«Masters of Sex»: el miedo a la sexualidad de las mujeres
En “Masters of Sex: la sexualidad en tiempos de la hipersexualización”, explicamos que, a veces, cuando despojamos la sexualidad de las convenciones eróticas, el sexo se sirve como un plato frío que no sienta bien a todo el mundo. Evidenciar la pseudo-pornificación con la que hoy promocionamos y definimos el placer sexual, revela el ejercicio de poder subyacente a los mecanismos de promoción social contemporáneos que sutilmente hegemonizan la mirada masculina.
Históricamente, explicitar el placer por lo erótico ha sido terreno de hombres. Ha sido siempre desde la mirada y consumo masculino que hemos adecuado espacios urbanísticos y comerciales mediante los que lucrar la experiencia sexual. Ha sido siempre desde la mirada y consumo masculino que se ha construido un imaginario cultural, en el que la agencia y la actividad sexual ha estado capitalizada por la hombría y virilidad. No es que las mujeres no hayamos participado de este placer sexual, tanto en consumo como en experiencia. No obstante, tal como indican las leyes de la mercadotécnia, el consumo de la sexualidad para las mujeres encontró el espacio ideal en el terreno de lo íntimo y lo privado, y casi siempre vinculado a una experiencia romantiquíssima -léase desde Corin Tellado a E.L.James-. De hecho, ahí están los decálogos y antologías que hablan y adoctrinan acerca de lo que es el buen capital cultural erótico, en el que el papel de las mujeres bascula entre el descaro, la vanidad, el castigo y la sumisión. Masoquismo y hedonismo, en definitiva.
Lo que hoy sucede, es que este terreno de hegemonía masculina empieza a fracturarse. No confundir con el hecho de que hoy cada vez más existe más ‘porno para mamás’1 -ficciones eróticas protagonizadas por mujeres-, o mujeres que explicitan sin pudor ninguno lo que hasta hoy era potestad masculina: soy mujer y exhibo mi agencia sexual. A lo que aquí nos referimos es que, poco a poco, lo erótico o lo sexual se empieza a relatar en los márgenes de la mirada masculina. En el post al que he hecho referencia al inicio, ya dijimos que Masters of Sex suponía un desafío estético e ideológico en cuanto a los convencionalismos por los que hoy hemos naturalizado el relato sexual como legítimo heredero del porno. En esta ocasión, además, es inteersante observar como en este desafío interviene la mirada femenina. Eso es, el poder de lo femenino. Intervención que es vivida como una amenaza a un espacio físico y simbólico construido desde la ostentación de la masculinidad. Como ejemplo, me centraré en la crítica que Jorge Carrión escribió a propósito de la protagonista de Masters of Sex, y que publició recientemente bajo el título de “Dra. Johnson y Mrs. Hyde” en la revista Mujer Hoy (8/01/17) .[Invito a acceder al link y a leer la crítica antes de lo que sigue.]
Cómo es sabido, la serie se inspira en una história real alrededor de la publicación científica Respuesta Sexual Humana. Realizada por el ginecólogo Bill Masters y la sexóloga Virginia Johnson, fue pura revolución en la década de los 60 tanto por la explicitación de su contenido en materia de la sexualidad humana, como por sus métodos de investigación. A este punto, cabe destacar que Masters y Johnsons se conocieron siendo socios en la investigación y acabaron siendo matrimonio. Sabido es también, que una de las claves del éxito de Masters of Sex, es el tándem protagonista al que vemos sintonizar en lo sexual, lo emocional y lo intelectual a lo largo de las tres temporadas estrenadas hasta la fecha. Ambos son personajes inmensamente ricos, con sus pliegues y lados oscuros, ambiciosos y revolucionarios, y que viven en los márgenes de la moralidad religiosa y científica de la época. Ingredientes, todos ellos, que dotan de profundidad los obstaculos a superar para lograr la pervivencia y la permanencia de sus estudios, como para iluminarnos de la relevancia de sus descubrimientos en cuanto a carencias, tabús y disfunciones de las respuestas fisiológicas humanas.
¿Una serie de culto con un tema de culto, verdad? Hasta aquí, todo normal, si es que no nos enfrentaramos a un análisis crítico del personaje de Virginia Johnson. Una mujer que a lo largo de las tres temporadas, hace valer su inteligencia, su ambición, y la vivencia de su propia vida y sexualidad por muy al márgen que esta esté de la sociedad y de la comunidad científica. Entonces, es cuando nos tenemos que enfrentar a lo que significa ese poder femenino al que antes aludíamos. Como dijímos, uno de los logros de esta serie es la capacidad que tiene para deconstruir el imaginario erótico-pornográfico mediante el que sublimamos la sexualidad. Y esta deconstucción no se puede llevar a cabo sin la intervención de la mirada femenina. Si bien es cierto que la deconstrucción llevada simplemente a un nivel estético es de facil concevir, no nos olvidemos que cuando ataca al relato, es decir, al órden social al que se suscribe, entonces la concesión o la aprovación ya es más complicada. Y aquí las reacciones: ¿Cómo explicar que una mujer tenga ambición y luche por pasar de ser la simple secretaria a formar parte del equipo de investigación superando exámenes, estudiando, pero sin lograr graduarse al final? ¿Cómo explicar que, además, sea buena en la cama y tenga una vida sexual libre?¿ Cómo explicar que una mujer se interese por un terreno al que solamente a los hombres se les permite ser expertos: la sexualidad?
Demasiadas preguntas que, si nos fijamos, atacan a la hombría y a los espacios de poder relegados a los hombres. Entonces, ya nos lo advirtieron las teóricas feministas -desde Mulvey a McRobbie, pasando por Faludi-, reacción y de vuelta al órden social: las convertimos en femmes fatales; las convertimos en seres cuya ambición no está vinculada a la superación y autoafirmación personal sino a la degradación del órden; las convertimos en promiscuas, sedientas de poder; y, sobretodo, en mujeres frías y calculadoras que utilizan a los hombres como vibradores intelectuales y sexuales.2
Vale la pena también dar un vistazo a las biografías de Virgina Johnson que circulan por la red.
1 Eslogan mediante el que se promoción la trilogía literaria 50 Shades of Grey
2 Todos estos adjetivos se han sacado de la crítica publicada en “Mujer hoy” a laque hemos hecho referencia.