Representación, Ideología y Recepción en la Cultura Audiovisual

Una mujer en un oficio de hombres: el cine de Kathryn Bigelow

Como ya lo haría en post pasados, en los que hablé y recomendé las filmografías de dos autores como Drake Doremus y Judd Apatow, hoy en esta «especie de sección» de «Nombres Propios del Cine», voy a analizar el trabajo de una mujer a la que admiro profundamente y que es un figura muy especial para aquellas mujeres que queremos dedicarnos al mundo del cine: Kathryn Bigelow.

A diferencia de otras directoras y guionistas con cierto renombre en Hollywood – como Nancy Meyers (The Holiday, It’s Complicated, What Women Want), Nora Ephron (When Harry Met Sally, Sleeples in Seattle, You’ve Got Mail) o Penny Marshall (Big, A League of Their Own, Riding in Cars with Boys), para poner algunos ejemplos, y muy buenas en su trabajo – que han llevado sus films a la gran pantalla con comedias románticas, historias de amor y sufrimiento y, en general, temáticas más enfocadas a un público femenino (para que nos vamos a engañar), la carrera de Kathryn Bigelow ha ido a contra corriente de todo eso. Con unos intereses temáticos y estilísticos completamente alejados del tipo de cine que es espera de una mujer, Bigelow está considerada como una de las mejores cineastas del cine de acción actual.

En sus primeros films nos podemos encontrar desde una violenta historia de motoristas y pandilleros en los años 50 liderados por un jovencísimo Willem Dafoe (The Loveless, 1981), pasando por un thriller policíaco protagonizado por Jamie Lee Curtis (Blue Steel, 1989), hasta ver a Chistian Slater convertido en un vampiro zombificado en Near Dark en 1987 (traducido como Los Viajeros de la Noche en España, que, de las tres, es la que obtuvo más éxito)

Pero fue a partir de la década de los 90 cuando empezó a consolidarse dentro de la industria con films como Point Break (1991) y Strange Days (1995) – Le Llaman Bodhi Días Extraños, respectivamente, en España) Bigelow consiguió conquistar a fanáticos del género de acción y entendidos cinematográficos con la historia de un agente del FBI infiltrado en un ambiente surfero para destapar a una banda de atracadores de bancos que utilizan como sello de identidad caretas de presidentes de los Estados Unidos, film protagonizado por dos jovencísimos Keanu Reeves y Patrick Swayze.

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Strange Days, protagonizado por Ralph Fiennes, Angela Bassett y Juliette Lewis.

Entonces, llegamos a la quinta cinta de su filmografía, Strange Days – tengo que admitir que es una de mis películas fetiche por distintas razones. El film supone la primera colaboración profesional entre Bigelow y James Cameron – entonces, su pareja sentimental  – quién es el productor y también guionista. Nos encontramos frente a un producto híbrido en el que tenemos: por una parte, un thriller policíaco donde se nos presenta una sociedad dividida y pone en evidencia fallos del sistema, como la corrupción policial o el racismo; y, por otra, tenemos un film de ciencia ficción como eje central la posibilidad de consumir  realidades virtuales y el contrabando de recuerdos y las paranoias apocalípticas del cambio de milenio.

A pesar de que Cameron construye un thriller de ciencia ficción con una narrativa interna potente, hay que confesar que, el film no sería nada sin la impecable dirección de Bigelow. Empezando por esa trepidante secuencia de apertura que muestra la auténtica «atracción de feria» visual que va a seguir el film; pasando por la perfecta presentación y descripción de una sociedad futura caótica y corrompida por el sistema – al más puro estilo estético de Blade Runner; y culminando con la tensión y la locura de la secuencia final, que consigue sumir al espectador en la angustia de los protagonistas, hacen que el film cobre personalidad propia gracias al trabajo de Bigelow. Una pequeña joya del género que vale la pena revisitar.

Aunque Bigelow ya había alcanzado la fama como realizadora de películas de acción, su madurez creativa culminará con su octavo film, The Hurt Locker (En Tierra Hostil en su traducción al castellano) Clasificada como una película bélica, The Hurt Locker nos habla sobre el día a día de unos artilleros de las fuerzas especiales del ejército de los Estados Unidos destinados en Irak. Sin embargo, a pesar de la enorme bomba de relojería – y nunca mejor dicho – que Bigelow tenía entre las manos, la película no toma partido por ninguna ideología concreta sobre la Guerra de Irak o sobre los conflictos bélicos de la zona; sino que aprovecha para mostrarnos un retrato íntimo de estos profesionales y las consecuencias de vivir su vida bajo adrenalina pura o, lo que podríamos llamar, una especie de «adicción a la guerra«.

Kathyrn Bigelow consiguió formar parte de la historia del cine, cuando, en una especie de «duelo del oeste» – o es así como los medios lo plantearon desde el principio – con su ex-pareja, el director James Cameron, nominado por el film Avatar, se alzó con el Premio Oscar a la Mejor Dirección por este misma película The Hurt Locker en 2010, convirtiéndose así en la primera mujer y, única hasta el momento, en lograr el galardón.

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The Hurt Locker, ganó 6 Premios Oscar en 2010 – Mejor Película, Dirección, Guión Original, Montaje, Sonido Directo y Mezcla de Sonido.

Sin embargo, aunque The Hurt Locker es, sin duda, el film que mayor éxito ha aportado a la realizadora, su mejor film hasta la fecha – en mi opinión – es Zero Dark Thirty (La Noche Más Oscura en España). Un film rodeado de controversia desde el principio de su preproducción, cuenta, a grandes rasgos, la búsqueda y  captura de Osama Bin Laden durante los 12 años que duró la investigación de los servicios de inteligencia del gobierno estadounidense.

La cinta – bastante ninguneada en la edición de los Oscar de 2012 – fue objeto de controversia debido a varios temas que aparecen en el film y que dañaron la «sensibilidad» de algunos cargos del gobierno estadounidense – ya sabemos que ellos son muy sensibles a según que cosas… – refiriéndose a la «poca precisión» de la secuencia de la caza a Bin Laden y, sobretodo, a las escenas de tortura.

Pero, Zero Dark Thirty no es un alabanza al espíritu norteamericano. No es solo una película de acción. Es mucho más. Zero Dark Thirty nos habla principalmente de la Agente Maya, una mujer obsesionada con su trabajo y el desgaste emocional y físico que supone su misión – impecablemente interpretado por una más que soberbia Jessica Chastain, en uno de sus mejores papeles hasta la fecha – y, sobretodo, un claro reflejo de una mujer anclada en un mundo de hombres y su lucha por ser respetada en su entorno profesional. Zero Dark Thirty es una mujer llorando en un avión de camino a casa que acabará representando, en el magnífico último plano del film, a unos Estados Unidos sin rumbo ni objetivo preguntándose: ¿Y ahora qué?

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Fotograma de Zero Dark Thirty donde se muestras las verdaderas intenciones del film.

Porque, al fin y al cabo, los protagonistas de sus cintas no son héroes de acción. Al contrario, se configuran como unos personajes antiheróicos, marginales e incomprendidos. Unos personajes «adictos» consumidos por sus obsesiones, paranoias y, sobretodo, por sus microcosmos personales.

Con un estilo cinematográfico poderoso y frenético, Bigelow comprende perfectamente qué ritmo es necesario para cada una de sus películas y, por descontado, también los recursos que debe utilizar en cada escena. La estética de su filmografía es un conjunto de auténticas virguerías visuales, y no solo me refiero al uso de cámara en mano tan bestia que utiliza en The Hurt Locker, sino véase también la puesta en escena y la cámara subjetiva que usa en las secuencias virtuales de Strange Days – que, la verdad, dejan a uno boquiabierto. Todo ello mezclado con un ritmo trepidante y una utilización de unos recursos sonoros de manera casi expresiva, que hace que vivas la acción a cada segundo.

Como dijo Chastain al recoger el Globo de Oro a la Mejor Interpretación Femenina por su rol en Zero Dark Thirty, es inevitable ver a Kathyrn Bigelow reflejada en Maya: una mujer luchadora que ha tenido que abrirse paso dentro de un mundo patriarcal, sexista y, en definitiva, el «boys club» que sigue siendo la industria de Hollywood.

Kathyrn Bigelow dijo una vez: <<No puedo cambiar mi género, y me niego a dejar de hacer películas>> Porque, no hay que olvidar que, por cada cien Martin Scorsese que nos encontramos, también tenemos a una Sofia Coppola, Mira Nair, Andrea Arnold, Icíar Bollaín, Jodie Foster, Isabel Coixet, Angelina Jolie, Ava DuVernay y, por supuesto, a una Kathyrn Bigelow. Ya les gustaría a muchos directores hacer las «barbaridades» que hace esta mujer detrás de las cámaras. Ya les gustaría…

 

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