Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

Wallander, el padre de todos los detectives

El inspector Kurt Wallander, alter ego del dramaturgo y novelista sueco Henning Mankell, es probablemente el personaje más famoso de la novela negra contemporánea. Mankell inició la serie sobre Kurt Wallander en 1991 con Asesinos sin rostro y le dijo adiós en 2009 con El hombre inquieto. En 2013 se recuperó una historia anterior, Huesos en el jardín, volumen que haría el número 13 de la serie. De sus novelas se han vendido más de 25 millones de ejemplares en 40 idiomas y han sido llevadas a la pequeña pantalla en tres ocasiones, primero en una serie de telefilmes de la televisión sueca y más tarde en dos series de televisión, la primera también sueca y la última británica.

Wallander vive en la pequeña localidad de Ystad (en Escania, al sur de Suecia) y responde al estereotipo de policía atormentado: es un personaje taciturno y desengañado de la vida que, además de su trabajo como detective, debe hacer frente a multitud de dificultades en su vida personal: la enfermedad de su padre, el intento de suicidio de su hija, la difícil relación con su exmujer, sus propios problemas de salud… lleva una vida de lobo solitario, alimentándose mal, bebiendo en exceso, siempre corto de dinero, permanentemente agotado y peleando con un viejo coche que pide a gritos la jubilación. Con todo, este antihéroe amante de la ópera es un personaje repleto de humanidad y sensibilidad, vulnerable y siempre en peligro de desmoronarse, que no deja indiferente al público.

Como otros autores de novela negra nórdicos, Mankell retrata el lado más oscuro de la sociedad, poniendo en cuestión la imagen ideal que existe sobre Suecia. La tranquila localidad de Ystad es, sorprendentemente, el escenario de escabrosos crímenes que hay que resolver bajo un clima duro e implacable, en el que las carreteras siempre están heladas y no deja de llover. Los personajes, también el de Wallander, son gente que vive aislada o que tiene problemas de comunicación con sus semejantes, personas tremendamente reservadas, con frecuencia infelices. La policía, por su parte, debe hacer frente a asesinatos difíciles de resolver sin apenas medios y, por supuesto, sin tecnología. Muy lejos de la narrativa espectacular de las series norteamericanas.

La primera versión televisiva de Wallander se emitió en Suecia, entre 1994 y 2007. Se trató de una serie de TVMovies protagonizadas por Rolf Lassgård (en el papel de Kurt Wallander) bajo el título Inspector Wallander. Estas películas, de gran calidad, lograron que Mankell dedicara a Lassgård el libro La pirámide. La primera serie de televisión, interpretada también por actores y actrices de Suecia, se estrenó en 2005 en el canal TV4, con el actor Kirster Henriksson en el papel de Wallander. La versión sueca tuvo tres temporadas: la primera se emitió entre 2005 y 2006, constando de 13 capítulos; la segunda se emitió entre 2009 y 2010, también con 13 episodios, y la última vio la luz en 2013, con solo 6.

La adaptación británica sería un proyecto del canal BBC One. En 2008, sería el actor Kenneth Branagh el encargado de dar vida al inspector sueco. Al parecer, el actor y director quedó fascinado por el personaje de Wallander y él mismo se encargó de convencer a Mankell para hacer una versión inglesa. La serie británica se emitió entre 2008 y 2010, a lo largo de cuatro temporadas y con un total de 12 capítulos de 90 minutos de duración y alta calidad técnica. En 2009 obtuvo cinco premios Bafta. Se rodó en la propia Escania y en Riga (Latvia), consiguiendo de esta forma reproducir de forma realista los paisajes suecos tan importantes en la narrativa de Menkell.

La versión sueca funciona como un drama tradicional de detectives, muy apegada a la novela: expone un inspector adusto y taciturno, de morboso sentido del humor pero una humanidad subyacente, cuyas emociones no interfieren en las decisiones profesionales. Es, además, progresista y, con frecuencia, se lamenta del racismo de sus compatriotas, sobre todo de la clase adinerada. Esta ficción intenta escapar de la visión oscura de Suecia mediante cierto humor y la ruptura de algunos estereotipos. La versión británica es más cinematográfica, perdiendo parte del sentido de identidad local de la versión sueca. Sin embargo, la excelente fotografía de Anthony Dod Mantle es netamente sueca y las secuencias de campos y paisajes urbanos son espectaculares, ayudando a construir una versión más oscura. Ambas versiones funcionan por sí mismas, sin que ninguna de ellas eclipse a la otra.

 

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