando de formas diversas. Representa el principio del orden, al marcar a Oscar los supuestos imperantes en el Tokio que les ha tocado vivir. También el principio del conocimiento, al ejercer de figura instructora. Encarna el principio de la actividad o agresividad, que se recalca a través de su apariencia estéticamente asalvajada, con unos rasgos duros y una larga cabellera y, desde luego, ejecuta el principio de la pasión, que culmina con la fecundación de Linda para crear un nuevo cuerpo para el alma de su amigo. Alex es la suma armónica de los arquetipos antropológicos Rey, Mago, Guerrero y Amante, según la fórmula establecida por Gaspar Noé. Y todo ello en contraposición a Victor, el otro amigo de Oscar, secretamente atraído por él y que acaba delatándolo como traficante, al sentirse ultrajado por el affaire sexual entre su madre y Oscar.
A tenor de lo anterior, podría criticarse de Gaspar Noé que participe de la dinámica, tan extendida, que retrata en un audiovisual al personaje de sexualidad difusa como el peligroso o traicionero, teniendo en cuenta además que la antropología cultural ha clarificado desde hace tiempo que la homosexualidad es vista históricamente como anormal solo en algunas sociedades (Gutmann 1997). Lo hace con Victor y con algún otro más. En favor del director argentino, se concluye aquí que se considera un acierto el retrato que realiza de los hermanos Linda y Oscar, un ejercicio soberbio que permite interpretarlos como un todo, como un único ser, que va más allá del hombre o la mujer, que trasciende lo masculino y lo femenino, que se extiende entre personas que se necesitan las unas a las otras. Puede ser, tal vez, que el mensaje contenido en Enter the Void sea aquel que entiende la humanidad como un espíritu compartido entre las diversas individualidades de carne y hueso, que necesariamente participan de la experiencia de la vida y de la muerte, nunca en oposición, siempre en equilibrio.
Referencias
Fernández, R. (2013). Enter the Void. Diálogo. Vol. 16 (1). Artículo 18. Recuperado de: https://via.library.depaul.edu/dialogo/vol16/iss1/18
Gutmann, M. (1997). Trafficking in Men: The Anthropology of Masculinity. Annual Review of Anthropology. N. 26, pp. 385-409. DOI: https://doi.org/10.1146/annurev.anthro.26.1.385
Jociles, M.J. (2001). El estudio sobre las masculinidades. Panorámica general. Gazeta de Antropología. N. 17. Artículo 27. DOI: 10.30827/Digibug.7487
Doctor en Filología y Filosofía (UIB); Máster en Formación del Profesorado con especialidad en Filosofía (UIB); Máster en Cognición y Evolución Humana (UIB); licenciado en Ciencias de la Información con especialidad en Periodismo (UPV-EHU); periodista en los servicios informativos de IB3 Televisión, ha sido profesor de Periodismo en CESAG-Universidad Pontificia Comillas. Interesado en todo lo que tiene que ver con el homo sapiens y sus pasmosas contradicciones y, por tanto, ubicable en el equipo humano. ORCID y academia.edu