Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

Vida, escritura. «Les Années Super 8» (Annie Ernaux & David Ernaux-Briot, 2022)

La familia Ernaux desentierra en «Les Années Super 8» su pasado grabado en bobinas de 8 mm. Toda una inmersión en sus vidas y, por extensión, en la obra de la escritora, siendo dotada de un carácter documental así como cinematográfico. Firmada por Annie Ernaux y su hijo David Ernaux-Briot, esta película está montada a partir de grabaciones familiares y se  acerca a un breve período entre 1972, fecha de compra de la cámara Super 8, «el objeto deseable por excelencia», y 1981, cuando el matrimonio Ernaux se separa. 

Annie Ernaux, lejos de caer en el sentimentalismo, mira a la mujer que fue a través de un prisma sociocultural

Es una brillante aleación de la observación casi clínica de su entorno (remarcando detalles a veces más banales que acaban componiendo un cuadro muy revelador) y la búsqueda existencial de una mujer. Siguiendo estas huellas, estos fragmentos, rememoran (asumiendo claros sesgos) durante sesenta y un minutos los comienzos, los baches de la existencia, los lugares y a los que ya no están. 

Por supuesto, esta es una creación objeto inmediato de curiosidad para los admiradores de la laureada escritora francesa, en una época en la que sus obras son una gran fuente de inspiración para el cine, con «El acontecimiento» (Audrey Diwan, 2021) y «Pura pasión» (Danielle Arbid, 2020). Además, la obra se hace eco de un importante libro de Ernaux publicado en 2008, “Los Años”, una autobiografía del ‘nosotros’ más que del ‘yo’, que inicia entonando que “todas las imágenes desaparecerán”, por lo que este film aparecería para, al contrario, hacer reaparecer su pasado gracias a ellas. 

En la misma línea, este film podría ser concebido también como un libro ilustrado leído por Annie Ernaux en persona, ya que las imágenes son acompañadas de un texto sutil, pero sublime leído en off por la misma. La naturaleza del comentario, sin sentimentalismos ni florituras, adherido a estas escenas mudas, no sorprende a los lectores de la autora. Ernaux no delira con el recuerdo de sus hijos abriendo sus regalos de Navidad, puesto que prefiere fijarse en los papeles pintados recargados ​​y chic que los clasificaban entre la burguesía. 

Los dos hijos de la escritora, Éric y David, durante unas vacaciones

El interés documental recorre toda la película como consecuencia de sus varias dimensiones: primero, las vacaciones y viajes  simbólicos de una época de apertura al mundo en Ardèche, en Chile, en la época de la Unión Popular de Salvador Allende, más sorprendentemente, en una Albania aún encerrada, pero también en Londres, España, Portugal y hasta Moscú, sin olvidar su primer viaje de esquí.  

También, el retrato de una pequeña familia, los escenarios electorales de la vida política francesa (de Pompidou a Mitterrand) y, por supuesto, el itinerario de un ama de casa que se convierte en novelista (ya que la década de 1970 corresponde a la publicación de sus dos primeras novelas, es decir, su nacimiento en la literatura). En definitiva, porque da testimonio de una época, una clase y la existencia de una mujer en busca de la emancipación.

Sin embargo, uno experimenta una extraña emoción, puede que una falsa nostalgia, al ver aparecer rostros hasta el momento solo imaginados como el de su madre, el de su marido, Philippe Ernaux, y también su rostro, el de una joven madre secretamente atormentada por la escritura, a punto de publicar su primera novela, “Les Armoires vides”, sin siquiera sospechar que un libro nunca cambia tu vida.

«Fue a la vez alegre y melancólico. Fui yo. Fuimos nosotros» declara con su hermosa voz la escritora

A medida que pasa el tiempo, el lente que sostiene su esposo filma cada vez menos la felicidad del hogar; se aleja de las escenas alegres en favor de filmar elementos periféricos, como paisajes u objetos, hasta que deja por completo de retratar imágenes.

El final de la película coincide con la ruptura del matrimonio, y sin saberlo, la cámara ha captado esta bella y sencilla idea: rodar una película en familia consiste, sobre todo, en inmortalizar los momentos de alegría para poder experimentarlos dos veces. Finalmente, madre e hijo han tejido un bello documental con un sello muy personal que nos acerca al sentido de una vida y de toda una época.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *