Nombres propios: Sam Rockwell y Katherine Waterston
El mundo de la interpretación es un mundo de contrastes. El porcentaje de actores y actrices que tienen un perfil público y que suman cifras millonarias con su trabajo es ínfimo comparado con la cantidad de intérpretes profesionales que viven con un sueldo mínimo o, simplemente, lo hacen por amor al arte. Por supuesto, dentro de esta clasificación que divide a intérpretes de primera y de tercera, también se encuentran los actores de segunda. Aquellos que se ubican en una posición intermedia entre las dos categorías anteriores y que, por factores ajenos a ellos mismos, no gozan de un reconocimiento por parte de la industria ni del gran público. Profesionales que, siendo completamente honestos, no se comprende como no están más presentes en la memoria del público – y de la industria que, al fin y al cabo, es la que los ignora desde un principio – enfrente de otros actores «famosetes» que se repiten a sí mismos, que solo son carne de chismorreos y que se embolsan un auténtico dineral por ambas cosas. Porque, como apuntaba Patricia Trapero en su post de la semana pasada dedicado a Sally Hawkins, parece que a muchos de los actores con más talento se les relega a un segundo plano sin motivo aparente. Hoy, le dedicamos un homenaje a dos claros ejemplos de ello (y, como apunte personal, dos de mis actores favoritos): Sam Rockwell y Katherine Waterston.
El primero, Samuel Rockwell, nacido en California el 5 de noviembre de 1968 no tendrá unos comienzos fáciles. De padres actores sin mucho éxito, durante su infancia se verá rodeado de malas influencias que le incitarán a adentrarse al mundo del alcohol y las drogas desde temprana edad. Con unas aspiraciones que no iban más lejos de pasárselo bien y ligar con chicas, Rockwell empezaría sus estudios de interpretación en su adolescencia, los que abandonaría antes de graduarse. Tras varios años haciendo anuncios, ejerciendo trabajos muy variopintos – entre los que destacará ser asisitente de un detective privado – y alguna que otra aparición en series del momento, Rockwell se replantearía volver a clases de interpretación y entraría en el William Esper Studios en Manhattan. Su carrera daría un vuelco a finales de los 90′ gracias a su participación en películas como Box of Moonlight y Lawn Dogs que le ayudaron a conseguir su próximo proyecto que le catapulataría a las altas ligas cinematográficas. Obtendría el papel del preso maníaco Wild Bill en el drama carcelario The Green Mile junto a Tom Hanks en 1999, además de unirse al LAByrith Theater Company, compañía de Philip Seymour Hoffman y John Ortiz.
Rockwell es uno de esos actores completamente camaleónicos que se transforma de una manera física y emocional realmente espectacular, equiparable a actores como Gary Oldman o Christian Bale, a pesar de su predilección por personajes un tanto dementes, extravagantes y salidos de la norma. Así, sabrá alternar proyectos de carácter más mainstream con largometrajes de bajo presupuesto. Dentro de esta primera categoría lo hemos podido ver en The Assassination of Jesse James como el tormentado hermano de Casey Affleck; como miembro del equipo de David Frost en Frost/Nixon; como el rival armamentístico de Tony Stark en Iron Man 2; como el Presidente de la Galaxia en The Hitchhiker’s Guide to the Galaxy; o como doctor en el salvaje oeste en Cowboy & Aliens.
Sus trabajos en el cine indie serán los que mayor oportunidad de lucir su talento y versatilidad le han otorgado. A sus roles cómicos como el de un entrenador de un equipo de baloncesto de insitituto femenino liderado por Emma Roberts en The Winning Season, como miembro de una banda de ladrones inexpertos en Welcome to Collingwood, como un cazatesoros de objetos religiosos en Don Verdean, como un asesino a sueldo enamorado de Anna Kendrick en Mr. Right, como un farmacéutico engachado a los medicametos que vende en Better Living Through Chemistry, o la más loca de todas, como uno de los Seven Psychopaths; se le suman sus intervenciones en dramas como A Single Shot, Everybody’s Fine, The Way Way Back o Convicition. Sin embargo, serán tres sus papeles más destacados: el del exmarido desquiciado y ultraconservador de Kate Beckinsale en Snow Angels; el del showman Chuck Barry en el debut tras las cámaras de George Clooney y con guión de Charlie Kaufman en Confessions of a Dangerous Mind; y el del astronauta Sam Bell con una crisis personal a bordo de una nave que se dirige a la luna en el sci-fi Moon. Y es que, Sam Rockwell se atreve con cualquier formato, género y transformación. Y, además, se desembuelve de maravilla en todos.
A diferencia de Rockwell, el nombre de la segunda sí ha sonado mucho durante este último año y lo seguiremos oyendo durante una larga temporada. Katherine Waterston ha saltado a la fama por sus papeles en dos de las franquicias más exitosas del cine. Por un lado, su nombramiento como la nueva heroína de la saga Alien susituyendo a Sigourney Weaver en su papel de la teniente Daniels en Alien: Covenant; y, por otro lado, metiéndose en la piel de Porpentina Goldstein, protagonista femenina del spin-off del mundo mágico de Harry Potter en Fantastic Beast an Where to Find Them. Sin embargo, aunque ahora es reconocida a nivel mundial, si nos remontamos a diez años atrás nada indicaba que Waterston pudiera lograr el éxito que goza ahora.
Nacida en Londres el 3 de marzo de 1980 y criada en Nueva York, Katherine será la tercera hija de la exmodelo Lynn Woodruff y el actor Sam Waterston, reconocido por ser el implacable abogado James McCoy en la serie policíaca Law & Order. Queriendo ser actriz desde adolescente, Waterston se gradua en la prestigiosa escuela Tisch School of the Arts de Nueva York con la que comparte promoción la hija de otro cineasta de renombre, Bryce Dallas Howard.
Intentando desmarcarse del apellido que supuestamente le amparaba – siempre recuerda que ni siquiera pudo aparecer como guest star en la franquicia en la que trabajaba su padre – Waterston quería conseguir sus méritos por ella misma actuando en teatros off-Broadway durante una larga temporada y, prácticamente, sin dinero para subsistir. Sus problemas eran tales que hasta tuvo que dormir en el sofá de su compañera y amiga Bryce Dallas Howard unos meses.
Actuando regularmente en la compañía de The Flea Theater fundado por el marido de Sigourney Weaver, Jim Simpson, su debut en la gran pantalla la veriamos como secundaria muy esporádica en el drama liderado por George Clooney, Michael Clayton en 2007. Ese mismo año sería la protagonista del largometraje The Babysitters, una cinta un tanto polémica en la que intepretaba a una adolescente reconvertida en madame de un círculo de jóvenes que se prostituyen para ganar dinero de manera rápida. A pesar de que la película no tuviese un éxito abrumador, el potencial de Waterston ya se empezaba a desplegar. Durante los años vinientes, Waterston se tuvo que conformar con aparecer en papeles casi terciarios y puramente esporádicos en cintas como Robot & Frank, Being Flynn, Night Moves, The Factory, Boardwalk Empire, The Disappearance of Eleanor Rigby: Her o Sleeping With Other People.
Sin embargo, la «mala suerte» de Waterston cambió de repente en 2014. Gracias al rol que ella misma preferiría olvidar como el de The Babysitter, le abrió las puertas a interpretar el papel que le permitiría situarse en el puesto que se merecía. Paul Thomas Anderson se fijaría en ella para dar vida al personaje más importante de su séptima película junto a Joaquin Phoenix. En Inherent Vice, Waterston sería Shasta Fay Hepworth, la exnovia del personaje de Phoenix y en la que giraría toda la acción de la cinta. La intensidad y la energía de las escenas que rodean a Shasta son innegables y mucho es gracias al trabajo de la actriz. De hecho, este personaje será reflejo de la vulnerabilidad que demuestra Waterston en todos sus papeles sumándose a esa mirada melancólica que se contrapone a sus 1,82 cms de altura. Así, al éxito de Inherent Vice se le sumarán su aparición en Steve Jobs como la exmujer del protagonista que demanda una manutención para si hija; y dos papeles protagonistas en las cintas indies de 2015: Manhattan Romance y Queen of Earth (de la que ya hablamos en su momento)
Siguiendo con lo planteado inicialemente, este es un post de contrastes. Un chico de California y una chica de Nueva York. Un joven que se crió en un entorno tóxico de padres actores fracasados sin ningún tipo de garantías de futuro y una joven acomodada con un padre asentado en la industria. Un actor con éxito a los 19 y una actriz cuya carrera ha despegado a los 34. Sam Rockwell con muchos papeles reconocidos y Katherine Waterston con muchos papeles sin importancia. Aunque, una cosa tienen en común: el esfuerzo de una carrera llena de obstáculos y que han conseguido superar con creces. Esperemos verlos a los dos por muchos tiempo más en la gran pantalla. Años y años de trabajo lo merecen.
Amante del terror y de las series británicas. Ferviente seguidora de Yoko Taro. Graduada en cine y audiovisuales por la Escola Superior de Cinema i Audiovisuals de Catalunya (ESCAC-UB). Especializada en dirección artística/diseño de producción. Máster de especialización en Estudios Literarios y Culturales (Universitat de les Illes Balears). Profesora en el grado de Comunicación Audiovisual en CESAG-Universidad de Comillas. Colaboradora en el proyecto «Ludomitologías» liderado por el Tecnocampus de Mataró (UPF). Interesada en la investigación en game studies y TV studies.