Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

Ese pozo sin fondo llamado alcohol(ismo): «Druk (Otra ronda)»(Thomas Vinterberg, 2020)

Todos estaremos de acuerdo en que el consumo de alcohol es uno de los problemas más serios de nuestra sociedad. Millones de personas mueren al año debido a enfermedades y accidentes producidos por esta sustancia tan perjudicial que tenemos tan normalizada en nuestra cultura. Dinamarca es uno de los cinco países con mayor tasa de consumo de alcohol del mundo. Al rededor de un 31% de la población está alcoholizada. Para que seamos conscientes de ello basta con ver los primeros minutos de la cinta Druk (Otra Ronda) que el célebre director danés Thomas Vinterberg estreno este pasado 2020. Sus primeros minutos, como íbamos diciendo, muestran una festividad de lo más común en Dinamarca. Unos jóvenes llevan por grupos unas cajas llenas de botellines de cerveza al rededor de un recorrido en el que, en diferentes puntos concretos, deberán parar para beber de las botellas. El primer grupo que llegue a la meta con toda la cerveza consumida gana. Toda una festividad de culto al alcohol que no se diferencia tanto de otras que ocurren en otros países incluido el nuestro.

De izquierda a derecha. Thomas Bo Larsen, Lars Ranthe (de espaldas), Mads Mikkelsen y Magnus Millang interpretan con brillantez a los alcoholicos profesores

Es este exacerbante consumo de bebidas alcohólicas el pilar central de la cinta de Vinterberg, que nos muestra el estudio que deciden realizar cuatro profesores de instituto cansados y asqueados de la monotonía de sus vidas. El experimento consiste en comprobar si la teoría que defiende que el ser humano debe mantener una tasa de alcohol de 0,5% en sangre para estar al 100% de sus capacidades del psicólogo Finn Skårderud es cierta. Así, Martin, el profesor de historia que hacía años que no probaba el alcohol; Tommy, el solitario profesor de educación física; Peter, el profesor de música y Nikolaj, el profesor de psicología, comienzan a beber  pequeñas cantidades de alcohol entre horas para llegar a ese 0,5% en sangre. Los primeros días consiguen su objetivo y comprueban que su relación con sus alumnos es más divertida y beneficiosa. El protagonista, Martin, interpretado por un enorme Mads Mikkelsen, propone juegos educativos en los que enseña (entre otras cosas) sobre cómo grandes figuras históricas como Winston Churchill o Ernest Hemingway fueron alcohólicos y «triunfaron» en sus vidas. La vida del protagonista no solo «mejora» en el ámbito profesional, sino que ahora su mujer no le ve como un hombre aburrido (por supuesto ella no sabe que ha vuelto a beber) y sus hijos le hacen más caso. Al comentarlo con el resto de sus compañeros, todos corroboran que sus vidas han ido a mejor y deciden subir cada vez más la tasa de alcohol. Primero a 1% en sangre, después a 1,5%, 2%, etc. Hasta que empiezan a surgir problemas y una tragedia no tarda en ocurrir.

Un tanto predecible, pero no obstante verdadera, Otra ronda explora la crisis de unos hombres de mediana edad que no encuentran nada que les motive ni que les haga felices. Entran en una crisis personal y profesional que intentan arreglar por la vía fácil, por la vía errónea: el alcohol. Ni se plantean cambiar su forma de enseñar, ni su forma de comportarse con sus compañeros, ni con su familia. Martin le pregunta a su mujer si considera que ha cambiado y que si ahora es aburrido. Ante la respuesta afirmativa de la esposa, el profesor de historia no se decide por el diálogo y por intentar mejorar, sino que se decanta por dejar que su estado de ebriedad arregle todos sus problemas. Al final, su conflicto interior era, lógica y puramente, psicológico. A lo largo del filme van apareciendo rótulos que indican la tasa de alcohol en sangre de los personajes. ¿Qué porcentaje de alcohol tiene Martin en su sangre estando de acampada con su mujer y sus hijos, en su momento más feliz y puro de la película? 0%. Todo consistía en un cambio de actitud. ¿Acaso no se le hubiese ocurrido la idea de ir de excursión después de hablar con su mujer tranquilamente estando sobrio? Quizás no, pero lo más probable es que sí.

Martin intenta remediar los errores que ha cometido y salvar su matrimonio con su mujer Anika (interpretada por Maria Bonnevie)

Lo cierto que esta no es más que una posible lectura del filme, pues el autor parece que no acaba de posicionarse del todo en un lado de la balanza. En ciertos momentos parece que critica fuertemente el uso y abuso del alcohol y cómo este supone un pozo sin fondo que lleva a la (auto)destrucción -viendo cómo termina la relación entre Martin y su mujer o el final trágico de uno de los profesores y amigos del protagonista- y a la vez parece que celebra el consumo de alcohol como algo que quizás haga único y especial al carácter del ser humano. Como un elemento que une a las personas y ayuda a superar miedos. Puede que sea un tanto ambiguo, deja que el espectador le de un sentido u otro a lo que ve. Prueba de esto es la aclamada escena final del filme, que cierra -como si de un círculo se tratase- con una fiesta al lado de un puerto en la que todos consumen alcohol. Martin comienza a beber y a bailar al compás del tema What a Life; compuesta por Scarlet Pleasure expresamente para el filme. El último fotograma (ojo al espoiler) congela al protagonista lanzándose al mar. Suspendido en el aire, parece quedar volando libre gracias al alcohol, pero todo vuelo al ras del sol -y de esto sabía muy bien Dédalo- conlleva una caída estrepitosa hacia la (posible) muerte.

 

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