Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

Sobre Koreeda (XIV): «The Truth» (2019) o no fiarse de la memoria

Al ver The Truth (Hirokazu Koreeda, 2019), y si bien había sido tratado múltiples veces en las películas de Koreeda, uno se da cuenta de que el tema de la memoria no había recibido tanta atención conceptual en uno de sus guiones desde aquellas notables After Life (1998) y Distance (2001). Por supuesto que la mayoría de sus películas tienen un elemento que gira alrededor, de una manera u otra, de la memoria. Ya sea una iteración algo más típica como el recuerdo de un ser querido fallecido desde el prisma de la nostalgia —Still Walking (2008) y After the Storm (2016)— o a través del uso de la memoria como principal motivación para llevar a cabo una venganza —Hana (2006)—, el tema de la memoria, y con ella las vidas pasadas, ocupa una posición central en su carrera como cineasta. Sin embargo, desde esas dos películas comentadas al comienzo que no habíamos visto una centralización tan evidente como la que vemos en The Truth. Y, por supuesto, la exploración del marco memorial se llevará a cabo dentro de los confines de una familia. Koreeda deja el marco doméstico de su Japón natal para llevarnos a Francia y contarnos la historia de Fabienne (Catherine Deneuve), una veterana actriz, que recibe la visita de su hija Lumir (Juliette Binoche), su yerno Hank (Ethan Hawke) y su nieta Charlotte (Clémentine Grenier) para felicitarla por la publicación de sus memorias. Algo que nace en superficie como un acto de celebración poco a poco se irá tornando cada vez más complejo al tratar cuestiones como tensiones ignoradas, relaciones convulsas y verdades calladas. Como ya es evidente en estas entradas del ciclo, en esta particular discusión de The Truth abundarán los spoilers.

Catherine Deneuve and Juliette Binoche in The Truth
La dinámica entre Fabienne (Catherine Deneuve) y Lumir (Juliette Binoche) supondrá el principal punto de interés argumental de la película.

La relación entre Fabienne y Lumir goza de la cordialidad superficial de aquellas personas que quieren llevarse bien, pero tampoco necesita demasiado para revelar su verdadera naturaleza. Fabienne nunca ha sido una buena madre y tampoco parece avergonzarse mucho de ello. En algunos diálogos demuestra de forma franca su jerarquía de prioridades: antepone la opinión del público al respeto, amor y cariño de sus familiares, especialmente el de su hija. Es una mujer totalmente entregada a su oficio, el de actriz. Esto es algo que nos queda claro desde el primer momento que la vemos, en esa primerísima escena en la que un periodista le está realizando una entrevista con motivo de la publicación de sus memorias y de su participación en una nueva película en estado de producción. Su más que evidente actitud de diva —una de las razones principales por las que la actriz escogida para interpretarla es Catherine Deneuve y no otra (Muñoz Garnica 2022, 356)— queda recogida en expresiones cínicas y altaneras que no vienen a demostrar otra cosa que un desprecio generalizado tanto por lo nuevo como por lo viejo. Al otro lado de la relación está Lumir, una guionista que se ha mudado a Estados Unidos para cultivar una carrera un tanto tímida como guionista. Además, es prácticamente la principal receptora de las inquinas de Fabienne. Suyo es el sentimiento —uno que se basa estrictamente en el ejercicio memorístico que lleva ella a cabo— de haberse sentido desplazada en un contexto, como es el de madre-hija, en el que algo así no debería suceder. Invoca el nombre de Sarah —personaje fantasmagórico donde los haya, en tanto que, debido a que falleció tiempo atrás, solo aparece nombrada—, una especie de segunda madre para ella y una de las razones principales para el estado de la cuestión en la relación que tienen Fabienne y Lumir.

Fabienne aparece caracterizada como una diva, como el último coletazo de una época dorada del cine.

Sin embargo, ¿es esta inquina que le guarda Lumir a Fabienne algo que pueda entenderse sin el constructo personalísimo de la memoria de cada uno? Durante toda la película, hay varias escenas en las que se nos revela que la memoria no es un recurso del todo fiable a la hora de formular juicios definitivos. Al asistir al set de rodaje en el que su madre está rodando su nueva película, al que ya había acudido cuando era pequeña, Lumir se sorprende al reconocer que el sitio parece mucho más pequeño que en sus recuerdos. “No puedes fiarte de la memoria”, le dice Fabienne en respuesta a sus comentarios. De esta manera, se enarbola un contexto en el que Lumir tiene que llevar a cabo un proceso de autocrítica para con sus propios recuerdos y valorar si la relación que tienen ambas está pobremente informada por un mecanismo de memoria selectiva. De pequeña, Lumir imitaba a su madre en los papeles que esta última interpretaba. Había una admiración que se ha agriado con el tiempo a causa de dos factores: un choque de egos y la fantasmagórica presencia de Sarah. Ambos cuidadosamente hilvanados en los tejidos de la memoria interesada y fragmentada de Lumir.

The Truth es un nuevo homenaje por parte de Koreeda a las conversaciones, tanto mantenidas como no, en las inmediaciones de una familia. Son tensiones que existen por mera cuestión de expectativas, por cómo hay un elemento en la sociedad que nos obliga a ver en los otros varas de medir con las que uno debe compararse de forma prácticamente constante. Esta decimocuarta película del maestro nipón ha pasado por varios procesos de conceptualización, en tanto que ha tenido que ser traducida y revisada por terceros para encajar las características culturales de Francia a las inflexiones japonesas de la escritura de Koreeda. Es por ello por lo que hay un elemento francamente extraño, como de inadecuación, en algunas escenas. Es de aplaudir la valentía del director al salir de su ámbito doméstico y aventurarse a rodar una película en una lengua que ni siquiera domina, además de que sirve como una entrada interesante a la construcción de su mapa particular de modelos de familia. Sin ser The Truth una de las grandes películas de Hirokazu Koreeda, uno apenas no puede encomiar su compromiso con el mundo del cine y, a través de él, con la sociedad y la cultura que lo informan.


MUÑOZ GARNICA, M. (2022). Hirokazu Koreeda. Madrid: Cátedra.

 

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