Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

Peggy Blumquist, esa peculiar vecina de al lado

Como se ha dicho en publicaciones anteriores de este blog, hay varias razones de peso para dedicar tiempo a ver una, dos o las tres temporadas de Fargo (FX, 2014-  ) emitidas hasta la fecha. La serie no solo es un homenaje continuado al universo creado por Ethan y Joel Coen en la película original (1996), sino también un producto independiente con entidad propia y cuyas entregas pueden verse por separado como textos acabados.

En la segunda temporada Noah Hawley, creador de la serie y productor ejecutivo junto con los propios hermanos Coen, mantuvo los elementos clave que ya conocemos bien: el ambiente frío y blanco de Minnesota y Dakota del Norte, el humor negro, la violencia creciente rozando lo extremo, y los personajes de hombres y mujeres comunes convertidos en agentes o víctimas de una serie de acontecimientos con consecuencias terribles.

De entre todos los protagonistas de la entrega del año 2015, como espectadora y como analista de personajes femeninos en series actuales no pude menos que engancharme irremediablemente a Peggy Blumquist, la joven peluquera que, de forma involuntaria, pone en marcha el derramamiento de sangre correspondiente a su temporada. Interpretada por Kirsten Dunst (Entrevista con el vampiro, Mujercitas, Las vírgenes suicidas, Spiderman, Maria Antonieta, Melancolía…), es el paradigma de inocente tornada ejecutora en la parcela del mundo Coen que nos ocupa.

Peggy está casada con el ayudante del carnicero del pueblo, un hombre con ideales modestos, callado y que está perdidamente enamorado de ella. Ed Blumquist (Jesse Plemons), que solo quiere proteger su proyecto familiar, apoya a Peggy en todo lo que hace, siempre que no quiera volar demasiado alto, y la ayuda a encubrir el gran error que comete en los primeros minutos de la temporada, poniendo su propia vida en la línea de fuego. Ed y Peggy podrían ser esa pareja de instituto que se casa, tiene criaturas y perpetúa la forma de vida local más tradicional, pero un desliz de ella con su coche en una noche oscura lo cambia todo.

FARGO-Peggy y Ed

La verdad es que no sabemos si Peggy es buena peluquera, porque cuando la vemos en acción como tal está tan preocupada por los acontecimientos que ha puesto en marcha que el resultado estético es lo de menos. Lo que sí nos cuenta Fargo es que es una mujer con ambición, que quiere aprender cosas nuevas y que no está dispuesta a dejarse atrapar en un destino que se le queda estrecho. Su problema es que en su viaje hacia la libertad acude a herramientas como los libros de autoayuda, las revistas femeninas y los seminarios de autosuperación a precio de oro. Así, su sueño americano particular se apoya en discursos conservadores, estereotipos retrógrados y fórmulas pensadas para enriquecer a sus vendedores más que a sus compradoras.

Durante toda la temporada segunda de la serie de Hawley, Peggy no pierde la esperanza. A pesar de la espiral de amenazas y muerte en la que se ve envuelta, nunca duda de que saldrá con vida y de que podrá reconstruir lo que se ha roto para ser más feliz y mejor. Es optimista por naturaleza, tiene una lógica muy particular y no parece tener miedo de nada ni de nadie. Cuando toma la decisión de no huir, sino quedarse al lado de su compañero y recuperar las riendas de su existencia, se enfrenta a todo y a todos cara a cara. Es impagable por su carga de drama contenido y de humor ácido la escena en la que le da de comer al miembro de la familia mafiosa al que ha secuestrado para negociar su propia salvación. Los insultos y los exabruptos machistas del hombre no impresionan a Peggy, que le alimenta como a un bebé mientras hace planes de futuro.

FARGO-Peggy da de comer a Dodd

La interpretación de Kirsten Dunst en Fargo es, desde mi punto de vista, una de las mejores de su carrera. Su belleza aparentemente frágil queda en segundo plano en el proceso de construcción de un personaje lleno de matices, tozudo y loco a partes iguales, que acaba robando el plano a la mayoría de sus coprotagonistas. La candidez con la que Dunst otorga gestualidad y movimiento a las extrañas decisiones de Peggy Blumquist hace que la miremos boquiabiertas, preguntándonos a veces, “¿pero va en serio?”, a lo que la respuesta siempre es “sí”.

Hay otros nombres propios a los que merece la pena acercarse dentro de la saga Fargo, sin duda. Otras mujeres y otros hombres son dignos de analizar con detalle dentro de una historia que ha llevado casi al límite nuestra tolerancia de la violencia, pero que sin embargo deseamos ver continuar. Pero Peggy es especial. Y si han visto su sótano, han observado sus habilidades como cocinera, han oído sus profundas conversaciones con su marido y han seguido su desmadrada persecución del santo grial de la “realización”, saben de qué les hablo.

 

 

 

 

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