«Watch Dogs» y la era de la (ciber)vigilancia
Chicago, 2013. Tras el apagón que asoló a Estados Unidos y Canadá en 2003, la ciudad ha decidido centralizar la gestión de todos los servicios en un solo sistema informático, el ctOS (Central Operative System). Pero el sistema también es el dueño absoluto de las informaciones privadas, de los datos bancarios o de las telecomunicaciones y por tanto, tiene el control y el poder de la ciudad y de sus habitantes. Este es el marco en el que se desarrollará Watch Dogs, el videojuego creado por Ubisoft Montreal aparecido en el mercado en 2014.
Un esquema inicial que en nada se diferenciará de las ficciones televisivas, cinematográficas o literarias contemporáneas en las que las audiencias o los lectores se verán sumergidos ya desde las primeras escenas o páginas en la cultura de la vigilancia. Un tema recurrente desde los atentados del 11 de septiembre de 2001 en que la sociedad occidental asumió (o tuvo que asumir) la instauración del modelo panóptico que consiste en que unos pocos vigilan a todos los demás. Un nombrecillo que os puede sonar extraño pero que entenderéis fácilmente con algunos ejemplos o pistas: es el que se utiliza en las cárceles, en los párkings, en las carreteras con cámaras traidoras… Y por si no ha quedado claro, solo dos palabras bastarán: Gran Hermano (el de Orwell claro está). Los ejemplos televisivos los podéis poner vosotros mismos pero yo os sugiero uno: Person of Interest.
Y os sugiero esta serie y no otra por dos motivos muy simples: primero porque la estética del juego y la de la serie son idénticas hasta tal punto que, de no ser por los nombres que aparecen en las triangulaciones, nadie los diferenciaría; segundo porque el entorno en el que se mueve Aiden Pearce, el protagonista del videojuego, es un mundo que ha aceptado los sistemas de vigilancia y monitorización en la vida cotidiana e incluso los ha fomentado. ¿O no tenemos móviles de última generación?, ¿no permitimos a nuestros teléfonos que nos ubiquen para así facilitar el suministro de informaciones o encontrarlo si lo perdemos?, ¿no usamos whassap y sabemos cuándo nuestros amigos leen los mensajes?, ¿no son smarts nuestras televisiones y phones?, ¿no tienen cámara nuestros ordenadores? y así sucesivamente. Y solo una cosa más para completar estas nociones básicas: la vigilancia siempre es bidireccional. Hay vigilantes y vigilados. Dos términos que combinados van a dar lugar a muchas variables que se han desarrollado en la cultura popular desde el cómic con Watchmen como ejemplo canónico hasta la música con la sorprendente letra de The Police y su «Every breathe you take» en la que Sting nos recuerda que nos estará vigilando.
En Watch Dogs controlaremos a Aiden Pearce, un hacker profesional con un pasado delictivo. Tras una excelente cinemática introductoria en la que veremos a Aiden y a su mentor, Damien Brenks, vaciando las cuentas corrientes de los clientes de un hotel de lujo, esta acción provocará las iras de un misterioso – y suponemos que poderoso – personaje en la sombra que enviará a un sicario para darle una lección a Aiden. Pero, en esa operación resulta muerta la sobrina de Aiden, Lena. La acción nos situará un año más tarde de la tragedia, donde el objetivo principal de nuestro protagonista – y el del jugador – será descubrir la identidad de la persona que ordenó su muerte y realizar se vendetta personal. Un tema que es ampliamente desarrollado en el género de la ficción criminal literaria y audiovisual – últimamente, todas las películas protagonizadas por Liam Neeson sirven como ejemplo – así como en el llamado techno-thriller en el que los protagonistas suelen ser antiguos combatientes o antiguos operativos encubiertos de la CIA que, por diversos motivos, son perseguidos por una corporación y su familia sufre las consecuencias en su lugar (Jason Bourne, Jack Bauer, Ethan Hunt, Frank Castle/The Punisher o John Reese son buenos ejemplos de ello).
De esta manera, Aiden iniciará su periplo por la ciudad acompañado de algunos aliados que le ayudarán dentro de su misión: Clara Lille, una hacker brillante (con un parecido más que sospechoso a Lisbeth Salander) que bajo el pseudónimo de BadBoy17 actuará como informante de Aiden, y perteneciente al grupo DedSec, organización secreta de hackers que se dedicarán a encontrar las vulnerabilidades del sistema ctOS para probar su inutilidad (¿os suena al FSociety de Mr. Robot?); Jordi Chin, un fixer manitas donde los haya; y Raymond T-Bone Kenney, antiguo ingeniero del ctOS. O lo que es lo mismo, acompañado por tres tech-nerds que serán sus ayudantes y le sacarán de más de un problema. Y aquí me gustaría recomendaros un libro, el del siempre interesante Antonio Salas titulado Los hombres que susurran a las máquinas.
El escenario de Watch Dogs será un mundo abierto al más puro estilo de RockStar Games (GTA, L.A. Noire, Red Dead Redemption) o a la saga Assassin’s Creed (también de Ubisoft) en el que el jugador encontrará acciones principales de campaña y acciones secundarias moviéndose entre el barrio financiero, las zonas residenciales, los suburbios, las afueras de la ciudad y desvelar los secretos que se ocultan en los pasos a nivel de la cuidad de Chicago. Con un extenso abanico de habilidades para cada misión – ya sean las misiones de huída, de infiltración o de saqueo – todos los elementos del gameplay estarán dispuestos a favor de las premisas argumentales y temáticas del cibervigilantismo. Así, podremos controlar a nuestro antojo cualquier tipo de aparato electrónico solamente apretando la pantalla de nuestro smartphone: clonar móviles; boicotear semáforos, puentes levadizos y bolardos misteriosos; manipular cámaras de vigilancia; provocar apagones y cortocircuitos; vaciar las libretas de ahorros de los incautos usuarios en los cajeros automáticos; distraer a los radares de la policía; y, como no podría ser de otra manera, robar vehículos para poder desplazarte a tus anchas por la ciudad. Todo normal hasta aquí, y tampoco nada excesivamente espectacular para un usuario que está acostumbrado a ver triangulaciones de satélites para poder atrapar a los delincuentes, o ver cómo los expertos informáticos no tienen ningún problema en encontrar páginas criminales escondidas en la dark web y las informaciones más rocambolescas codificadas en fotografías y otros objetos en una enorme cantidad de ficciones criminales. Acciones que parecen inverosímiles para cualquier usuario de a pie, pero perfectamente realizables en la vida real.
Pero, si algo llama poderosamente la atención, y de nuevo hemos de recurrir a la literatura y a la televisión, es el hecho de que Aiden puede interceptar conversaciones telefónicas y mensajes que anuncian alguna futura agresión o violencia que va a ser cometida, convirtiendo de este modo una parte de las posibilidades del juego en una pre-crime unit unipersonal eso sí del mismo modo como lo será el equipo formado por Reese y Finch en Person of Interest y teniendo ambos como texto inicial el relato Minority Report de Philip K. Dick del que, por cierto, también hay un videojuego subtitulado Everybody runs (Activision, 2002). Aiden actuará como justiciero urbano para detectar e impedir acciones criminales que ayudarán a ganar experiencia y reputación al jugador durante el juego. Entonces, la bidireccionalidad existe.
El (ciber)vigilantismo será, pues, otro de los elementos que servirán para unir Watch Dogs con otros productos transmediáticos, no solo con la literatura y el cine, sino especialmente con el cómic y la figura del superhéroe que siempre será un personaje invisible y anónimo (mejor dicho, que enmascara su identidad) para restaurar el orden ciudadano y, de manera especial, para reparar las injusticias ejercidas sobre ciudadanos individuales que fácilmente son ampliables a la sociedad en general. Aiden irá descubriendo gracias a sus hackeos y acciones la parte más sórdida de la ciudad, todas las conspiraciones de grupos y personas que tendrán como único interés el poder y el control sobre la población cerrando el círculo vicioso que se retroalimentará formado por la vigilancia, la conspiración y, como no podía ser de otro modo, la paranoia como estado anímico y como estado político o policial. Porque ya se sabe que quien controla el sistema, controla Chicago.
A pesar de sus críticas diversas, Watch Dogs plantea temáticas distópicas de rabiosa actualidad y explora un género que cada vez tiene más cabida dentro de la ficción audiovisual: el cyberthiller conspirativo. Un círculo que seguramente nos ha dado y dará muy buenas y largas horas – entre 35 y 40 para los más pacientes que quieran completar el juego al 100% – de juego con Watch Dogs del que hace escasos días se anunció la segunda entrega para el 15 de noviembre de este mismo año. Esta vez, nos trasladaremos a la costa oeste, más concretamente a San Francisco, con un personaje nuevo (Marcus Holloway) y el despliegue de los hackers de DedSec ¡A ver qué smart devices tendremos esta vez!
Doctora en Filología Hispánica por la Universitat de les Illes Balears. Ha sido investigadora principal del grupo RIRCA y ha dirigido tres proyectos de investigación nacionales competitivos financiados por el gobierno español. Actualmente forma parte del proyecto «Ludomitologías» liderado por el Tecnocampus de Mataró (UPF). Trabaja en ficción audiovisual en plataformas diversas, especialmente en temas de arquitecturas narrativas. Tiene una especial debilidad por el posthumanismo y ha publicado distintos trabajos en revistas indizadas y editoriales de prestigio internacional.