Las posibilidades de un edificio: «En lo alto» (Hong Sang-Soo, 2022)
Uno siempre llega tarde a la última película de Hong Sang-Soo. En el momento en el que se estrena un largometraje suyo en España, el realizador ya lleva al menos dos películas más hechas y presentadas en festivales de cine por todo el mundo. Es ya sabida la facilidad del director coreano para realizar películas gracias a su inusual y, por qué no decirlo, combativa forma de aproximarse a la creación cinematográfica: él mismo se encarga de casi todos los aspectos y departamentos del entramado industrial que conforma la creación de una película. Hong es el director, el guionista, el director de fotografía, el sonidista, el montador e incluso el compositor de sus películas. Pero el hecho de que produzca con ligereza tantas películas al año para que podamos afirmar que siempre llegamos tarde a su última obra no debe entenderse como un hecho frustrante, sino como un motivo por el que relajarse al saber que siempre vendrán nuevas películas de este director que, pese a ser criticado como repetitivo y aburrido, siempre tiene algo nuevo que contarnos.
A la espera de que lleguen a nuestras salas In water (estrenada en el Festival de Berlín en 2023) y In our days (película de clausura de la Quinzaine des cinéastes del Festival de Cannes de 2023), podemos disfrutar en nuestras salas de cine de En lo alto, presentada en 2022 en la Sección Oficial del Festival internacional de cine de San Sebastián.
La película trata de un reconocido director de cine, Byung-Soo, que, junto a su hija Jeong-su, visita el estudio de una afamada diseñadora de interiores. Ella, Ms. Kim, es la dueña de todo un edificio donde además de tener su hogar y su taller, alquila diferentes habitaciones y plantas para diferentes negocios. La regla del edificio es que todos compartan la misma contraseña y que así se conforme una convivencia transparente y de plena confianza. La visita del director se debe a que su hija desea dedicarse al diseño de interiores y anhela aprender todo de Ms. Kim. Byung-soo aprovecha su gran amistad con la diseñadora para presentarle a su hija, pero el destino de los personajes no está tan claro como ellos mismos creen.
Hong Sang-soo demuestra una vez más en esta película su virtuosismo con el uso de la elipsis para generar vacíos temporales que retan al espectador a dar sentido a aquello que no ve. Quien ha seguido la carrera del director coreano sabe que su cine es puramente catalítico, pues no muestra aquello que promete más «acción» o «interés», sino que aborda aquellas conversaciones y situaciones previas y/o posteriores a esas escenas en las que se centraría de lleno una aproximación institucional del cine y que eludiría todo aquello que Hong sí muestra. En En lo alto la elipsis plantea al espectador el sentido de lo que está viendo. La temporalidad de la película se estructura en distintas partes que van sucediendo, que tienen como espacio en común el edificio de Ms. Kim y que, resumidamente, tratan de lo siguiente: en la primera escena (entendiendo el término escena como un conjunto de secuencias) aparecen el director y su hija conociendo a la diseñadora; en la siguiente, el director regresa al edificio para reunirse con Ms. Kim y una chef que trabaja en el edificio, gran admiradora del cine de Byung-Soo; la tercera parte nos muestra al director y a la chef viviendo juntos en una habitación del edificio de Ms. Kim como pareja; y, por último, la última escena nos muestra a Byung-Soo viviendo en el ático del edificio junto a una agente inmobiliaria mientras se recupera de una enfermedad y plantea volver a rodar una película.
Parece que las escenas se desencadenan en un orden lógico, pero algunos detalles nos hacen pensar que estamos presenciando cuatro realidades diferentes que suceden en el mismo edificio. Y es que en cada una de ellas los personajes parecen tener posturas diferentes sobre la vida además de relacionarse de forma diferente con sus compañeros de piso. En la primera parte, Byung-Soo conduce un antiguo Mini que cuida, en palabras de su hija, más que ninguna otra cosa. En la segunda va hasta el edificio en metro, un transporte que afirma, el director, que prefiere. En la tercera, el director, retirado de la industria, no come carne y parece no tener en estima a Ms. Kim. Por el contrario, en la cuarta, Byung-Soo come carne para fortalecerse de una periodo de convalecencia mientras prepara una nueva película. Hong Sang-Soo parece que nos presenta cuatro personajes totalmente diferentes aunque con preocupaciones y relaciones comunes.
Asimismo, el director coreano deja al espectador la elección de darle sentido a lo que ha visto. Parecen cuatro personajes distintos, pero perfectamente podríamos afirmar que se trata de una misma realidad fragmentada en episodios donde se muestra cómo los seres humanos, indudablemente, evolucionamos y cambiamos hasta parecer nuevas personas mientras que otras cosas, el edificio donde viven, continúan intactas, al menos en la apariencia.
Hong Sang-Soo nos plantea una suerte de fábula sobre el destino, el azar y el cambio en el ser humano con un final evocativo con una última elipsis en la que nos reconduce al camino perdido. Igual que un personaje cree -y desea creer- en el relato de Byung-Soo sobre cómo se le apareció Dios con un mensaje sobre su carrera artística, Hong Sang-Soo invita al espectador a creer en lo que no ve, en lo que se le escapa y en la verdad que debe reconstruir por sí solo.
Graduado en Comunicación Audiovisual en el Centro de Enseñanza Superior Alberta Giménez (Universidad de Comillas). Apasionado por el cine, las series de televisión, los cómics y toda forma de arte secuencial. Interesado en toda obra filosófica, transgresora e innovadora.
