Obsesión, pasado y ofrendas: «L’Ofrena» (Ventura Durall, 2020)
L’Ofrena (La ofrenda), el regreso de Ventura Durall a la ficción, nos embarca en una tragedia en la que se respira una atmósfera de sex-thriller protagonizada por diferentes personajes marcados por sus pasados traumáticos que a día de hoy no han podido superar.
El film comienza cuando un misterioso hombre se presenta en la casa de una joven webcamer llamada Rita. Él le da una caja con un pendrive que contiene un video del padre de la chica pidiéndole perdón y asegurándole que pese a todo lo que ocurrió en sus vidas, siempre la quiso. Ante tal confesión inesperada, la chica sufre un episodio psicótico e intenta suicidarse sin éxito, pues el hombre lo impide. Tras lo ocurrido, comienzan a tener una relación. Años después, Rita acude a la consulta de una psicóloga. Le cuenta que lleva varios años casada, pero que su pareja está obsesionada con una mujer a la que sigue y fotografía sin que ella se entere. Esa mujer es la misma psicóloga.
Desde ese momento la película nos sitúa en el punto de vista de ella, Violeta, una mujer que vive felizmente casada y con hijos. No obstante desde la visita de Rita comienza a recordar vivamente su juventud, concretamente en el verano que pasó con su familia en un camping. A partir de aquí, la película comienza a ahondar en el pasado y los traumas de los personajes.
Vamos conociéndolos progresivamente, viendo cómo Violeta se vuelve a reunir con ese misterioso hombre que, a raíz de flashbacks que se van sucediendo continuamente, llegamos a saber que fue un antiguo amante de la joven. Y no solo eso, sino que ambos se fugaron juntos para empezar una vida alejados de sus padres y demás conocidos. El misterioso hombre, Jan, vuelve para recuperar aquello que él y Violeta quisieron conseguir, pero que no lograron.
Ventura Durall, Clara Roquet, Sandra Beltran y Guillem Sala construyen unos personajes cuyas vidas se tambalean por las grietas de ese pasado que aún no han conseguido olvidar. Pese a que ya no son lo que eran antes, Jan y Violeta siguen arrastrando el peso de una vida no deseada. Jan ha conseguido el éxito con Ulises, la empresa que ha creado destinada a procurar cumplir la última voluntad de gente que está a punto de fallecer y que desea mandar un último mensaje a la gente con la que desea disculparse, pero que no tienen la suficiente valentía para hacerlo en persona.
Paradójicamente, el mismo Jan sería el cliente idóneo para su propia empresa, pues no tiene coraje suficiente para contactar con Violeta por su propia cuenta, haciendo uso de Rita y de su enfermiza obsesión, para volver a ver a su antigua amada. Ella ha rehecho su vida, pero bajo su aparente felicidad se oculta una mujer que necesita medicarse diariamente para superar el trauma que le causó Jan en el pasado: la dejó abandonada estando embarazada.
La historia te atrapa a través de la intriga y el tono que se genera. Los pocos actores que aparecen -Alex Brendemühl (Jan), Verónica Echegui (Rita), Anna Alarcón (Violeta) y Pablo Molinero (Nico, el marido de Violeta)- realizan unas grandes interpretaciones y consiguen transmitir esa desolación y esa culpa que les rodea y las impide ser felices. Aunque sí es verdad que la cinta cautiva a través del tono, los actores y la historia que presenta, en ciertos momentos puede resultar un tanto confusa y llena de preguntas sin resolver. La intensidad de la película y su misterio decae en ocasiones en las que el ritmo y la tensión se desinfla. Los flashbacks rodados a modo de drama juvenil contrastan y rompen el misterio y la tensión del presente. Quizás más sutilidad hubiese ayudado a que la obra no decayese por ese lado.
Pese a todo, L’ofrena es una obra que vale la pena ver sobre todo por sus actores. Alex Brendemühl y Anna Alarcón son un tándem de calidad excepcional que no deja indiferente. Son, sin duda, dos de los intérpretes más interesantes en el panorama del cine de autor español en el que destacan por cintas como Petra (Jaime Rosales, 2018) en el caso de Brendemühl o A este lado del mundo (David Trueba, 2020) en el caso de Alarcón.
Graduado en Comunicación Audiovisual en el Centro de Enseñanza Superior Alberta Giménez (Universidad de Comillas). Apasionado por el cine, las series de televisión, los cómics y toda forma de arte secuencial. Interesado en toda obra filosófica, transgresora e innovadora.