Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

«La otra mirada» (2): de la escuela de señoritas a la sororidad

A pocas semanas del estreno de La otra mirada, nuestra compañera Meritxell Esquirol dedicaba un post a una serie que, aparentemente dedicada al target femenino, iba desarrollando de manera más que ordenada temáticas relacionadas estrechamente con el feminismo. Un desarrollo más que necesario  que no ha estado exento de una pedagogía excesivamente verbalizada como hemos ido viendo en todos y cada uno de los episodios en los que habitualmente se «instruye » a las audiencias del mismo modo como se hace con las alumnas de la escuela de señoritas de Sevilla. Pero la verdad es que esta convención es asumida y asumible por las audiencias no restando interés ni al argumento ni al diseño de los personajes de La otra mirada. Y de eso va a tratar este post.

La otra mirada, creada por Josep Cister Rubio y Jaime Vaca —que ha participado como guionista en series como Las chicas del cable, Velvet, Cuéntame un cuento, Fisica o Química y Los Serrano— se inicia en una fiesta en la embajada española en Portugal durante la cual el embajador es asesinado aparentemente por una mujer joven quien, en su huída, muestra un papel en el que consta un nombre, el de Roberta Luna, y una dirección, la escuela de señoritas de Sevilla. La mujer no es otra que Teresa (Patricia López Arnáiz) quien entrará como profesora en la escuela dirigida por Manuela (Macarena García) y donde se supone que se van a dar las condiciones para resolver el principal enigma del argumento.

El asesinato del embajador en Portugal es el enigma de la serie
El asesinato del embajador en Portugal es el enigma de la serie

Sin embargo, los pasos acerca de la resolución de la muerte del embajador y de la identidad real de Roberta (Begoña Vargas) van a ir dilatándose en el tiempo, por no decir que a veces olvidándose, en favor de la construcción de los personajes que conviven en la escuela. Una evolución que correrá paralela a la de la propia institución y que se construirá a base de contrastes. Y es que todos y cada uno de los personajes femeninos de La otra mirada van a ser, en buena medida, estereotipos o clichés: Manuela será una joven directora que intenta liberarse de una figura maternal represiva y autoritaria, Doña Manuela (Gloria Muñoz); Teresa, absolutamente masculinizada, va a significar la entrada de una nueva perspectiva en la concienciación de las jóvenes alumnas y de sus compañeras profesoras; Doña Luisa (Ana Wagener) es una mujer de mediana edad anclada en su papel de «viuda eterna» y resignada a su vida con su hijo Arcadio (Paco Mora); y, finalmente, Ángela (Cecilia Freire) va a ser el modelo de familia ejemplar con David, (Alejandro Sigüenza) y sus cinco hijos aunque en realidad ese modelo sea subvertido al ser ella quien trabaje y mantenga económicamente a la familia y él quien cuide a los niños y se ocupe de la casa mientras estudia su carrera.

Doña Luisa (Ana Wagener) tendrá una de las evoluciones más interesantes de la serie
Doña Luisa (Ana Wagener) tendrá una de las evoluciones más interesantes de la serie

Todas y cada una de ellas tendrán que enfrentarse a sus miedos y fantasmas personales que empiezan a hacerse evidentes tras las «lecciones» y perspectivas reivindicativas de Teresa que se convierte en el centro conceptual de la serie. De este modo, Manuela tomará conciencia de su personalidad; la conservadora Doña Luisa —en una de las evoluciones más interesantes de la serie— se replanteará su existencia; y Ángela deberá enfrentarse a su sexualidad. Las mujeres de la serie van a evolucionar y van a tener que decidir sobre sus vidas en las que tendrán una importante participación —que no incidencia— los personajes masculinos que también evolucionarán a su manera aunque no excesivamente como vemos en los casos de Martín con Manuela, David con Ángela y Ramón (Juanlu González) con la librepensadora Teresa. Un planteamiento de  personajes masculinos funcionales que, salvo en contadas ocasiones, no caerá en el tópico maniqueo de masculinidades absolutamente nefastas. Una opción inteligente por parte de los guionistas sin ninguna duda.

El personaje de Ramón será importante en el desarrollo de la serie
El personaje de Ramón será importante en el desarrollo de la serie

Y si Teresa es el centro programático de las mujeres maduras de la serie, no lo iba a ser menos de las mujeres en formación. Porque, independientemente de que las señoritas de la escuela de Sevilla sean las receptoras de  los temas reivindicados en La otra mirada (sexualidad, derecho al voto, derecho a expresar las propias opiniones, capacitación intelectual, independencia personal, violencia de género, brecha salarial) como era más que previsible, La otra mirada va a tener la habilidad de construir personajes opuestos que se enfrentarán a situaciones extremas y que construirán el mensaje final de la serie. O uno de sus mensajes.

Y es que uno de los méritos de La otra mirada es la coralidad en el diseño de las alumnas. Cada una de ellas forma parte de un todo. Todas y cada una de ellas serán un cliché. Todas serán imprescindibles para la conformación de una especie de retrato que trasciende la época en que se desarrolla el argumento. De esta manera, como si de Mean Girls,The Golden Girls e incluso las chicas de The Big Bang Theory se tratara,  Margarita (Lucía Díez) querrá ser la abeja reina del grupo  aunque no tenga excesivo éxito en su empeño; Candela (Elena Gallardo) va a expresar públicamente sus opiniones convirtiéndose en la más rebelde de todas y también la más esforzada; María Jesús (Abril Montilla) será la chica apocada con complejo de patito feo creyendo que nadie la quiere ni querrá por no seguir los esquemas prototípicos de la mujer desde una perspectiva masculina; Flavia (Carla Campra) es una joven romántica que es capaz de dejarlo todo por su verdadero amor en el más puro estilo shakespeareano; Macarena (Paula de la Nieta) va a ser la freak tildada de marimacho por su falta de coquetería, de interés por los chicos y también por ser hija de madre soltera con un esquema vivencial diferenciado; y, finalmente, Roberta va a ser una joven medianamente conflictiva, con aparentes problemas identitarios y que absorberá como una esponja y protagonizará parcialmente las enseñanzas de Teresa.

Las alumnas de la escuela tendrán un funcionamiento coral
Las alumnas de la escuela tendrán un funcionamiento coral

Las seis protagonistas jóvenes de La otra mirada, como también sucede con las más maduras, van a enfrentarse a situaciones extremas que las reafirmarán sin romper con los estereotipos creados y que acabamos de esbozar. Justamente este es uno de los aciertos de la construcción dramática de la serie, el aprovechar los elementos que funcionan y no distorsionarlos en absoluto sino llevarlos hacia el terreno más amable de tal manera que las historias de las alumnas —quizá más que los personajes senior— construirán los momentos de tensión y distensión argumental. Así, las experiencias de las seis chicas pasarán por  los distintos tonos de la tragedia y de la comedia, una combinación que las reforzará como grupo y hará que la escuela de señoritas se transforme en una auténtica sororidad como mensaje aglutinador de la serie.

A pesar de que las audiencias de La otra mirada no han sido muy amplias, sí que han sido audiencias fieles e interesadas. El final de la temporada que cierra de una manera más que rápida y precipitada el enigma de la serie deja muchas historias abiertas —por no decir que casi todas incluida la continuación del enigma original— pronostica aparentemente aunque no necesariamente la continuación de la misma. Esta no ha sido ni confirmada ni desmentida. Sea como fuere, el valor de La otra mirada es innegable y, con continuación o sin ella, la serie marca un hito en la historia de la ficción televisiva española.

 

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