Spielberg y la era Trump: «Los archivos del Pentágono» (2018)
Que el mandato de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos iba a ser polémico estaba fuera de duda desde el minuto uno de su elección. Ya había dado una buena muestra de ello durante su campaña electoral en la que se menospreciaba a las mujeres considerándolas como meros objetos y seres inferiores, se atacaba cualquier tipo de oposición a un pensamiento monolítico y más que reaccionario, se expulsaba del país a cualquier etnia que entorpeciera la supremacía blanca, se tildaba a la prensa de generar estados de opinión contrarios al candidato/presidente electo y se ejercía un veto sobre los medios de comunicación coartando la libertad de prensa. Tampoco había ninguna duda de la reacción de los trabajadores de la cultura ante semejantes ideas y personaje. Como tampoco la había de la reacción del mundo del cine —de un determinado sector, claro está— que, previsiblemente iniciaría no solo campañas específicas en contra del recién elegido presidente sino también crearía productos en los que abordar de manera crítica los ejes centrales de la llamada «era Trump».
The Post es justamente esto. El proyecto dirigido por Steven Spielberg y liderado de manera nada fortuita por Meryl Streep y Tom Hanks —dos de las voces que más se han alzado en contra de la administración estadounidense y que han recibido las más feroces respuestas de la presidencia, especialmente Streep— va a ir más allá del mero thriller periodístico como se ha ido vendiendo en su promoción para convertirse en una crítica feroz de de cuatro de los ejes ideológicos que está desarrollando la presidencia de los Estados Unidos.
La «excusa», un argumento basado en la lucha judicial llevada a cabo por «The New York Times» primero y el por entonces poco influyente «The Washington Post» después respecto a la publicación de documentos del Pentágono acerca de la situación real de la guerra del Vietnam ocultada a la población, a quien se ofrecían informaciones falsas de sus resultados. Un falseamiento de la realidad que es planteada como un continuum histórico pero que tendrá como fecha clave el año 1971, año de su publicación durante la presidencia de Richard Nixon. El constructor del guión no es otro que Josh Singer, productor de Spotlight (2015) y guionista de The Fifht State (2015) y de parte de los episodios de la serie The West Wing entre 2003 y 2006.
Como hemos comentado, cuatro son los temas que desarrollará The Post y que, de manera general, se van a asimilar a cuatro de los personajes que intervienen en la historia: la visibilización y empoderamiento de la mujer en una sociedad esencialmente patriarcal, la ocultación de la realidad y la creación de fake news por parte del poder, la recuperación del papel de la prensa como medio libre de transmisión y búsqueda de la verdad, y, finalmente, el rechazo a comportamientos políticos totalitarios que obvian la separación de poderes y que responden a una concepción teocrática del poder contemporaneizada.
Kay Graham (Meryl Streep) es la propietaria accidental de «The Washington Post» heredado tras la muerte de su marido. Literalmente invisibilizada por el consejo de administración del periódico formado exclusivamente por hombres que toman las decisiones por ella, Kay será sistemáticamente relegada a un objeto ornamental que parece solo servir como la gran organizadora de eventos sociales para una élite social de la que se aprovecha directamente el periódico. La publicación de los archivos del Pentágono por parte del «New York Times» judicializada por la administración Nixon y la insistencia del redactor jefe Ben Bradlee (Tom Hanks) de tomar el relevo en el tema servirán a Graham para ser consciente de su papel e identidad y a Spielberg para denunciar los pocos avances realizados respecto al papel social de la mujer. El argumentario, como no podría ser de otro modo, se desarrollará a través de la puesta en escena en el que contemplamos a Graham sola o excluida (la mujer como minoría), minusvalorada mediáticamente (el foco sigue siendo el hombre aunque no sea suyo el mérito atribuido), y arropada únicamente por las mujeres (sororidad y complicidad) quienes son conscientes de que cualquier cosa que se presupone al hombre, la mujer debe demostrarlo y de que las decisiones/acciones/declaraciones de una mujer siempre tienen un riesgo personal (acusaciones públicas como las sufridas por la propia Streep en los meses del mandato de Trump) que no corre o sufre el hombre en ningún caso o en contadas ocasiones.
De manera simultánea, como no podía ser de otro modo, The Post va a centrar su argumento en el papel de la prensa como medio independiente del poder político cuya principal misión es la búsqueda de la verdad de la que debe informar a la ciudadanía. Así, Ben Bradlee será el personaje que centralizará las distintas acciones encaminadas a la consecución de los materiales del Pentágono y su publicación pero especialmente va a ser el personaje aglutinador de la idea central que hemos comentado. Una puesta en escena ubicada siempre en la redacción del periódico con espacios transparentes servirá para reforzar a Bradlee quien, por otra parte, será el único hombre que respeta el estatus de Graham ayudado, sin ninguna duda por la personalidad de su mujer Tony (Sarah Paulson) quien curiosamente es una trabajadora de la cultura. El desarrollo temático mencionado alejará estrepitosamente a The Post de películas en las que se muestra el proceso de búsqueda de información y el descubrimiento de datos esencialmente comprometedores para el poder, sea del tipo que sea, como son Spotlight o All the President’s Men (Alan J. Pakula, 1976) con la que The Post tendrá una relación muy particular. O lo que es lo mismo, The Post no es una película etiquetable en el género del periodismo de investigación como las mencionadas.
La consecuencia lógica del argumento es la insistencia en la necesidad de la libertad de prensa en los países llamados democráticos. Así, desde las primeras secuencias del film, el espectador entra de lleno y sin ningún tipo de circumloquio en la secular ocultación de la verdad por parte de las clases dirigentes y la manipulación/tergiversación de las informaciones que se suministran a la población. El personaje que va a centralizar este tema va a ser, en principio, el de Robert McNamara (Bruce Greenwwod), antiguo secretario de defensa con el presidente Johnson. Sin embargo, un tema tan sensible para la sociedad estadounidense como es el de las consecuencias civiles de la guerra de Vietnam va a servir a Spielberg para plantear las consecuencias en la población no solo de la desinformación sino, de manera especial, de la creación de noticias falsas que repercuten de manera directa en la organización social. Pero Spielberg irá un poco más allá desde nuestro punto de vista al referirse también a la construcción de la idea de un país omnipotente que no es capaz de reconocer sus debilidades ante «enemigos» aparentemente más frágiles a los que minusvalora e insulta. La contemporaneización es palmaria y, aunque los medios que se utilicen para la creación de fake news sean radicalmente distintos, los resultados son idénticos e incluso peores.
Sobre todos los personajes planeará la silueta del presidente Nixon siempre parapetado detrás de los cristales de la Casa Blanca y participando en el film como una voz en off. Oculto en su torre de marfil, Nixon —calificado como el presidente más mentiroso de la historia de los Estados Unidos— va a comportarse como un niño caprichoso que veta la presencia de periodistas en la boda de su hija Tricia por tratarla de manera frívola en sus columnas, como un presidente déspota que no admite ninguna crítica a su gestión y que lleva a juicio a los periodistas que sacan a la luz las miserias de su mandato; y, finalmente, como un presidente autoritario que se ha autoasignado un aura mesiánica y que toma decisiones autónomamente sin tener en cuenta el poder legislativo e intentando obviar el poder judicial. De nuevo, las coincidencias con la contemporaneidad no son gratuitas y para muestra, la entrevista con el historiador presidencial Timothy Naftali ofrecido por la CNN a los cien días de la presidencia de Donald Trump.
The Post resulta una película de visionado absolutamente imprescindible en la que Spielberg no solo muestra su indiscutible maestría narrativa sino que recupera su vertiente más crítica respecto a la contemporaneidad histórica de los Estados Unidos y, por extensión, de todo el planeta. El mago Spielberg vuelve a situar a las audiencias ante la historia como también hiciera con su trilogía de las políticas del miedo de la administración Bush tras el 11-S Minority Report (2002), Munich (2005) y War of the Worlds (2005). Por esto y por usar el cine como medio de concienciación social a través de una más que meticulosa arquitectura narrativa y estética, Spielberg sigue siendo uno de los cineastas más grandes de la historia.
Doctora en Filología Hispánica por la Universitat de les Illes Balears. Ha sido investigadora principal del grupo RIRCA y ha dirigido tres proyectos de investigación nacionales competitivos financiados por el gobierno español. Actualmente forma parte del proyecto «Ludomitologías» liderado por el Tecnocampus de Mataró (UPF). Trabaja en ficción audiovisual en plataformas diversas, especialmente en temas de arquitecturas narrativas. Tiene una especial debilidad por el posthumanismo y ha publicado distintos trabajos en revistas indizadas y editoriales de prestigio internacional.