Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

«El instante más oscuro» de Joe Wright (2018) y el biopic contemporáneo

Hace apenas una semana que se estrenaba El instante más oscuro, la nueva película de Joe Wright que venía acompañada por una propaganda mediática centrada en el cambio físico espectacular y la interpretación más que sublime de un Gary Oldman literalmente engullido por el personaje que representa, el del primer ministro británico Winston Churchill. A esta propaganda le acompañaba en el momento de su estreno, un Globo de Oro a la mejor interpretación masculina, cosa de la que nos alegramos muchísimo.

Sin embargo, tras este reconocimiento a Oldman, hay un inmenso trabajo artístico encabezado por su director Joe Wright (uno de nuestros favoritos, debemos reconocerlo) este londinense nacido en 1972 y estudiante de teatro durante más de una década y cuya pasión, aparte del cine, son las Bellas Artes. Dos aspectos que se notan, y mucho, en una filmografía iniciada «oficialmente» en 2005 con Orgullo y prejuicio seguida de Expiación (2007), El Solista (2009), Hanna (2011), Anna Karenina (2012), Pan (2015) y el capítulo «Nosedive» de la serie Black Mirror (2016). En todas ellas e independientemente de que sean adaptaciones de textos previos o textos originales encontramos las características esenciales de Wright: el cuidadoso retrato de la interioridad de los personajes, por una parte; y la extremada concisión en todos y cada uno de los elementos que conforman la puesta en escena, por otra parte. Y por encima de todas, la plasmación de la teatralidad en su estado más puro porque es igual si el argumento transcurre en las gélidas planicies de Finlandia donde viven un ex-agente de la CIA y su hija-soldado, transcurre en una Inglaterra decadente en guerra, en un orfanato a caballo entre los escenarios maravillosos y los bajos fondos dickensianos o en un espacio escénico polivalente transformado en una estación de tren, un palacio señorial o una bulliciosa oficina llena de funcionarios públicos.

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Winston Churchill en una sesión del parlamento

Y es que esta teatralidad estará presente desde la primera escena de El Instante más oscuro en la que desde un plano cenital, Wright nos introducirá en la historia en la que se nos narrará a modo de crónica —no exenta de reminiscencias brechtianas— el nombramiento de Winston Churchill como primer ministro en una Inglaterra amenazada por la invasión de las tropas alemanas en plena II Guerra Mundial. Este argumento, indiscutiblemente épico, servirá a Wright para plasmar un momento de la historia británica marcada por las luchas por el poder, la confrontación ideológica y personal respecto a posicionamientos bélicos, la discusión acerca de la utilidad y/o la convenciencia de ascenso de determinadas personalidades como hombres de paja o chivos expiatorios de decisiones políticas y, finalmente, el distanciamiento entre la clase dirigente y la opinión ciudadana. Cuestiones todas ellas intemporales que Wright diseñará concienzudamente y que presentará a través del personaje de Churchill quien será el protagonista del argumento aunque el punto de vista sea el del director quien presentará a través de la cinematografía y del diseño espacial los distintos estados emocionales del personaje frente a la Historia con mayúsculas.

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La escena de Winston Churchill en su primer viaje en metro

Una característica que compartirán los biopics contemporáneos muy cercanos a los esquemas del docudrama y especialmente dos de ellos que forman parte involuntaria del contenido de El instante más oscuro pero que ayudan al espectador a crear redes intertextuales más que interesantes: El discurso del rey  (Tom Hooper, 2010) gracias a la cual las audiencias reconocen a Bertie quien aparece como valedor final de Churchill en el film , y Dunkerque (Christopher Nolan, 2017), el episodio bélico que será esbozado como parte de  la historia de Wright. Un modelo de biopic contemporáneo que tiene en la ficción televisiva The Crown a uno de sus más interesantes exponentes.

Sin embargo, y a pesar del argumento al que hemos calificado como de «épico», Joe Wright nos ofrecerá el proceso de toma de decisiones de un Winston Churchill un tanto cascarrabias, casi defenestrado por sus colegas del partido y eminentemente solo. Un personaje que apenas tendrá interacciones evidentes y/o emocionales con el resto de personajes de la historia pero que serán esenciales en su devenir: su esposa Clemmie (Kristin Scott Thomas) y su secretaria  Elizabeth Layton (Lily James). Un personaje y, por extensión, un momento de la Historia que se desarrollará en un entorno laberíntico, subterráneo y oscuro buscando la salida de un complicado túnel de cuyas consecuencias será responsable. Y aquí es donde resultarán esenciales la dirección de fotografía realizada por Bruno Delbonnel y de arte planteado por Sarah Greenwood, colaboradora habitual de Wright. Tanto uno como la otra pondrán su trabajo al servicio del diseño del personaje; y los dos ofrecerán el punto exacto de sordidez necesario para comprender la importancia que tuvo para el devenir histórico el argumento que se nos cuenta.

Winston Churchill con su esposa Clemmie

Por todo ello resulta injusto señalar únicamente la soberbia y sobria interpretación de Gary Oldman como valor esencial de la propuesta de Wright. El instante más oscuro es un inmenso trabajo coral donde nada falta ni nada sobra porque su diseño es milimétrico. Un trabajo fascinante con el que el espectador empatiza desde el primer momento por la cercanía de sus conceptos, por su contemporaneidad. Wright y su equipo nos ofrecen un auténtico regalo visual y también nos proponen un ejercicio intelectual y eminentemente crítico que no pasa desapercibido, o al menos, no debería pasar desapercibido para el espectador.

 

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