«Corsage» (Marie Kreutzer, 2022) o los impulsos de Isabel de Austria
Seguramente, cuando pensamos en la Emperatriz Sissi, rápidamente se nos viene a la cabeza la imagen de Romy Schneider con su mirada dulce, su sonrisa perfecta y sus voluptuosos vestidos de gala. Una imagen que se ha convertido en una especie de icono dentro de la cultura popular y que, gracias a ella, se reconoce el nombre de Isabel de Austria más allá de los libros de historia y de su mitificación en la figura de Schneider. Pues bien, la cineasta austríaca Marie Kreutzer aprovecha el tirón del personaje – de hecho, en los carteles promocionales se enfatiza el apodo de “Sissi” – para realizar su propia interpretación de la célebre Emperatriz europea en su última película: Corsage. Bajo la traducción de La Emperatriz Rebelde en España, la trama sitúa al espectador en una etapa vital de Isabel de Austria (interpretada por Vicky Krieps) en la que seguimos apenas un año (de 1877 a 1878) en la que se muestra su carácter, su manera de pensar y su moralidad.
Así, Corsage se debe contemplar como una libre re-interpretación de la vida de Isabel de Austria y no como un biopic al uso donde se desmitifica esta iconografía del personaje que Schneider dio vida en la trilogía de los años 50 – Sissi (1955), Sissi, Emperatriz (1956) y El Destino de Sissi (1957) – para entrar en su mundo interior. Un mundo interior condensado en un corto lapso temporal en el que Kreutzer y Krieps construyen meticulosamente a través de cada acción, palabra y gesto. En este sentido, es importante destacar la introducción del personaje en la que no articula una sola palabra en los diez primeros minutos de metraje. A la Emperatriz la definen los demás a través de himnos que ensalzan su grandiosidad, noticias que destacan su belleza y súbditos que alaban su elegancia. Estos halagos sirven como detonante para cuestionarse su legado cuando, coincidiendo con su 40º cumpleaños, decide emprender una serie de viajes alejados de palacio. Así, el carácter impulsivo e irracional de Isabel es visto por la corte y por su marido, Francisco José I de Austria (Florian Teitchmeister), como una rebeldía y un abandono de sus responsabilidades como gobernante consorte.
La observadora e inconformista Isabel – o Lisi como la llaman en su entorno más cercano – vive, pues, una especie de “segunda juventud” en la que la seguimos frente a una sucesión de eventos de su vida privada y pública en la se debate entre su deber frente a su “libertad”. Una libertad que parece que se ve coartada por sus obligaciones como Emperatriz y esposa, pero también como madre. Las relaciones con sus hijos, Rodolfo (Aaron Friesz) y Valerie (Rosa Hajjaj), son imprescindibles para comprender las decisiones de Isabel y las reflexiones acerca de esta “rebeldía” que su entorno le atribuye. Por un lado, la irreverencia de sus acciones hace que se distancie de Rodolfo y de los favores políticos de la diplomacia nacional; y, por otro lado, la imprudencia de su trato con su hija pequeña la categoriza frente a su corte como una mala madre. En este sentido, Corsage plantea una maternidad incómoda: aquella que elude la perfección y el sacrificio. Además de dibujar la maternidad ausente. El duelo por la pérdida de su hija también atormenta a Isabel y la condicionan emocionalmente.
Así pues, no es fortuito que la radiografía de este personaje se sitúe en el inicio de la cuarentena. Lo que se puede definir como una crisis existencial propiciada por el cambio de década, en Corsage, esa noción se pone en cuestionamiento. La Emperatriz es consciente de las decisiones que toma y el tipo de vida que quiere llevar lejos de las ostentaciones de palacio y las grandes celebraciones. Si la Sissi de Schneider era todo dulzura y docilidad, la Lisi de Krieps es rudeza y disconformidad. En contraposición a la rigidez de la Sissi anterior, encontramos la indomabilidad de una mujer que, a pesar de que sus acciones la acercaban a la locura en su época, nunca ha estado más lúcida.
El constante vaivén del personaje también se enmarca como reflejo de un momento de cambio social y cultural a finales del s.XIX. No es de extrañar, pues, la obsesión de Isabel por la imagen en movimiento o sus visitas a psiquiátricos para mujeres que utilizan técnicas de terapia violentas e invasivas arcaicas. Como tampoco es casualidad que la Emperatriz practique deportes como la esgrima o la montura de caballos. El rechazo (casi) repulsivo del estatismo de sus retratos describe el mundo íntimo del personaje que considera que está congelada en el tiempo en una época donde lo viejo colisiona con lo nuevo. Así, la idea que subyace en el propio título, «corsage«, se atribuye claramente al encorsetamiento que Isabel sufre y del que se debe liberar. Un uso más o menos obvio del simbolismo asociado al corsé que Kreutzer da la vuelta de manera inteligente. Mientras la Emperatriz es más impulsiva e irreverente, su corsé se aprieta cada vez más. El encorsetamiento es, pues, una forma de autoafirmación de comportamiento y de convicciones ideológicas que construyen al personaje a medida que avanza la trama.
Corsage no es un biopic clásico, de hecho, podríamos categorizarlo más como ficción que otra cosa. A pesar del exceso de metraje en el que algunas situaciones pueden caer en la reiteración, la película es un radiografía libre de un personaje histórico que, aunque no resulte antipática, tampoco busca la simpatía del espectador. Por su parte, la actriz luxemburguesa Vicky Krieps realiza un trabajo sutil y enigmático – como le caracteriza en sus papeles protagonistas de Phantom Thread (2017), Bergman Island (2021) o Serre moi Fort (2021) – en Corsage por la que ganó la semana pasada la Mejor Interpretación Femenina en los Premios del Cine Europeo. Sin duda, Corsage es una de las propuestas más interesantes del cine europeo del 2022 que consolida el «anti-biopic» como una de las fórmulas experimentales del género.
Amante del terror y de las series británicas. Ferviente seguidora de Yoko Taro. Graduada en cine y audiovisuales por la Escola Superior de Cinema i Audiovisuals de Catalunya (ESCAC-UB). Especializada en dirección artística/diseño de producción. Máster de especialización en Estudios Literarios y Culturales (Universitat de les Illes Balears). Profesora en el grado de Comunicación Audiovisual en CESAG-Universidad de Comillas. Colaboradora en el proyecto «Ludomitologías» liderado por el Tecnocampus de Mataró (UPF). Interesada en la investigación en game studies y TV studies.