Transformaciones y nuevas oportunidades, «Be Our Guest» (AHS Hotel, 5×12)
Se acabó American Horror Story Hotel y mi nerviosismo por ver el último capítulo era idéntico al que sentí al ponerme delante de la pantalla para ver el comienzo de una temporada en la que ya no estaba Jessica Lange, en la que el aparente protagonismo lo iba a tener Lady Gaga , en la que aparecían una gran cantidad de personajes masculinos y en la que se anunciaban importantes cameos de actrices de AHS que, por un motivo u otro, no habían podido intervenir en la temporada y también de personajes que habían sido relevantes en otras entregas de la serie. Este nerviosismo, tal como dijimos en su momento, se transformó en taquicardia al ver las primeras imágenes de Checking-In. El nerviosismo del final era muy diferente: ¿cómo va a cerrar la entrega nuestro tándem favorito?, ¿va a ser imponente como en Asylum o excesivamente rápido y extraño como en Coven?, ¿nos dejará un regusto extraño como Freak Show?. En fin… las preguntas que todos los seguidores nos hacemos cuando finaliza cualquier serie de Ryan Murphy y que, por qué no decirlo, hemos ido realizando a lo largo de todos los capítulos de cualquier entrega de American Horror Story. Porque si algo caracteriza a las series de Murphy es la imprevisibilidad, para bien o para no tan bien.
Todas estas incógnitas se despejaron rápidamente a medida que avanzaba el capítulo y es que Be Our Guest, escrito esta vez por John J. Gray, es un más que magnífico broche para una temporada con ritmos y tonos muy desiguales.
Una vez finalizada la línea argumental de la Condesa incluidos sus amantes Rodolfo Valentino y Donovan así como el sin par James Patrick March o Ramona Royale; desaparecidos también los niños que pululaban a veces incomprensiblemente por el Hotel Cortez, y sin ninguna noticia más del extraño Bartholomew que suponemos plácidamente dormido (o no) en la habitación 33, el episodio debía dar un final a todos los habitantes del hotel y también a la familia Powell. Todo ello se consigue en un guión perfectamente dividido que marcará claramente los finales de todos los personajes y líneas argumentales.
En primer lugar, se desarrollará la voluntad de Liz Taylor e Iris de convertir el hotel en una referencia turística por excelencia; para ello, y como nuevos propietarios, intentarán ofrecer una salida a los instintos de sus compañeros a través de los subterfugios más pintorescos que nos podamos imaginar y que les permitirán dar un sentido a su vida como undead, valga la paradoja. La segunda parte del episodio va a centrarse en el verdadero eje vertebrador del mismo y del Hotel, Liz Taylor; un personaje que se ha ido configurando a lo largo de toda la temporada de una manera muy sólida y que ha interpretado un magistral Denis O’Hare para quien reclamamos el Emmy al mejor actor secundario de miniseries. Un actor que pasó desapercibido en las anteriores entregas de American Horror Story pero al que, desde las primeras imágenes de Hotel, no podemos más que adorar.
Finalmente, el episodio se centrará en la historia de la familia Powell cuya vida, tras el abandono del Hotel, no ha sido excesivamente brillante y que volverá al Cortez como hogar natural de toda la familia incluida la pequeña Scarlett que tiene una vida un tanto caótica y de la que nos preguntamos cómo todavía puede mantener la cordura. Un espacio en el que se ha inmiscuido Billie Dean Howard, la médium de Murder House, ahora convertida en presentadora de un programa con temática paranormal y que intentará llegar a la fama -¿nos recuerda a alguien llamada Lana Winters?- gracias a los fantasmas del Hotel Cortez y que será invitada de honor en la anual Devil’s Night organizada por James Patrick March.
Es evidente que el final de Hotel no nos ha decepcionado en absoluto, de hecho, el episodio es en sí mismo como una especie de recap de la temporada. Todos los personajes de la serie aparecen en este capítulo final y todos ellos se reunirán en el espacio que les da sentido; un aspecto que confirma la premisa inicial señalada por Murphy de la relación de Hotel con Murder House con la que mantiene no solo paralelismos conceptuales (la idea de la maternidad, la desestructuración familiar, la solidaridad y colaboración fantasmal, la consideración del espacio como imán o como inmortalidad) sino que aparecerá en la serie físicamente bien como espacio concreto bien a través de sus personajes como es el caso del doctor Montgomery, Billie Dean Howard y de Miss Evers-Moira.
Tal como marcan los cánones, el piloto de Hotel sirvió para presentar las dos grandes líneas que iban a atravesar la serie que no eran otras que las protagonizadas por el torturado detective John Powell en su investigación por descubrir al asesino serial de los Diez Mandamientos y la encabezada por una vampira postmoderna y erótica, The Countess, quien, aparte de coleccionar amantes, se dedicaba a proteger a niños rubios desvalidos o abandonados por sus padres. Por otra parte, el piloto marcaba claramente una estética claustrofóbica extraordinariamente conseguida por el equipo de dirección de arte de la serie encabezado por Mark Worthington, y, finalmente, el tono pseudonírico, barroco y oscuro de sus referentes más inmediatos que no son otros que David Lynch, Stanley Kubrick y David Fincher.
Sin embargo los elementos argumentales principales se han ido desdibujando a lo largo de la temporada: tanto John Powell como la condesa se irán difuminando a medida que la serie va avanzando creándose en muchas ocasiones argumentos circulares que no conducen a nada o que son reiterativos especialmente en el caso de la condesa cuyas backstories o serán altamente estrambóticas o no tendrán continuidad; del mismo modo sucederá con John Powell por quien perdemos interés tras su más que bien diseñada anagnórisis como asesino serial. Algo parecido ocurre con Alex Powell quien, de manera un tanto incomprensible, perderá cualquier tipo de relación con sus premisas iniciales como mujer que necesita ser madre de «un» hijo e incluso llegar a desaparecer completamente. Una auténtica lástima porque era un personaje interesantísimo. Justamente estos elementos van a ser los que provocarán altibajos en la serie a lo largo de su emisión quizá demostrando que su diseño no era lo suficientemente contundente como para llevar el peso de la acción o que, tal como sucede con el Dandy Mott de Freak Show, los personajes con acciones limitadas no funcionan y cuando estas acaban, también lo hace el personaje y el interés del público por ellos.
Sin embargo, tal como también sucede en Murder House, el descenso de interés por los personajes principales se suple con la construcción de los personajes que los rodean. De hecho, los personajes secundarios son, sin duda, los más interesantes de la serie y sus backstories los momentos más conmovedores de la temporada : Iris, una madre que es capaz de hacer cualquier cosa por un hijo que la desprecia; Ramona Royale, la actriz de blaxplotation que también convierte en vampiro a su padre con demencia senil ; la doncella del hotel Miss Evers, enamorada perdidamente del estrambótico y psicópata James Patrick March y que siempre se ha mantenido en segundo plano; la drogadicta y extraordinariamente solitaria Hypodermic Sally que siempre va en busca de una felicidad que le ha sido negada; y, finalmente, el antiguo comercial que se reafirma como mujer gracias a la condesa, Liz Taylor, sin duda el personaje más elaborado de Hotel. Muchas de sus características pueden resultar familiares a los seguidores de American Horror Story, y no es de extrañar, porque la hipertextualidad es una de las marca de la casa.
Ahora nos toca esperar a la sexta temporada de la entrega. Los rumores dicen que van a volver Emma Roberts, Connie Britton y Jessica Lange. Todavía no sabemos nada más pero ya se encargará Ryan Murphy de crear ambiente en las redes sociales, que de eso sabe mucho.
Lo mejor: Hypodermic Sally y Liz Taylor, desde el principio de la serie nos nos hemos cansado de repetirlo. Cualquier momento en los que aparezcan – aunque no digan nada – Sarah Paulson y Denis O’Hare son gloriosos ¡Pedimos el Emmy para ambos, YA! No queremos olvidar al director de arte de todo American Horror Story, Mark Worthington, un maestro en la creación de espacios.
Lo peor: que la serie tenga tantos altibajos que desmoralizan a los seguidores a pesar del amor que le tenemos a Ryan Murphy. Aún así, se los perdonamos porque luego nos ofrece capítulos espectaculares.
Mi episodio favorito: Mommy, el tercero de la entrega, es redondo.
Doctora en Filología Hispánica por la Universitat de les Illes Balears. Ha sido investigadora principal del grupo RIRCA y ha dirigido tres proyectos de investigación nacionales competitivos financiados por el gobierno español. Actualmente forma parte del proyecto «Ludomitologías» liderado por el Tecnocampus de Mataró (UPF). Trabaja en ficción audiovisual en plataformas diversas, especialmente en temas de arquitecturas narrativas. Tiene una especial debilidad por el posthumanismo y ha publicado distintos trabajos en revistas indizadas y editoriales de prestigio internacional.