Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

Un joven con visión de futuro: «Saltburn» (Emerald Fennel, 2023)

El pasado día 22 de diciembre Prime Video nos deleitó con la que es para mi, de las mejores películas de 2023: Saltburn. Emerald Fennel nos presenta una historia realmente original con un joven protagonista (Barry Keoghan) que tiene una visión de futuro muy prometedora: arrebatar todo lo que tiene una familia rica de un pueblo llamado Saltburn. Si eso no es tener los objetivos claros, yo no se que es.

La historia sigue a Oliver, un supuesto joven empollón que llega a la universidad de Oxford cuando se topa con la gente guay, entre la que se encuentra Felix (Jacob Elordi), un chico atractivo y simpático que le pondrá su mundo patas arriba. Ambos empiezan a tener una relación muy cercana, a regañadientes de Farleigh (Archie Madekwe), el mejor amigo de Felix, un joven maleducado, engreído y creído que siente celos por la relación que tienen ambos. En el último día de clase, Felix le ofrece a Oliver venir a pasar el verano a su casa después de que este le contara que no tiene familia y es muy desgraciado. Ambos pasan un verano a lo grande, aunque acaba con las muertes trágicas de toda la familia. Oliver no es quien dice ser y Felix se entera el día de su cumpleaños, cuando van hasta casa de los padres de Oliver y resulta que es un chico normal con una familia que le quiere y se preocupa por él. Aquí viene el plato fuerte de la película: el espectador empieza a ser consciente de las intenciones del joven: quedarse con la fortuna de la familia a cualquier precio, y ese precio es ir eliminandolos uno a uno y quedarse con el imperio Quick. La directora ha catalogado este filme como una película de vampiros y es que tiene un doble sentido muy inteligente. En la escena que comparte Oliver con Venetia (Alison Oliver) él se refiere a si mismo como un vampiro ya que este le hace sexo oral a ella mientras está menstruando, una práctica poco convencional digna de un vampiro, pero además que es visible que es un gran consumidor de los fluidos de la familia Quick, ya que en la escena de la bañera, después de que Felix se haya dado un baño (acompañado de una paja), Oliver bebe ese mismo agua (en este momento ya estaba boquiabierta hacía un rato). Al igual que un vampiro, Oliver espera hasta que lo inviten a la casa familiar antes de secarlos y ser el único que queda con vida. En lugar de sangre se alimenta de su poder y estatus y acaba siendo el más poderoso de todos. 

Felix y Oliver charlan en un bar.

He de reivindicar la autoría del guion de Fennel y su destreza por estar al frente de un proyecto con un guion original tan arriesgado, que al fin y al cabo saca de su experiencia mientras estudiaba en Oxford. Creo que es por eso que es tan buen guion, porque sale de una vivencia; además lo reivindico porque la industria se encuentra hundida en la época de remakes, secuelas, precuelas y biopics, sin guiones originales que merezcan la pena y este podría decir que es de los mejores que se han hecho en años. Cada giro de guion me tenía al borde del sofá llevándome las manos a la cabeza y soltando gritos hacia mi misma, además de los easter eggs que contiene. Uno de mis favoritos es el doppelgänger: durante el desayuno Venetia cuenta como el ama de llaves vio a su doble antes de morir y mientras lo narra, se puede observar el doble de Felix pasando por la ventana con la misma camisa rosa que lleva en ese momento. Esto no solo presagia la muerte de Felix más adelante, sino que será la misma ventana por donde pasará su cuerpo sin vida mientras la familia intenta ignorar la situación. 

Resulta increíble el punto de elaboración del plan de Oliver, que lo planifica con tanto detalle que es terrorífico. Obviamente, hay una atracción por parte de Oliver a Felix, pero hay que preguntarse hasta qué punto es verdad, ya que él tiene una estrategia y la va a llevar a cabo. El chico, al estar perturbado, no creo que entienda lo que es el cariño o el amor, pero él cree sentir algo por Felix, tan grande que, cuando fallece le declara su amor eyaculando en su tumba… una escena realmente inaudita, improvisada y pensada por el mismo Keoghan. 

Oliver llora la muerte de Felix en su tumba.

Es una película que no deja nada indiferente, o se ama o se odia, con una calidad intertextual y narrativa muy potente que potencia aún más mis creencias sobre la calidad de las películas de Emerald Fennel sobre las de Greta Gerwig. Sé que las comparaciones no son buenas pero dos directoras muy potentes han estrenado sus largometrajes este año y es imposible no contraponerlas. Así como Gerwig suele ir de la mano de su marido y tener una visión más “europea” del cine (con aires a Woody Allen), a Fennel no le hace falta, porque ella ha vivido el cine europeo, sabe cual es la cultura del cine inglés con el que ha crecido, un cine bruto, crudo, sin miramientos y autocrítico. Por eso, me quedo con ella. 

Es un largometraje que se resuelve muy bien con unos personajes escritos de una manera excelente, además que se disfruta mucho viendo la evolución del personaje de Oliver, desde ese “empollón” que llega a Oxford al chico que reina sobre la familia Quick. No creo que arrase en esta temporada de premios porque no casa con los ideales de Hollywood, pero espero que en los festivales europeos les lluevan, al menos, nominaciones, sobre todo de guion y la actuación de Keoghan. 

Como punto y final me gustaría recalcar que, durante una charla que tienen los dos jovenes sentados en un puente, Felix le cuenta a Oliver una tradición familiar de escribir el nombre de un ser querido que ha fallecido en una piedra y arrojarla al agua. Acto seguido, Oliver escribe el nombre de su padre y lanza la piedra, fallando, porque su padre no estaba muerto, pero Felix no lo sabía. A medida que van falleciendo los familiares (Felix, Venetia y Elspeth), Oliver recoge las piedras no solo para tener el recuerdo de la familia muerta sino también para colocarlas en un pequeño juguete de marionetas que tenía la familia para demostrar que tuvo el control de la familia todo el tiempo y para demostrar que no les dejará descansar ni siquiera estando muertos. Necesita tener el control en todo momento y ver como domina su propiedad. El final de la película empieza con la canción Murder on the Dancefloor de Sophie Ellis-Bextor mientras Oliver baila desnudo victorioso de haber conseguido lo que se proponía, y es que la canción le va como anillo al dedo, ya que trasmite que la fiesta tiene que seguir pase lo que pase, aunque haya un asesinato en la pista de baile, no hay que parar el ritmo.

Absolutamente brillante.

 

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