De legislador canónico a icono feminista: el fiscal Rafael Barba («Law & Order:Special Victims Unit)
Los lectores de este blog saben que una de las series por las que sentimos una especial debilidad es Law & Order: Special Victims Unit. A lo largo de nuestra trayectoria han ido apareciendo posts en los que hemos planteado las razones por las que engancharnos a la pantalla y ver la franquicia en bucle tal como nos sugería Nuria Vidal Trapero o hemos dedicado escritos a las parejas de investigadores que desde 1999 nos presentan los casos a los que se enfrenta esta más que necesaria y reivindicativa unidad: Olivia Benson y Elliot Stabler, y ya más recientemente, Sonny Carisi y Amanda Rollins. Pero cualquier análisis de la serie es parcial si no tenemos en cuenta a los personajes que forman la otra parte del título de la serie, la dedicada al entramado legal. Y a eso vamos a dedicar nuestro post, porque es evidente que el trabajo de campo realizado por la unidad de víctimas especiales no tiene sentido sin su traslado al terreno judicial y a la estrecha colaboración de los representantes del «orden» con los fiscales. Muchos han sido los fiscales que han intervenido en Law & Order: SVU en sus casi veinte años de emisión, discurriendo por terrenos muy distintos y evolucionando de acuerdo con los argumentos y planteamientos de las temporadas.
Haciendo una generalización absoluta que precisaría de muchos matices, los personajes que han ocupado este cargo siguen unas líneas concretas relacionadas directamente con los distintos cambios en el casting de la serie. De este modo, los fiscales de la época formada por el tándem Benson-Stabler son mujeres cuya caracterización pivotará entre la relación previa con uno de los investigadores —habitualmente Stabler— condicionando su manera de encarar legalmente los casos presentados, y la extrema empatía con la pareja de la unidad que las llevará a una especialización en sus líneas de trabajo posteriores. Así, Jo Marlowe (Sharon Stone) va a ser una antigua compañera de Stabler que vuelve a la unidad tras estudiar leyes pero interfiriendo en las maneras de trabajar de Olivia que la ve como una rival —no quiere decir una rival sentimental— que puede llevar al fracaso de las investigaciones; y Sonya Paxton (Christina Laih) quien tuvo que dejar la fiscalía por su alcoholismo, tendrá una especial inquina hacia Elliot por haber realizado un testimonio absolutamente negativo ante sus superiores. Al contrario, Alexandra Cabot (Stephanie March) y Casey Novak (Diane Neal) van a ver cómo alguno de los casos, que no necesariamente se refieren a víctimas de violencia de género, inciden directamente en sus vidas y decisiones personales: Cabot va a ser víctima de un intento de asesinato que la conducirá al programa de testigos protegidos reapareciendo como miembro de la Corte Criminal Internacional contra la violación de los derechos humanos y como colaboradora en una ONG que finge secuestros de mujeres maltratadas para ofrecerles una identidad nueva lejos de sus maltratadores; y Novak, defensora a ultranza de la ley frente a las individualidades, va a ser apartada de la fiscalía por alterar pruebas en un caso cuya resolución era totalmente injusta.
Unas relaciones conflictivas y una simbiosis que recogerá la segunda época de la serie en la que Stabler deja la unidad y Benson se hace cargo de ella y en la que los fiscales suelen ser hombres que siguen escrupulosamente los estrictos mandatos del Fiscal General Jack McCoy (de la serie Law & Order). Unos pasarán absolutamente desapercibidos como personajes (Michael Cutter/Linus Koache y David Haden/Harry Connick Jr.), otros tendrán una vida personal complicada que interferirá en su evolución individual (Peter Stone interpretado por Phillip Winchester) y otros serán esenciales en la dramaturgia de la serie: es el caso de Rafael Barba encarnado por el actor Raúl Esparza.
De origen cubano, el fiscal Rafael Barba es trasladado de Brooklyn a Manhattan (temporada 14) y asignado a la unidad de víctimas especiales. Como en la mayoría de los casos, apenas conocemos aspectos de su vida privada aunque esta ser irá desvelando a través de episodios concretos; de este modo, sabemos de su relación conflictiva con un padre despótico y maltratador (en un esquema de espejo con Nick Amaro en «Padre Sandunguero», 16×12) y que estudió leyes gracias a una beca en un ambiente absolutamente hostil hacia los hispanos («October Surprise»,15×6) con los que no comparte su visión patriarcal y su estructuración en clanes. Este carácter huraño, junto a su planteamiento legal canónico y estricto que trata por igual a víctimas y agresores con tal de llegar a algún tipo de resolución, hace que su llegada no sea del agrado de la SVU quien ve en Barba una insensibilidad ante los casos que se plantean en cada uno de los episodios. Una insensibilidad que se transformará radicalmente gracias a su relación e interminables conversaciones con Olivia Benson así como a la inestimable complicidad de Amanda Rollins y Sonny Carisi.
Y es que tal como hemos comentado anteriormente, no podemos desligar el personaje de Barba del cambio dramatúrgico que supuso la salida de la serie del personaje de Elliot Stabler. De este modo, Law & Order: Special Victim Units va a evolucionar argumentalmente desde los casos relacionados de manera casi exclusiva con agresiones sexuales hasta la multiplicidad de variantes de las mismas: desde la violencia física a la violencia simbólica y sus distintas perspectivas sociales. El paso del concepto de «víctima» a «superviviente» en las temporadas más recientes no es casual y este va a ser el punto esencial de la construcción del personaje de Rafael Barba. Tal como confesará él mismo a Benson en el episodio en el que dice adiós a la serie («The Undiscovered Country», 19×13), a su llegada a la unidad para él las cosas eran o blancas o negras; un maniqueísmo que se verá gradualmente matizado por los casos en los que se ha visto envuelto sumergiéndole en las zonas grises de la sociedad y del sistema hasta llegar a apreciar «distintos colores». Un cambio que conducirá al fiscal a buscar todos los subterfugios de la ley para enfrentar los casos que nunca dará por perdidos en una reflexión ciertamente crítica hacia la falta de con(s)ciencia del sistema legal y su, a veces, insensibilidad hacia la parte más humana de los casos juzgados. Porque los casos a los que ha tenido que hacer frente Rafael Barba ni son fáciles ni están exentos de polémica. En definitiva, el personaje cumple a la perfección la idea primigenia de Dick Wolf de establecer una dialéctica con la sociedad.
Porque los casos de Rafael Barba son complejos. Unos pocos ejemplos bastarán: «Military Justice» (15×08) escenificará el pacto de silencio y corporativismo del ejército frente a una violación masiva a una compañera de armas; «Conversion» (18×19) llevará al fiscal a cuestionar la validez de la primera enmienda constitucional frente a una violación a una joven llevada a cabo por sus compañeros de grupo religioso; y «Unholiest Alliance» (17×15) enfrentará a Barba ante agresiones sexuales y trata de blancas llevadas a cabo de manera organizada por las altas jerarquías eclesiásticas. Sin embargo, tres son los episodios esenciales para la comprensión del arco de este personaje. El primero de ellos, «Contrapasso» (19×03) desarrollará la castración de un hombre a manos de tres mujeres a las que había violado en su adolescencia como abuso de poder-seducción en un campamento escolar; el segundo «Flight Right» (19×11) presentará el caso de una azafata sistemáticamente violada por el comandante de la tripulación ante el silencio de la empresa aérea; el tercero, «The Undiscovered Country» (19×13) alejará a Barba de la fiscalía por haber dado la orden de desconexión a un niño en la aplicación del derecho a morir dignamente reclamado por sus padres. En estos tres casos los alegatos del fiscal Barba son demoledores: lo justo no necesariamente es un castigo aplicado de acuerdo con las normas, la violencia hacia las mujeres no solo es física sino sistémica y punible en ambos casos —un caso que lo convirtió en icono feminista— y, finalmente, la legislación no debe estar mediatizada por una ideología que no tiene en cuenta la dignidad individual en el sentido más amplio del término. Toda una declaración de principios que han hecho suyos buena parte de los actores de la serie, fuertemente comprometidos con todos y cada uno de los temas que desarrolla Law & Order, SVU y que tiene en Mariska Hargitay a su principal valedora. Por eso no nos extraña la frase de Barba: «I’m you now, Liv».
Desde que Raúl Esparza anunciara su retirada de la serie, muchos pensamos en que la desaparición de un personaje tan potente sería difícilmente sustituible. También sucedió con otra fiscal longeva de Law & Order, SVU, Casey Novak. Lo cierto es que se le echa de menos, pero también es cierto que los guionistas y productores han sido lo suficientemente hábiles para suplir esta ausencia con la incorporación de Peter Stone, un fiscal con una vida personal extremadamente traumática con el que resulta fácil empatizar y que dota a esta figura de una dimensión no tratada hasta el momento. No esperábamos menos, porque por algo Law & Order, SVU es una de las series con más recorrido de la televisión contemporánea.
Doctora en Filología Hispánica por la Universitat de les Illes Balears. Ha sido investigadora principal del grupo RIRCA y ha dirigido tres proyectos de investigación nacionales competitivos financiados por el gobierno español. Actualmente forma parte del proyecto «Ludomitologías» liderado por el Tecnocampus de Mataró (UPF). Trabaja en ficción audiovisual en plataformas diversas, especialmente en temas de arquitecturas narrativas. Tiene una especial debilidad por el posthumanismo y ha publicado distintos trabajos en revistas indizadas y editoriales de prestigio internacional.