Retrospectiva Doctor Who (V): la era Chris Chibnall con Jodie Whittaker (T11-T13, 2018-2022)
Doctor Who se encontraba de capa caída. Si, en 2010, la despedida de Russel T Davies y David Tennant había cosechado una audiencia inglesa de más de diez millones de teleespectadores, los últimos episodios de Steven Moffat y Peter Capaldi apenas habían alcanzado la mitad, con el último especial («Twice Upon a Time») como única excepción. 2017 había terminado de enterrar una serie en progresiva caída de audiencia. La solución: un cambio de showrunner, un nuevo lavado de cara nacido de una fatiga tanto creativa como espectadora, esta última una diferencia vital con respecto a la anterior renovación en la quinta temporada. No se trataba de estar a la altura del director creativo previo, sino de recuperar la fe del público.
Desde los inicios, el cambio fue desaprobado por el fandom. En el anterior relevo, el mando había recaído en el responsable de, prácticamente, los mejores episodios de la serie. Steven Moffat había demostrado sobradamente sus habilidades como guionista. Sin embargo, el nuevo showrunner no eran ni Sarah Dollard ni Peter Harness, mucho menos un veterano Toby Whithouse o Gareth Roberts. El testigo había caído en manos de uno de los guionistas menos destacables de la serie: Chris Chibnall. Responsable de unos olvidables «42» (T3, E7) y «The Hungry Earth» / «Cold Blood» (T5, E8-9), el infame «Dinosaurs on a Spaceship» (T7, E2) y el apenas pasable «The Power of Three» (T7, E4), el guionista no parecía haber mejorado su escritura en la serie desde su primera incursión. Sin embargo, todavía existía una esperanza: en los cinco años entre «The Power of Three» y el primer episodio de la undécima temporada, el propio Chibnall había sido responsable del exitoso drama criminal Broadchurch (BBC, 2013-2017), indudablemente mejor escrito que sus episodios de Doctor Who. Los cinco años de madurez como guionista y showrunner daban al autor una posibilidad de mejora.
Pero los problemas estaban servidos desde el principio: el cambio de Moffat a Chibnall fue súbito. Un showrunner distinto, guionistas y directores completamente nuevos, un equipo de efectos especiales renovado e incluso, por primera vez, la sustitución del mítico compositor Murray Gold por el mucho más desconocido Segun Akinola. La suave pero marcada transición de Russel T Davies hacia Moffat contrasta con esta reestructuración casi desde cero. Incluso en el Doctor se produjo un cambio notable: a pesar de tratarse de un papel siempre interpretado por hombres blancos, Chibnall tomó la decisión de adaptarse a los nuevos tiempos y hacer del Doctor una Doctora. Jodie Whittaker asumiría este rol con una energía desbordante, reminiscente del Doctor de Matt Smith antes que de Peter Capaldi. La elección de Whittaker, si bien criticada por la siempre vocal ultraderecha, resultó ser la más acertada de todas las decisiones del nuevo mando. La actriz tenía dinamismo, expresividad y un rango emocional amplio, todas características esenciales para un buen Doctor. Cuando la Decimotercera recibía buenas líneas, Whittaker las hacía suyas.
De las tres temporadas que compusieron la era Chibnall, la Doctora se encontraría acompañada en las primeras dos por el empleado de almacenes Ryan Sinclair (Tosin Cole), el ya retirado Graham O’Brien (Bradley Walsh) y la policía Yasmin Khan (Mandip Gil), y en la tercera por el voluntario del banco de alimentos Dan Lewis (John Bishop) y la propia Yasmin. Una vez más, Chibnall dio lugar a la inclusión: Ryan como joven afroamericano con dispraxia (un trastorno psicomotriz), Yaz como musulmana practicante de ascendencia pakistaní. La relación entre Graham y Ryan sería de parentesco político interracial. Dan, por su parte, tendría un romance con una compañera de trabajo sin antebrazo derecho. Todos estos hechos serían tratados con absoluta naturalidad y solo son foco de la narrativa si esta gira alrededor de conceptos como la negritud o la pertenencia cultural.
Tanto la Doctora como sus 4 acompañantes son presa de un mismo mal que perdura las tres temporadas de esta era: la escritura. Como showrunner y guionista principal de la serie, Chibnall parece no comprender ni al personaje del Doctor ni sus complejas dinámicas con acompañantes. La Decimotercera es egoísta, guarda información vital a sus compañeros de viaje y pone en peligro a toda la tripulación de la TARDIS, rasgos jamás asociables al Doctor sin una motivación previa. El Duodécimo, sin ir más lejos, cometería los mismos errores que la Decimotercera porque formaba parte de su arco de personaje. Una y otra vez era confrontado con la pérdida de acompañantes o críticas directas que llevaban a una introspección y, hacia el final, un refinamiento personal exento de rasgos nocivos. La Doctora, en cambio, no aprende ninguna lección y termina, prácticamente, donde empezaba. Chibnall no respeta la única regla común a todos los Doctores: que son facetas de una misma persona. Buena, justa, amable, doliente en su inmortalidad y demasiado sabia para el bien de quienes lo acompañan. Su código moral se deriva del deseo de igualdad, de justicia en un mundo cruel y de amabilidad altruista. La Doctora, inexplicablemente, aumenta la desigualdad, alimenta la crueldad del mundo y es egoísta mientras el guion parece querer decir lo contrario. En la temporada 10, Capaldi critica la injusticia del capitalismo en varias ocasiones y expone la absurdez de la superioridad racial. En las siguientes, Whittaker apoya la colonización de una luna, se muestra entusiasmada con el equivalente a Amazon de Doctor Who (la compañía Kerblam!), defiende el asesinato de una mujer inocente (T11, E7), asfixia hasta la muerte a decenas de animales (T11, E4), aprueba la cadena perpetua de un villano en lugar de un asesinato inmediato (T11, E10) y condena a un nuevo The Master a ser castigado por su etnia (T12, E2), además de delegar el genocidio de una raza a otra persona para no lidiar con la decisión (T12, E10). Incluso la política de no usar armas para herir a otras personas se trastoca en dos opiniones completamente opuestas, hipócritas: criticar a Ryan por usarlas contra seres peligrosos no orgánicos (T11, E2) y emplearlas ella misma para una batalla posterior (T11, E10).
Chibnall escribe Doctor Who sin ápice de sutileza. Muchos episodios cierran con un discurso moralista de la Doctora acerca de nuestro presente. Sea el desconocimiento popular de Tesla, las consecuencias del cambio climático o el uso indebido de la tecnología, el discurso explicita siempre una postura forzada sobre el espectador.
Desgraciadamente, la era Chibnall es también incoherente. Ni siquiera cuando el villano es eminentemente malo resulta condenado: el trasunto de Donald Trump que aparece en el episodio «Arachnids in the UK» (T11, E4) termina convertido en héroe del pueblo en el episodio «Revolution of the Daleks» (T12, Especial) a pesar de existir otras opciones moralmente más adecuadas. La dispraxia de Ryan no solo no impide ninguna acción psicomotriz al personaje; es inexistente cuando carga armado contra varios soldados a los que acierta en la cabeza con la excusa de «jugar mucho Call of Duty» (T11, E2). The Master vuelve sin explicación (T12, E1), muere en una explosión (T12, E10) y vuelve sin justificación argumental (T13, Especial 3). Yaz es una policía que quiere «ser más» (T11, E1) y cuando tiene la oportunidad de proteger a una niña, se delega la tarea en el mucho menos competente Ryan (T11, E9). Estas incoherencias, muchas veces por conveniencia del guion, pueblan especialmente las dos primeras temporadas de la era Chibnall, hasta el punto de que es posible detectar cada pocos segundos un error de personaje, de argumento o de tema en prácticamente cada episodio; así lo ha hecho el youtuber Jay Exci en, quizás, el más lúcido análisis de las temporadas 11 y 12 de Doctor Who.
Los guiones de Chibnall y su equipo sufren también de un marcado gusto por la acción desenfrenada. En el behind the scenes del episodio 7 de la tercera temporada, «42», el guionista Chibnall admite que «Doctor Who funciona mejor cuando debe apagar varios incendios simultáneamente, corriendo de un lugar al siguiente, siempre lidiando con problemas, siempre bajo presión». A pesar de los diez años de diferencia, Chibnall parece sostener la misma creencia sin comprender que Doctor Who siempre tiene lugar para el descanso y el trabajo de personajes. Incluso en escenas de acción, el Doctor aprende, enseña o profundiza en sus dinámicas con acompañantes. En esta era, en cambio, la serie distingue entre escenas de acción y escenas de personaje, generalmente interrumpidas por las primeras. Personajes y trama funcionan de manera divisible, una ruptura fundamental de las bases del guion. Si a este hecho se suman tramas abotargadas y cargadas de pseudociencia, el resultado es una versión hiperactiva de Doctor Who de la que cuesta seguir el hilo argumental en muchos episodios.
Los problemas de esta era no terminan en el guion. La BBC publicitó sin pompa ni circunstancia esta nueva iteración de Doctor Who durante las temporadas 12 y 13. Especialmente flagrante fue el caso de esta última, casi exenta de tráilers y márketing. Un mes antes de su estreno, la audiencia no sabía ni cuándo se estrenaba ni qué argumento o seres iba a haber en sus episodios. A pesar de este hecho y la pandemia del COVID-19, Chibnall mantuvo un flujo de episodios constante desde el principio. Con una reducción de 12 a 10 episodios por el elevado coste del nuevo apartado técnico (pero ahora con una duración de 50 a 60 minutos por episodio), Doctor Who recibió cada año nuevas historias. Solo 2019 tuvo, apenas, un episodio especial.
El cambio más notorio en la serialización fue la ausencia de una trama principal (más allá de la vaga existencia de la especie Stenza) en la temporada 11, exenta de seriales, compuesta de aventuras episódicas y con un capítulo final especialmente terrible. La temporada 12, en cambio, condujo un hilo argumental a lo largo de muchos episodios en relación a los orígenes de la Doctora, la existencia del misterioso «Timeless Child» y un renovado The Master, interpretado por Sacha Dhawan en un desafortunado caso similar al de Andrew Scott como Moriarty en la Sherlock de la BBC (2010-2017): un buen actor eclipsado por un personaje histriónico y mal escrito. En esta temporada, dos seriales marcaron su inicio y final, con más tiempo para dedicarse a una misma historia, pero con catastróficos resultados al reescribir toda la historia de la Doctora para convertirla en un ser ancestral. Se traiciona el significado de su personaje: ya no es «un idiota con una cabina y un destornillador» (T8, E12); es una leyenda superior a todos los seres del cosmos.
Como guionista especializado en dramas serializados, Chibnall encontró por fin su estilo en la temporada 13, un serial de seis episodios con múltiples tramas y temas que recibió el nombre de «Flux». Los dos primeros episodios y el cuarto son prueba de la habilidad del guionista cuando la trama se concentra en pocos espacios. El personaje de Dan, reminiscente de Graham (e igual de bien interpretado), además de la divertida raza de los Lupari, recuperaron la frescura de la era de Russel T Davies. A pesar de lo positivo, los últimos dos episodios caerían de nuevo en los mismos errores de siempre. En lugar de aprovechar el número de episodios para dejar respirar al espectador, Chibnall añadiría más conceptos hasta crear un pastiche abotargado: la Doctora llegaría a dividirse en tres para poder unir todas las tramas en el último episodio.
Los tres especiales finales, publicados en 2022, no supusieron ninguna mejora. Un primer episodio recargado, un segundo sin propósito y un tercero con una hora y media de duración (pero el doble de conceptos) terminaron de, ahora sí, enterrar la serie. Estos especiales añadieron también un interés romántico de Yaz por la Doctora sin preparación ni tratamiento y a un Dan prácticamente ausente.
Como decía al inicio, la era Chibnall renovó todo el plantel de directores y guionistas, en ambos casos con funestos resultados. Las tres temporadas sufrirían de los mismos problemas: primeros planos constantes, mucho estatismo y poca composición de plano, además de una paleta de colores mustia en la temporada 11, excesiva en la 12 y poco destacable en la 13, decisión que repercute en una TARDIS claustrofóbica y en ningún caso representativa de la Doctora, como sí lo eran las anteriores versiones. En la dirección destacan mínimamente Jamie Magnus Stone por la atmósfera de terror en el episodio «Village of the Angels» (T13, E4) y sus constantes contribuciones a la era, y Emma Sullivan por el brillante episodio «The Haunting of Villa Diodati» (T12, E8), también enfocado en la tensión y el terror. Otros nombres, como Azhur Saleem, Jamie Childs, Jennifer Perrott, Wayne Yip, Nida Manzoor o Lee Haven Jones, apenas destacan por realizar un trabajo pasable, y recae en Mark Tonderai («Rosa» [T11, E3]) y Haolu Wang («Legend of the Sea Devils» [T13, Especial 2]) la dirección más desastrosa de la serie.
En el campo de los guionistas, destaca la presencia constante del propio Chris Chibnall. Mientras que, en otras temporadas, Russel T Davies y Steven Moffat habían escrito los episodios iniciales, finales y algunos mediales de sus respectivas eras, aquí es Chibnall el encargado de escribir o coescribir 24 de 31 episodios totales. Sus guiones se muestran, como toda su era, dispares, sin ningún despunte especial más allá del inicio de «Flux». Sin embargo, le honra una decisión humilde: delegar la escritura de los guiones específicos sobre temas sociopolíticos a personas expertas o pertenecientes a las etnias protagonistas. La escritora Malorie Blackman, conocida por su serie de libros juveniles Pares y nones, escribió el activismo negro («Rosa», [T11, E3]). El indio-británico Vinay Patel, conocido por la serie de televisión Murdered By My Father (BBC, 2016), enfocada en la injusticia social de la realidad musulmana, escribió el episodio de la partición de la India, «Demons of the Punjab» (T11, E6), y «Fugitive of the Judoon» (T12, E5), sobre una refugiada. También Charlene James, escritora de la obra teatral Cuttin’ It (2014) sobre la mutilación genital femenina, exploró los miedos más profundos del ser humano en «Can You Hear Me?» (T12, E7). Esta elección de guionistas, sin embargo, no llevaría a mejores episodios, y todos ellos se verían plagados de errores de guion e incoherencias. Lo mismo prueba la dirección de Haolu Wang de la que hablábamos antes: una directora china para un episodio oriental. Señala una sensibilización por los tiempos que corren, pero Chibnall falla en escoger a su equipo.
El resto de guionistas no resultan demasiado destacables: Joy Wilkinson («The Witchfinders» [T11, E8]) y Ed Hime («It Takes You Away» [T11, E9], «Orphan 55» [T12, E3]) terminarían escribiendo episodios de la infame adaptación de Mundodisco, The Watch (BBC, 2021), Pete McTighe («Kerblam!» [T11, E7], «Praxeus» [T12, E6]) y Nina Metivier («Nikola Tesla’s Night of Terror» [T12, E4]) escribieron algunos de los episodios más olvidables de la serie, y Ella Road coescribió la abismal «Legend of the Sea Devils».
Merece un especial reconocimiento Maxine Alderton, una guionista desconocida hasta el momento pero extremadamente talentosa. Sus dos episodios, «The Haunting of Villa Diodati» y «Village of the Angels», este último coescrito con Chibnall, son sin duda lo mejor de la era. Presentan a una Doctora con rasgos marcados (solo su inventiva al estilo Macgiver era coherente en todos los episodios anteriores y posteriores) que permiten a Whittaker expresarse, los acompañantes están escritos de manera coherente y la tónica general es de un episodio de terror de Steven Moffat, con una astucia en los diálogos inusitada. Es, además, la primera vez en que los personajes parecen esconder capas de significado en sus conversaciones.
Finalmente, la renovación musical resultaría infructuosa. Segun Akinola demuestra talento en el emocionante tema de la Decimotercera, unos títulos iniciales con sabor al Doctor Who del 63, la mezcla de música ambiental con sutiles destellos de emoción y el marcado uso de sintetizadores. En ocasiones, su estilo daría lugar a experimentación formal e instantes de preciosismo, pero la mayor parte del tiempo se asemejaría a una olvidable música sin licencia. El principal problema fue su implementación inaudible en la serie y el choque frontal con el estilo anterior de Murray Gold, que creó un contraste brusco para los teleespectadores.
La era de Chibnall se conoce como una época oscura para Doctor Who, la sombra del titán que una vez fue. La caracterización de la Doctora, acompañantes, el excesivo The Master, las infructuosa tramas sin propósito, la infantilización de los temas morales, la ruptura del canon de Doctor Who en favor de una mitificación inmerecida e incluso una dirección poco competente llevaron a una terrible conclusión: cinco años de destrucción de un legado. No sería culpa de Maxine Alderton, Emma Sullivan, Jodie Whittaker, Bradley Walsh o John Bishop, todos brillantes en sus respectivos campos. La causa parece encontrarse en la habilidad de Chris Chibnall como showrunner, cuya unión con el productor Matt Strevens, con quien no había trabajado nunca, pudo llevar a una visión errónea sobre Doctor Who. Sin embargo, todo queda a la especulación; tan solo puede confirmarse la debacle de la serie desde un punto de vista argumental y temático.
Para fortuna de muchos y desgracia de otros, hace exactamente un año y un mes, un 23 de octubre de 2022, la Doctora y Chibnall verían su último episodio juntos. «The Power of the Doctor» concluía con los mismos errores anteriores, pero con dos grandes momentos. Primero, la creación de un grupo de apoyo para acompañantes abandonados por el Doctor, capaces de conectar entre ellos por compartir el secreto y su dolor. Segundo, la feliz regeneración de la Doctora, una vuelta a los orígenes de la Era Revivida: si Eccleston partía con una sonrisa, una afirmación de lo fantástico de su presencia, Whittaker encararía su final con el rasgo más marcado del personaje. Apasionada por lo desconocido, la Decimotercera expresaría su lado más infantil, más primigenio, con la frase «Doctor Quien-sea-que-vaya-a-ser… Pillado, tú la llevas». Pero su transformación no sería como los espectadores esperaban. En lugar de un nuevo Doctor o una nueva Doctora, en todas las pantallas de Inglaterra apareció una cara conocida. Un encantador escocés, guapo, galante y dinámico. David Tennant había vuelto y, con él, lo mejor de Doctor Who: Russel T Davies de showrunner, Murray Gold de compositor y Rachel Talalay de directora. El estreno de los tres nuevos especiales antes del debut de Ncuti Gatwa como Doctor: el 25 de noviembre. Dentro de dos días.
Graduado en Lengua y Literatura Españolas por la Universidad de las Islas Baleares (UIB). Titulado en el Máster en Lenguas y Literaturas Modernas (Estudios Culturales y de Género) y el Máster de Formación de Profesorado, ambos en la misma UIB. Apasionado por la cultura y yokotarado de corazón, salgo en busca de esas obras que remueven una parte de mi interior. Sea literatura, videojuegos, películas o series, todo puede ser un diálogo si se encuentra el verbo adecuado.