«Outcast» (Fox, 2016) o los demonios de Kyle Barnes (1T)
Outcast es el resultado de la adaptación de la obra gráfica o cómic Skybound/Image de Robert Kirkman (con un bagaje previo como creador de The Walking Dead) y Paul Azaceta en 2014 (Outcast Paria editada por Planeta en España) la cual nos introduce en el terror en la pequeña pantalla y, concretamente, al subgénero (clásico) de las posesiones demoníacas. El proyecto televisivo también ha tenido verdaderas intenciones de ofrecer una experiencia inmersiva a su audiencia semejante a la estrategia publicitaria de The Walking Dead https://outcastart.tv/#/home al adentrarnos al mundo de Outcast a través de diferentes manifestaciones artísticas (Street art, murales, graffities, etc.) de 12 artistas diferentes en 12 países del mundo distintos (Londres, Berlín, Kuala Lumpur, Manila o Singapur, entre otros).
Kyle Barnes (nuestro protagonista encarnado por Patrick Fugit) es un hombre atormentado por un pasado envuelto en fenómenos sobrenaturales desde su infancia. Posee, sin duda, como vemos desde el primer episodio, una serie de capacidades especiales y extrasensoriales que le conducirán a apartarse de sus seres queridos (su mujer y su hija, concretamente) para evitar hacerles daño pues no sabe con certeza de qué va a ser capaz. Nuestro protagonista Kyle es el “Paria” que lleva grabado en su memoria el peso de una infancia rota provocada por episodios de locura resultado de la posesión demoníaca de su propia madre, a quien le tenía miedo y cuyos cambios anímicos influyeron en el desarrollo de su personalidad un tanto introvertida e incluso, antisocial al sentirse, después de su muerte, solo, confuso y con un gran cúmulo de miedos además de interrogantes sin aparente explicación racional. Su hermana es la única que intenta ayudarle cuando el resto le ignora aunque se ve un tanto limitada porque su marido, el policía, ve a su hermano como un peligro que puede desestabilizar a su propia familia por lo que quiere mantenerlo al margen de su hija (y de su hermana).
Es por ello que la única vía que ve posible para esclarecer sus dudas es contactar con el reverendo Anderson (Philip Glenister) que es un exorcista experimentado y predicador del West Virginia (a tal respecto, notamos resonancias con The Preacher) que desea acabar con las muestras del Mal en la tierra a través de su papel como misionero del Señor. Con él llegará a formar un equipo que luchará por descubrir los entresijos del pasado de aquellas personas que están envueltas en fenómenos paranormales.
Joshua será uno de los vecinos de Kyle sometido a una posesión demoníaca (primer episodio) y que guardará relación, en cierto modo, con la historia de Kyle quien, ayudado por el recuerdo de utilizar la luz para frenar los episodios de ira paranormal y junto con los conocimientos de un reverendo que se ve limitado por la cruz, se acabará enfrentando con el Mal que Joshua lleva dentro, propinándole, también, una paliza (y suponiendo altas dosis de violencia que chocan al verse incrementadas por ser provocadas de un adulto a un niño) y poniéndole en una situación incómoda delante la ley.
Sin embargo y, asimilándose al matrimonio de Expediente Warren de James Wan, Outcast no trata de forma directa de las posesiones sobrenaturales sino de las experiencias a las que están expuestos los exorcistas en tanto que sujetos con habilidades especiales para enfrentarse a la encarnación del Mal en otra persona, la víctima de la posesión.
En realidad asistimos, más allá de los truculentos y violentos episodios de exorcismos que impactan, especialmente, en los casos de niños pues chocan con lo “esperable”, a la indagación y la exploración de los demonios internos de Kyle Barnes y a un juego de flashbacks a través de una memoria fragmentada. Outcast no se limita a repetir los clichés del subgénero de los exorcismos sino que da cuenta de que los peores demonios (o, si se prefiere, fantasmas) son los que te hacen daño en un plano de realidad, son las cicatrices que construyen tu identidad presente. La complejidad, por tanto, del protagonista radica en su búsqueda incansable de respuestas y sus ansias de desentrañar los enigmas a los que se ha visto envuelto durante toda su vida, relacionando su infancia con el Mal, los exorcismos y un entorno familiar inestable donde él era víctima de que su madre le encerrara y se viera sometido a presenciar episodios de locura y altas dosis de violencia.
Lejos de considerar esta primera temporada en un formato procedimental a pesar de que se resuelven diferentes casos de exorcismos, consideramos que se engloban en una estructura marco superior que viene condicionada por el descubrimiento identitario y la resolución de dudas del tormento de Kyle Barnes donde confluyen la religión, la locura y lo paranormal, elementos presentes en todos los episodios. Indudablemente, aplaudimos el trabajo artístico de este proyecto (en el que se utilizan estrategias abiertamente transmediáticas y con una buena campaña de márketing de fondo), el trabajo actoral y la voluntad de ofrecer una complejidad más allá de los (a veces difíciles y encorsetados) clichés del género y debemos recordar que el proyecto Outcast ya disfruta de la confirmación para una segunda temporada.
Doctora en Filología por la Universitat de les Illes Balears (2022) y, anteriormente, becaria predoctoral con una tesis centrada en personajes infantiles creepies, discursos de maternidad contemporánea, New Horror y narrativa transmedia. Máster en Lenguas y Literaturas Modernas (especialización en estudios literarios y culturales, UIB); Máster en Formación del Profesorado (Lengua y literatura, UIB) y Posgrado en el uso del cine como recurso educativo (UNED). Interesada en las representaciones audiovisuales infantiles y las maternidades contemporáneas, además de la aplicación del audiovisual y la narrativa transmedia como recurso educativo.