Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

Nombres propios: Ben Bocquelet, creador de ‘El asombroso mundo de Gumball’

Dentro de la nueva hornada de creadores que hemos ido comentando en RIRCA, entre los que se encontraban J.G. Quintel (Historias corrientes), Rebecca Sugar (Stephen Universe) o  Peter Browngardt (Tito Yayo), vale la pena también dedicarle un espacio a Benjamin Bocquelet, artista francobritánico creador de El asombroso mundo de Gumball, que emite Cartoon Network, y en España en abierto el canal Boing.

Bocquelet procede de la  École des Métiers du Cinéma d’Animation de Angouleme, la cuna de los premios de cómic más importantes de Europa. Tras licenciarse, se mudó a Londres en 2003 y trabajó como creativo durante tres años en un estudio de animación especializado en publicidad. Ya en ese momento realizó En por su cuenta el cortometraje The Hell’s Kitchen (2003) y fue diseñador en The Little Short Sighted Snake (2006). Tras dejar la publicidad, fue contratado por un estudio de animación que Cartoon Network abrió en Londres. En un principio diseñó una serie para la franja Adult Swim sobre personajes de animación rechazados, algunos basados en bocetos de su etapa en publicidad. Los productores rechazaron la idea pero quedaron convencidos con la mezcla propuesta de distintos de estilos de animación (ordenador, tradicional, stop motion e imagen real). De ahí surgiría finalmente la idea de Gumball.

gumball

Bocquelet adaptó Gumball a los patrones de una comedia de situación familiar, con un enfoque más infantil, y la cadena aprobó su desarrollo. A pesar de que la serie tiene concomitancias con diversas series con el mismo planteamiento (Los Simpson, Padre de familia, Padre Made in Usa, etc.), Bocquelet confiesa haberse inspirado en su propia familia a la hora de configurar sus personajes: «ya sabes, mi padre es como un niño grande, mi madre es la caña, mi hermana es muy lista y yo soy algo idiota». De la parrilla actual de Cartoon Network, El asombroso mundo de Gumball ocupa un lugar preeminente por varias razones. Por una parte, su aspecto formal, que es el que la hace más atractiva: la mezcla entre técnicas de animación antes citada, que ofrece, lejos del pastiche, una unión que casa bien con el conjunto. Por otra, el equilibrio en su tono, un tono amable y más accesible a todos los públicos que, por ejemplo, Historias corrientes, y no tan loco y surreal como el de Tito Yayo o tan críptico como Hora de aventuras. Aún así, Gumball tiene detalles que nos permiten conocer un poco a su creador: brillantes son, por ejemplo, esos (velados) homenajes a cintas de culto como Mad Max, El señor de los anillos o incluso El gran Lebowski o Destino Final. Al mismo tiempo, también podemos ver elementos nostálgicos, como los videojuegos de 8-16 bits, que también podemos encontrar en las series antes citadas.

Pero no sólo en los elementos formales se encuentran los puntos de interés de la serie. El concepto de Gumball también nos habla de respeto, tolerancia y convivencia. Desde el mismo diseño de la (semidisfuncional) familia de Gumball, compuesto por un padre conejo y una mamá gatito, con uno de los hijos que en realidad es un pez adoptado, hasta los alumnos del Instituto Elmore, que muestran una diversidad apabullante (un cactus, un fantasma, un pez, un tiranousauro, un globo…), reflejada también en el tipo de animación de cada personaje.

Boucquelet ha sabido crear una obra que tanto entretiene a los más pequeños, con los gags más físicos, como interesa a los adultos por sus guiños nostálgicos y su lectura adulto. No en vano El asombroso mundo de Gumball es, como adelantábamos, una de las mejores de la cadena.

 

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