Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

Once Upon a Time in Quentin’s Mind (5): «JACKIE BROWN» (1997)

Hoy vuelve al blog Jose Isaac Pellicer para analizar los puntos clave de una de las películas de Tarantino menos aclamadas por los fans, pero que sin duda es necesaria para entender su evolución. Disfrutad.

 Tras Reservoir dogs y Pulp Fiction, sobre todo tras el tremendo éxito con la segunda, todo el mundo estaba pendiente de cuál sería la próxima jugada del genio, y dicha jugada vino en forma de homenaje (como no) al cine, en este caso al blacksploitation setentero y al cine de robos con Jackie Brown, basada en una obra de Elmore Leonard y siendo además uno de los pocos casos que Tarantino no trabaja con un material íntegramente suyo.

En este caso el guión juega a ser una caza del gato y el ratón entre pillos, donde nadie está a salvo y en cualquier instante todo se puede torcer por cualquier bando. Aunque para muchos Jackie Brown pueden considerar una obra menor (en comparación con el impacto de los dos monstruos anteriores) es una película que se toma su tiempo y su ritmo, algo que Tarantino iría puliendo en futuros proyectos (sin ir más lejos, como ya comentamos en el último artículo, con Kill Bill Vol.2). Aquí Tarantino juega a la experimentación y a sentar bases cara futuras obras con varios hechos: primero la figura de la mujer como eje central, como protagonista y maestra titiritera en la trama (como también pasaría con La Novia en Kill Bill o incluso el personaje de Shosanna en Malditos bastardos); segundo, el dar espacio a los actores y actrices para que muestren las aristas en las personalidades de sus personajes, haciéndolo calmadamente, sin prisas, con la cámara siguiendo la acción incluso en la lejanía pero sin perderlos de vista; y en tercer lugar,  el peso de los secundarios, a los que Tarantino habitualmente guarda los mejores papeles en sus guiones y se establecen como los pilares de apoyo en sus películas.

Pam Grier como Jackie Brown, la primera gran heroína del cine de Quentin Tarantino.

Podemos hablar de varios nombres propios en Jackie Brown: el primero, indudablemente Pam Grier. Quentin rescata a la heroína de joyas de la blackspoitation como Foxy Brown (Jack Hill, 1974) o Friday Foster (Arthur Marks, 1975) que en ese momento deambulaba en productos de serie B de acción o de terror para ponerla al frente de la historia. Precisamente una mujer negra de 48 años, y aquí el mayor acierto: Pam Grier refleja en su cara esos años de experiencia, de dureza incluso, donde se ve a la mujer fuerte que ha tenido una vida dura y ha sabido sacarla adelante a pesar de tenerlo todo en contra abriéndose paso a las duras y a las maduras. Y eso tanto se puede identificar a Jackie como a la propia Pam Grier. Su porte, su presencia en pantalla es arrolladora y eso que para la gran mayoría era una desconocida. Luego tenemos al trío formado por Samuel L. Jackson, Robert de Niro y Bridget Fonda, donde Jackson vuelve a darnos un papel de villano que sin caer en el estereotipo sí refleja al villano típico traficante-de-lo-que-caiga, proxeneta, pero en una versión más moderna, sin abrigos de pieles ni dientes de oro y collares cantosos. De Niro y Fonda son los compinches, pero hasta en este caso, Tarantino les da margen para que crezcan, dándoles una subtrama en parte para desviar la atención (como posibles traidores) y parte para reafirmar aún más al personaje de Jackson. Y luego está Robert Forster. Otro actor que con 56 años le sacan de las estanterías de videoclub, de las películas de acción de serie B, y le dan el personaje más importante en la historia junto a Grier: al ángel. Sí, porque eso es su Max Cherry, un ángel, el único ser bondadoso que pretende hacer el bien entre tanto pillo y ladrón y que ve en Jackie a un amor platónico y a un ser igual de fastidiado que él, al que la vida también ha maltratado y que debe sobrevivir haciendo negocios (es un prestamista de fianzas carcelarias) con lo mejorcito de cada casa. Y por eso decide que ya es hora de que alguien saque algo bueno entre tanto mal.

El ya reconocidísimo plano contrapicado desde dentro de un maletero, marca de la casa del cine de Tarantino.

En lo que a dirección se refiere Tarantino en Jackie Brown pule un poco más su estilo y nos otorga auténticas secuencias de maravilla, principalmente tres en mi opinión: la presentación de Jackie en los créditos iniciales, con un travelling lateral siguiendo en todo momento a Pam Grier cruzando una terminal de aeropuerto con la canción “Across 110th street” de Bobby Womack; un plano secuencia entre Samuel L. Jackson y Chris Tucker desde el pasillo de un motel barato, sólo truncado para hacer la clásica toma desde el maletero del coche, y cuyo desenlace es de los momentos más brillantes en la filmografía de Quentin; y el acto final, un montaje que aunque no sea estrictamente en paralelo (no hay la alternancia entre escenas) sí nos muestra una misma situación desde tres puntos de vista como el que nos muestra tres piezas de un puzzle para que luego las juntemos nosotros solitos y donde nada está colocado al azar (por otra parte, recurso típico en las películas de robos). Una vez más Tarantino nos hace partícipes de la historia y en vez de contarnos todo con pelos y señales, masticadito y preparado, nos deja a nosotros que juntemos las piezas y que participemos en la construcción de la historia.

En conclusión, para algunos una buena obra (el tiempo la va poniendo cada vez más en su sitio, aunque en perspectiva no la considere maestra) y para otros una decepción, Jackie Brown es un título más a tener en cuenta y un paso más en la evolución de Quentin Tarantino y su obra.

 

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