Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

(Mis) cinco personajes imprescindibles de la ficción

Desde los comienzos de nuestro blog hemos realizado artículos diseccionando la significación de personajes relevantes del panorama televisivo. Unos personajes que, si bien a veces no coinciden con los más populares, sí que forman una parte indispensable de la construcción identitaria como representación de las temáticas contemporáneas. Muchos de ellos, enmarcados en contextos que se trasladan a la colectividad – en su amplia mayoría personajes femeninos – que desafían las convenciones del canon ficcional hasta la fecha. Pues bien, hoy iniciamos un nuevo ciclo de personajes imprescindibles de la ficción – no solo televisiva, sino audiovisual – que ejercen como pilares importantes de dichas identidades y representaciones. En este caso, la ocasión es perfecta para reivindicar a mis personajes preferidos de mis cinco series favoritas.

Debbie Eagan (GLOW) o la «Barbie hasta arriba de esteroides»

Betty Gilpin ha obtenido 3 nominaciones consecutivas al Emmy por su papel como Debbie Eagan

Desde que oí a Betty Gilpin definir, con su ironía característica, a Debbie Eagan como “una Barbie hasta arriba de esteroides” no he podido encontrar mejor manera de describir a este personaje. Toda una declaración de intenciones por parte de la actriz quien comprende a la perfección a su personaje y es consciente de aquello que su físico proyecta; en ocasiones, Gilpin ha manifestado su decepción por su encasillamiento como “pechugona llorona” (otro ejemplo de su agudo sentido del humor). Y es que, Debbie Eagan, una de las protagonistas de GLOW junto a Ruth Wilder, es el prototipo de mujer guapa y mantenida que abandona su trabajo para hacerse cargo de su bebé recién nacido. A pesar de que el show le llega por casualidad en su peor momento personal, acepta el desafío de convertirse en “luchadora profesional” aunque no se toma en serio su trabajo. En este sentido, Debbie necesita una reafirmación que complete su curiosidad como actriz – al igual que Ruth aunque de otra manera. Primero, la echan de la telenovela por demandar más control creativo sobre su personaje y, segundo, la ven como una “rubia despampanante” sin aspiraciones más allá de la “esposa florero”.

Así, nace Liberty Belle, el alter ego de Debbie en el ring que sirve como catalizador de su propio estereotipo para darle la vuelta y encontrar su identidad. Si Liberty Belle es la representación de la white suburbian mom y del patriotismo americano, Debbie encuentra cierta libertad en encarnarla de una forma desquiciada y paródica. Asimismo, la necesidad de convertirse en una madre trabajadora y la tomar el control artístico de su carrera profesional la llevan a replantearse su posición y a reinventarse como mujer de negocios. Su entrenamiento duro junto a Ruth para convertirse en las mejores luchadoras – con movimientos espectaculares realizados por las mismas actrices – la hacen redescubrir su cuerpo y a canalizar sus emociones a través de él. Algo que reivindica la propia Gilpin quien encontró en Debbie una manera de sanar sus inseguridades, establecer una nueva relación con su cuerpo y reflexionar sobre el machismo integrado en las mujeres. No os perdáis el texto que Gilpin escribió para Glamour titulado “What It’s Like to Have Pea-Sized Confidence with Watermelon-Sized Boobs”. Una significación identitaria que traspasa la pantalla en la que es inevitable ver a Betty a través de Debbie y a Debbie a través de Betty.

Ethan Chandler (Penny Dreadful) o el caballero que vino del salvaje oeste

Josh Hartnett da vida al encantador Ethan Chandler

Si bien el gran personaje de Penny Dreadful es Miss Vanessa Ives, la serie despliega un amplio abanico de personalidades extraídos de la literatura gótica del s.XIX y de la iconografía monstruosa. Desde Dorian Gray hasta Frankenstein a Drácula, los personajes masculinos de la serie destacan por su enfoque paternalista enmarcándose en un contexto de monstruosidad cotidiana que somete a los personajes femeninos. En este sentido, destaca la figura de Ethan Chandler como subversor de esta tónica de la serie mostrando al dulce, comprensivo y protector caballero providente del salvaje oeste. Así, es con Mrs Chandler que nos adentramos en las profundidades del “Demimonde” y, descubrimos, que todos los monstruos son humanos. En el caso de Ethan, su condición de soldado de liberación del oeste y de frontiers man van ligado a su huida a Londres y a ser reclutado en la lucha contra el Mal junto a Miss Ives y compañía.

Durante las 3 temporadas de la serie, descubrimos el pasado traumático de Ethan y su búsqueda por encontrar la paz tras las acciones que le atormentan. En Penny Dreadful los “pecados” de los personajes se materializan en aquello que es su lado más oscuro y forma parte de su naturaleza. En el caso de Ethan, la figura iconográfica monstruosa es la del hombre lobo (Lupus Dei) y su vínculo con todo lo relacionado con lo ritual indio-americano. De educación católica, su relación con Miss Ives tiene un peso importante en la trama que gira en torno a la espiritualidad y al concepto de destino que subyace durante toda la serie. La redención y la autoaceptación de la naturaleza monstruosa es una de las claves para entender PD e Ethan Chandler es uno de sus eslabones imprescindibles.

Cameron Howe (Halt and Catch Fire) o la soledad de una mente privilegiada

Mackenzie Davis realiza una espectacular interpretación como Cameron Howe

Halt and Catch Fire es puro nervio, magnetismo y anarquía. Es adrenalina y, a la vez, desesperación. Es creatividad y locura. Es una historia de éxito y fracaso. Nada representa mejor todo esto que Cameron Howe (Mackenzie Davies), una de las cuatro protagonistas de esta serie que gira en torno a la historia del nacimiento de la informática. A pesar de que H&CF es considerada como una de las mejores ficciones televisivas de la década anterior, poco se ha hablado de ella. Más allá de los eventos históricos – la portabilidad de los ordenadores, la seguridad virtual, el nacimiento de internet o las redes sociales – la serie retrata el cambio social de los 80-90s donde impera el canibalismo corporativo y donde el desarrollo tecnológico avanza a pasos agigantados.

Así, Cameron Howe representa la necesidad de la generación joven de dinamitar la rigidez del sistema y de demostrar un alarde de creatividad que supone un choque entre maneras de pensar y generar contenido de calidad. Precisamente, la línea argumental de Cameron sigue de cerca la evolución del diseño de videojuegos y la desesperación por tener el control de las obras al servicio de las demandas del mercado. De hecho, la pugna entre empresarios – a los que Cameron define como “parasitarios” – y artistas es uno de los puntos relevantes de la trama. Algo que otorga al personaje una filosofía de trabajo donde la imaginación y libertad de los autores es más importante que cualquier norma empresarial. Todo esto, se traduce en la configuración de Cameron como una joven solitaria y enfrascada en su genialidad que no sabe trabajar en equipo, egoísta y caótica que se traslada a todos los ámbitos de su vida. A pesar de que los conflictos personales, sobre todo su relación con Donna Clark, son motivados por su cabezonería, su profunda conexión con la realidad de los usuarios la lleva a encontrar su sitio en un mundo de idealistas soñadores – como lo son el resto de protagonistas – y a aprender de sus errores. Cameron Howe es la representación de la irreverencia y la insensatez, pero también de la innovación y la rebeldía. Una mente privilegiada incomprendida y una antiheroína de la era moderna.

Martha Hanson (The Americans) o «la otra esposa»

Alison Wright en «Travel Agents», el episodio más importante para el desarrollo de Martha

The Americans es una de las mejores series sobre espionaje de la televisión y una de las producciones mejor desarrolladas de la década de los 2010s. Durante 6 temporadas seguimos a los Jennings, un matrimonio de espías de la KGB infiltrados en territorio estadounidense durante la Era Reagan. Si bien durante la serie asistimos a las dudas e inseguridades de Elizabeth y Philip, también nos encontramos con aquellos agentes que les suministran información clasificada. Este es el caso de Martha Hanson (Alison Wright), una secretaria del FBI que es engañada por Philip, con la identidad falsa de Clark Westerfeld, cuya relación llega demasiado lejos. Inspirada en testimonios de mujeres reales, Martha es la mayor víctima colateral de la misión de los Jennings y que le acarrea terribles consecuencias.

Casada con “Clark”, Martha es, desde la T1 un personaje que va cobrando relevancia; primero como potenciadora de malentendidos y, segundo, como comic relief (las escenas de sexo salvaje con Clark son tremendamente divertidas). El temor a que los Jennings no sean descubiertos se traslada de manera muy hábil y efectiva hacia Martha. A pesar de que solo conocemos de ella a través de la mirada de Philip, se configura como una mujer diligente y encantadora, pero tremendamente vulnerable debido a su extrema soledad, su carencia de afecto y el continuo menosprecio de su entorno. Martha es ese personaje que se encuentra en los márgenes y que, en cierto punto de la trama, se convierte en su eje vertebrador. Un personaje que resalta entre los demás, que te enamora y que echas de menos cada episodio en el que no aparece. Personalmente, nunca había sufrido tanto por un personaje como lo he hecho con Martha. Culpa de ello es la habilidad de los guionistas para darle una mayor profundidad al personaje y, en parte, a la delicada interpretación de Alison Wright que destaca desde el primer momento de su aparición en la serie (juntamente con la complicidad de un minucioso Matthew Rhys con quien comparte una extraordinaria química en pantalla) Martha Hanson es un personaje que es fácilmente objetivo del cariño de la audiencia y que forma parte indispensable del arco evolutivo de Philip y Elizabeth en la demoledora T4.

Janet (The Good Place) o la chica «ni-robot-ni-tampoco-chica»

D’Arcy Carden es Janet, el alma de «The Good Place»

Uno de los gags recurrentes de The Good Place es ver a Janet corregir a uno de sus compañeros cuando se equivocan en datos relevantes. Especialmente, cuando les rectifica sobre su condición. No es un robot, ni una chica, ni tampoco una persona. En este sentido, es interesante este artículo de Taylor Beck en The Spool sobre la representación no-binaria a través del personaje. Entonces, ¿qué o quién es Janet? Janet (D’Arcy Carden) es una especie de sistema operativo que gestiona “the good place”, un lugar al que la gente buena lleva tras su muerte. Ésta, no solamente lo regula y organiza, sino que es una fuente de conocimiento y de datos ilimitados. Básicamente, Janet no es humana y actúa como representación de lo que sería un almacenamiento virtual de información.

The Good Place es una serie donde la ética y la filosofía se enseñan en clave cómica y reflexiona acerca del umbral de la post-mortalidad, del bien y del mal y, sobre todo, de la complejidad de la identidad humana. Janet se constituye, así, un eslabón imprescindible en el universo de The Good Place: el primero dentro de la misma serie y, el segundo, dentro de la funcionabilidad del sistema y de la reflexión sobre la utopía y otros planteamientos filosóficos; especialmente, aquellos que tienen que ver con la vida y la muerte y la trascendencia del alma. La entidad de Janet como ser omnipresente y omnisciente la acerca a considerarse como una figura divina. Encontramos muchas Janets diferentes, pero, en realidad, no existe ninguna. Su muerte no es posible, sin embargo, la han asesinado infinidad de veces. Janet lo sabe todo y está en todas partes, pero en el fondo no tiene ninguna solución irrefutable. A medida que pasan los episodios, el personaje evoluciona para entenderse a sí misma a través de los valores de los humanos, pero también se perpetúa como guía para el tránsito espiritual de Michael, Eleanor, Chidi, Tahani y Jason. Janet es, tal vez, el personaje más importante de toda la serie y que constituye el epicentro de su discurso.

 

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